Con el cierre de la Puerta Santa de la Catedral, se clausuraba en la tarde del domingo en la diócesis el Año de la Misericordia. El obispo nivariense presidió la eucaristía de acción de gracias, en la que invitó a los presentes a reflexionar sobre la misericordia, como don de Dios y tarea humana.
La Bula Papal que convocaba este tiempo jubilar había dispuesto que este domingo 20 de noviembre se clausurara en las diócesis, en una única celebración, este Año. A las 17 horas se iniciaba en la Catedral la eucaristía presidida por el obispo, Bernardo Álvarez.
En su homilía comenzó recordando que coincidía esta clausura con el Día de la Iglesia Diocesana, por lo que señaló algunas preguntas de su Carta con esta ocasión: «¿Cuánto amo a la Iglesia, mi familia en la fe? ¿Participo en su vida y misión como algo propio de mi condición de cristiano o me limito a servirme de ella y me desentiendo de sus problemas y necesidades como si fuera algo que no tiene que ver conmigo? ¿De acuerdo con mis posibilidades, contribuyo a su sostenimiento con mi ayuda económica? ¿Participo personalmente, según mi capacidad, en las distintas actividades con las que la Iglesia realiza su misión al servicio de la humanidad?».
Posteriormente, se centró Álvarez en las dos dimensiones de la misericordia: don y tarea. En este sentido citando a S. Pablo subrayó que «al amor de Dios no pasa nunca». Invitó a «poner los ojos fijos en el Señor» y, de este modo, ver lo que no se ve, lo cual es solo posible «con los ojos de la fe»- aseveró.
Es preciso mirar más allá de las circunstancias del momento y mantener la vista fija en el resultado feliz del devenir cristiano. Esta mirada es lo que ayuda a seguir adelante en medio de las dificultades, las cuales – sostuvo siguiendo el Evangelio «nos sirven de ocasión para dar testimonio».
«No hay excusa para tirar la toalla», es preciso vivir con esperanza, fiados de las promesas de Dios – continuó el Obispo, lo cual requiere mantener los ojos fijos en el Señor, esperando su misericordia. En este punto, Bernardo Álvarez invitó a los fieles presentes a cantar el Salmo 117: «Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia».
Al final de la eucaristía, mientras el coro del seminario entonaba el Magnificat, el Obispo se dirigió al fondo del templo y cerró la puerta jubilar, clausurando así este Año de la Misericordia en la diócesis nivariense.