Con motivo de la campaña del DOMUND «Sal de tu tierra» que celebramos el próximo domingo 23, el misionero granadino José María Cantal Rivas visita las diócesis españolas. Llamado a la misión desde 1988, ha estado en Burkina Faso, Egipto y desde el año 2003 vive en Argelia. Especializado en árabe e islamología, es el iniciador de la «Escuela de la diferencia», un proyecto pionero en el norte de África dirigido a los jóvenes explícitamente interreligioso.
¿Cómo sintió la llamada a la misión?
Yo le debo muchísimo a la Delegación de Misiones de Granada, en particular a Jorge Guillén, que está en la Gloria seguro, porque la animación que se hacía en las parroquias, me acuerdo, en la parroquia de la Magdalena, Virgen de Gracia, en las Escuelas… Yo estudié en el Virgen de Gracia, en el Juan XXIII, pues venían misioneros a hablarnos a las escuelas, en la parroquia, la confianza para organizar las mesas que se ponían del DOMUND. También en colaboración, aunque no sea exactamente lo mismo, con Manos Unidas, pero bueno, todo eso mantenía un ambientillo de contacto con el Tercer Mundo, de generosidad, de Evangelio, veíamos llegaban misioneros de todos los países, algunos jóvenes de mi pandilla se fueron apenas con 18 ó 20 años se fueron a pasar unos veranos a Bolivia, etc, pues todo eso estaba flotando en el aire. Y cuando yo tenía que terminar COU, pues claro, ya tenías que decidir que vas a hacer. Entonces la idea misionera empezó a perfilarse no como una cosa más que estaba ahí en mi cabeza, sino como una cosa que yo tenía que intentar vivirla para sacarme la espina, o tengo vocación o no tengo, pero en los dos casos tengo que intentarlo. Entonces yo fue terminar COU y me fui a los Padres Blancos.
¿Qué le movió a ser misionero con los Padres Blancos?
Yo tenía claro que quería irme a África, y África para toda la vida, ni América, ni Asia, a mí no me decía nada. Tampoco quería una congregación que me mandara de misiones unos años y luego me trajeran en seguida a España a enseñar matemáticas o algo así. Entonces los Padres Blancos correspondían perfectamente a eso. África únicamente y toda la vida. Luego yo descubrí otras cosas que ahora me apasionan de los Padres Blancos, pero que yo no sabía en el 85, como es el hecho de que nosotros siempre hacemos un esfuerzo por aprender la lengua del país donde estamos, nunca hemos trabajado con intérprete. El hecho de que vivimos en comunidades internacionales, nunca hay dos españoles juntos ni dos franceses ni dos congoleños juntos. Eso también me gustó. El diálogo con el Islam, eso también me gustó, es como mi segunda vocación, entonces eso no lo sabía yo antes de entrar en los Padres Blancos.
¿Qué es la «Escuela de la diferencia», el proyecto que promueve en Argelia?
Lo mismo que hay escuelas para aprender el inglés, para aprender a conducir o para aprender informática pues la convivencia pacífica, el tener una visión positiva de la diversidad, pues eso también se aprende. Instintivamente, como dicen, la cabra tira al monte, cada uno le da razón a lo suyo, se alinean con las posiciones de de su grupo, de su comunidad, de su religión, de su país. Eso, para romper eso, eso se tiene que trabajar. Entonces la experiencia es proponer a un grupo de jóvenes de diferentes países, religiones, edades, razas, todo eso, pues una experiencia positiva de la diversidad. Entonces durante una semana estos jóvenes trabajan sobre un tema, puede ser de la ecología, como los derechos humanos, como la música, como la literatura, como lo que significa ser discapacitado y ahí lo interesante no es llegar a una conclusión, porque no se puede llegar a una conclusión común, si no que todo el mundo oiga los puntos de vista de los demás, y quizás el descubrir por qué el otro aprecia tal aspecto de la vida o no lo aprecia, el descubrir que todos no somos iguales, sino que somos diferentes.
Y luego por las tardes, siempre tenemos gente que allí en Argelia, porque esto se vive en Argelia, que en Argelia viven esos elementos, hemos podido hablar de la ecología, o de los derechos humanos, o de la discapacidad, pues que lo vive de una forma especial. Puede ser alguien que trabaja en una cooperativa biológica, o sea, de producto «bio», puede ser alguien que trabaje en una asociación de defensa de derechos de la mujer, puede ser alguien del equipo paralímpico que viene a hablarnos, y claro, todos esos rostros concretos, le dan carne a todas las teorías de por la mañana.
Y el evento, digamos, al que yo estoy más apegado, es que todas las tardes tenemos una hora de silencio, a la misma hora todos estamos en silencio. El que quiere hacer la oración musulmana la hace, el que quiere leer los salmos, los hace. Los jóvenes tienen unos libritos que preparamos con textos adaptados a los que son de origen musulmán y los que son de origen cristiano. Pero, cada uno, en ese momento sabe que los demás están también conectándose con Dios, y claro, hay una especie de deseo de que en ese momento no estemos separados. Y aunque eso no está programado, pues siempre al final los jóvenes dicen: ¿No podríamos hacer esta hora de silencio juntos? ¿No podríamos cantar algo juntos? ¿No podríamos leer algún texto que fuera común? O aunque fuera diferente, pero que lo oigamos juntos. Y eso es una cosa muy emotiva, a mí siempre se me salan las lágrimas, porque eso lo piden ellos, eso no está programado.
Que allí tampoco la gente quiere hacer una tercera religión, ¿no? Mezcla de cristianismo e Islam. Cada uno es lo que es. Es muy bonito oírlo juntos. Es decir, lo más bonito que un musulmán tiene es el Corán, pues me lo va a leer. Lo más bonito que tiene un cristiano es el Evangelio, pues se lo voy a leer. No porque yo quiero metérselo por las narices, sino porque es lo más bonito que tengo.
¿Cómo surgió la iniciativa?
¿A parte del Espíritu Santo? Si el Espíritu Santo no estuviera detrás, no llevaríamos más de seis años haciéndolo. Esto surge de una experiencia de haber hecho una marcha de Cuaresma al desierto argelino, es una cosa muy bonita, muy romántica, de Jesús en el desierto, el pueblo de Israel en el desierto… Pero solo estábamos cristianos. Entonces, en un país de 40 millones de musulmanes que tú hagas algo donde no haya ni un solo musulmán, a mí eso me pareció como incoherente, digo yo no puedo estar aquí solamente como capellán de extranjeros, capellán de cristianos. Entonces ahí, de un aspecto negativo, es donde me surgió a mí la idea de la pregunta: ¿qué se podría hacer que cristianos y musulmanes pudieran participar? Y ahí pues empecé a darle vueltas, a consultarlo que básicamente es el programa que te he comentado antes: discusión entre grupos por la mañana, testimonios por las tardes, esa hora de oración, y luego muchas más actividades lúdicas, visitas culturales a monumentos, debates… y así es como surgió la idea.
La gracia también, gracia en el sentido espiritual de la palabra, que mis compañeros los Padres Blancos me apoyaron, no solo me financiaron la Escuela, sino que me incitaron y me dijeron:» Sí, sí, esto tienes que llevarlo adelante», y así estamos.
¿Cómo se puede ser misionero del Evangelio de Jesucristo en un país musulmán?
Bueno, Argelia no es diferente del Congo, de Zimbabue, de Honduras… el Evangelio siempre ha suscitado las ganas de ir a ser testigos en otros sitios, a salir de tu tierra. No tengo nada en contra de los que se quedan como cristianos en su tierra, por supuesto eso es una vocación, pero esta vocación te empuja a lo que es ir a las periferias, esta palabra la ha hecho famosa el Papa Francisco, estar allí donde tu podrías no haber estado, hacerte cercano, próximo, prójimo de aquel del que hubieras podido vivir alejado, a eso te empuja el Evangelio, ¿no? Entonces a mí me agrada el que la Iglesia, mi sitio de origen, que es Granada, me confíe esa misión de ser testigo de Jesús en Argelia. Luego la gente, a veces, piensa que aquello es Pakistán, Afganistán, Kandahar no sé… (…) algún descerebrado que haya en Arabia Saudí, o en Afganistán, puede. Pero el día a día, la vida está hecha de múltiples encuentros con gente que por lo menos te respeta. Luego hay algunos que quieren ser tu amigo o colaborar contigo.
¿Cuáles son las dificultades que se encuentra en Argelia?
El primer desafío es la cuestión de que la cultura es muy diferente, y la cultura es lo que tenemos todos muy interiorizado, muy dentro, muy dentro, y los reflejos, lo que está bien, lo que está mal, lo que se puede hacer, lo que no se puede hacer… No son los mismos que los nuestros, y si no tienes cuidado, como el norte de África, a parte de la zona del desierto, cultural y geográficamente está muy cerca, la comida se parece bastante y las casas, pues la tendencia es a no darle importante a la diferencia, que ellos son diferentes, pero no muy diferentes, se comenten muchos errores, ¿no?
Otra cosa: La poquita gente que estamos allí, un país que es cinco veces más grande que España, necesitaríamos gente que sienta ese llamada misionera a estar allí, pues que den el paso. Hoy en día la Iglesia del norte de África podría desaparecer no por que los musulmanes nos matan y nos persiguen ni nada de eso, sino porque las instituciones cristianas piensan que no merece la pena mandar allí gente, y eso es muy doloroso oírlo, de dentro de la Iglesia, entonces es una dificultad.
Luego hay una serie de trabas administrativas en las que el no musulmán, digamos, es como ciudadano de segunda categoría, de segunda división, ¿no? Pero eso una vez que lo tienes integrado, ¿no? lo que no puedes hacer, una vez que ya has terminado la lista de lo que no puedes hacer, te queda todo lo que sí puedes hacer.
Un ejemplo para explicitar esto: La ley allí me prohíbe anunciar el Evangelio. Yo no voy a ser el que tome la iniciativa de proclamar la fe cristiana a nadie, muy bien, esa es la ley. Yo tomo acta de eso, pero lo que la ley no me prohíbe es que yo conteste al que me pide razón de mi fe, que yo al que quiera conocerla, yo le de respuesta. Si quiere más, le doy más, si no quiere más, me callo. Eso no lo prohíbe la ley. ¿Entiendes? (…)
¿Cómo se identifica con el lema de la campaña «Sal de tu tierra»?
Es cierto que no se puede ser misionero sin salir de tu tierra o de tu entorno cultural, si te quedas en tu zona de confort, puedes hacer el bien pero eso no tiene el nombre de misionero, ¿no? Misión es cuando hay un envío, un envío es ir lejos, salir, de los que son tus raíles habituales.
Luego, también lo bueno de este lema «Sal de tu tierra» es que también puede servir la interpretación del misionero que es «sal» de su tierra de origen, le da un poco de gusto, de salero, de ayuda también a la comunidad cristiana local a replantearse cosas que se abren en el Tercer Mundo en nuestros países, o zonas o pueblos de origen. Y si suprimiéramos todas las publicaciones misioneras, con todo lo misioneros cuentan y hacen aquí, pues se hablaría muy poquito del Tercer Mundo. También nosotros desde aquí ayudamos, alentamos, a nuestras tierras de origen, aunque nuestra vocación, nuestra presencia esté sobre todo fuera.
Un poquito como Abraham, que de ahí es de donde se ha sacado el lema, el versículo de la Biblia que se escoge para decir: Misionero, «sal de tu tierra» y ve al país que yo invitaré, yo te haré ver.
Lo que también hay que decir es que muchas veces se le da vueltas a la perdiz y todo para no decirle a la gente: «Oye, si tienes la vocación misionera, ¡sal de tu tierra!». O sea, que eso no desmerece de otras vocaciones, pero el que tiene esa vocación, que lo intente, y si es, pues es, y si no, pues ya se ha quitado una espina. Entonces, DOMUND sin misioneros… la colecta está muy bien, pero sin misioneros, sin seres que cumplan esa tarea, pues… no tendría sentido. Entonces el que se plantee, tenga ahora mismo un cuestionamiento personal, que se atreva a dar el paso.
¿Cómo vivís el día del DOMUND en el lugar de la misión?
Allí también vivimos el DOMUND, es una cosa de la Iglesia Universal, no es una cosa de los ricos hacia los pobres, nosotros en Argelia hacemos también nuestra campaña del DOMUND. Hombre, la colecta más pequeña que aquí en España, por supuesto, son 300 euros, pero lo hacemos también. Quiero decir, que esto es un compartir entre hermanos, no es de ricos a pobres. Sabemos lo que es, rezamos por las vocaciones para que la gente venga, porque si no hay vocaciones para el DOMUND, allí es donde lo sentimos.
¿Cómo invita a los fieles de Granada a que vivan el próximo domingo la Jornada Mundial de las Misiones?
Lo primero, que recen por nosotros, que la fe cristiana les ayude a abrirse, que yo no puedo decirle a la gente que está fuera de España que son mis hermanos, proponerles un ideal de fraternidad y que luego estemos aquí en España pensando que estos no son hermanos nuestros, que son enemigos, que son invasores, que son unos gorrones, eso no pega.
Entonces, lo primero eso, que recen y que se abran a los valores del Evangelio, de fraternidad universal, que colaboren económicamente lo que puedan, dentro de sus posibilidades y luego que el que se esté planteando una vocación misionera, que de el paso, que es lo más importante, las personas.
Rosa Die Alcolea