Artículo sobre el testimonio de los cristianos de Oriente Medios, perseguidos y refugiados de Siria e Irak, en Líbano, y de cómo es posible afirmar que Cristo es lo más preciado de la vida, aunque ello suponga la muerte en medio del terror y barbarie del Estado Islámico.
Nasarah, traducido del árabe, significa nazareno, que toma el nombre de Jesús Nazareno. Es por lo tanto, un cristiano. Su primera letra inicial tomada del alfabeto árabe (ن) -que en castellano corresponde a la letra n, impresa en las puertas de las casas y lugares donde residían cristianos- era el modo como el Ejército Islámico señalaba a todos aquellos que profesan la fe en Cristo Jesús. Hoy, ser cristiano en Oriente Medio es un riesgo, donde la vida se pone en juego para quienes no renuncian a la fe. El terror del Ejército Islámico acampa a sus anchas en las regiones de Oriente Próximo y África. Frente a ellos, un minúsculo grupo de cristianos, que testimonian que Cristo vale más que la vida. Ahí radica su fortaleza, en medio de la incertidumbre, el dolor, el sufrimiento y el miedo.
Ese es el testimonio que el documental, dirigido por el periodista Fernando de Haro, titulado Nasarah, recoge de los cristianos en Siria y Mosul, que en bloques ingentes de personas se han visto obligadas a huir y refugiarse en el Líbano. Nasarah está rodada en el Líbano –en Beirut, en la frontera Siria, en el Valle de la Bekaá y en los campos de refugiados-, donde han llegado dos millones de personas huyendo de la guerra, en un país que cuenta con cuatro millones de habitantes.
Y es que la vida de estos cristianos que no renuncian a su fe aunque les cueste la vida es una interpelación y un testimonio, no sólo para los cristianos de Oriente, en ocasiones acomodados a una fe moralista, plana y dada por supuesta, sino un testimonio para todo el mundo. Porque, «¿qué hace posible una confesión de fe así?», se preguntaba el director del documental, Fernando de Haro, durante su presentación en el Centro Cultural Nuevo Inicio del Arzobispado de Granada el pasado 23 de junio.
Lo que está sucediendo con los cristianos de Oriente Medio, en concreto Siria e Irak, es una tragedia, «y junto a la tragedia, yo lo que he visto y lo que veo es el testimonio de la fe, expresado de una forma arrolladora. No es el testimonio de un heroísmo, porque estos no son héroes; no es el testimonio de una coherencia moral: es el testimonio de la fe expresado por lo que la fe es», señaló el periodista en la presentación del documental ante los granadinos congregados en el salón de actos del CC. Nuevo Inicio, acompañado por el Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez.
Lo que está sucediendo en Oriente Medio ha empezado a cambiar el modo como los cristianos de Occidente miramos a nuestros hermanos, porque su drama y su dolor se nos hacen cercanos a través de documentales como el de los refugiados cristianos de Siria e Irak, Nasarah», y el proyectado la tarde anterior, también en el Centro Cultural del Arzobispado, sobre los cristianos de El Cairo, los coptos, que también sufren como minoría en una país de mayoría islámica.
Para un cristiano, lo que está sucediendo en Oriente Medio con los cristianos y su presencia viva en esta región «es fundamental», para que el cristianismo no quede reducido en algo moral o abstracto. «Para nosotros, esta zona de Oriente Próximo es fundamental, no sólo por la cuestión de derechos humanos, sino por lo que significa para el cristianismo. Es decir, el cristianismo sin la memoria viva del hecho donde sucedió se hace algo abstracto; sin poder seguir oyendo rezar el Padrenuestro a gente en arameo, nosotros tenderemos cada vez más a convertir el cristianismo en algo moral o abstracto», explicó De Haro.
El testimonio de nuestros hermanos en la fe sirios e iraquíes se expresa en momentos tan concretos como la respuesta a la recurrente pregunta, que en ambos vídeos se formula, acerca de por qué no abandonan la fe si lo que está en juego es su propia vida. La certeza de Cristo en sus vidas en medio de la tragedia, el dolor y la injusticia les lleva a afirmar que Cristo vale más que la vida. Es el testimonio de los nuevos mártires del siglo XXI, como la de una mujer de Maalula -pueblo sirio cristiano desde el siglo I y cuyo convento fue saqueado y destruido por el Ejército Islámico, que atacaron y secuestraron a las monjas que allí habitaban-, que aún hoy con su marido habla la lengua de Jesús, el arameo, y afirmaba que aunque vengan a matarla seguirá siendo cristiana, mientras acompaña sus palabras con el gesto de la mano que atraviesa el cuello, en referencia a las decapitaciones cometidas por el ISIS.
La vida de estos cristianos no se concibe sin la fe en Cristo. «La confesión de la fe está vinculada a la identidad. No se conciben sin la fe. Yo no sería yo si no fuera cristiano. Esto parece algo muy sencillo, pero es quizás lo que nosotros hemos perdido», explicó el periodista a los asistentes, aludiendo al modo como vivimos y profesamos la fe los cristianos de Occidente.
El testimonio de estos hermanos en la fe ha regalado al mundo un modo de entender y usar la razón. Porque su testimonio no va aparejado a una coherencia moral o a un heroísmo, como pudiéramos pensar, y sí supone una provocación para todos en el modo de afrontar estas circunstancias y la certeza con la que nuestros hermanos cristianos afirman que Cristo vale más que la vida. Una provocación porque no nace de las propias fuerzas ni voluntades y, en cambio, sí lleva a preguntarse «¿qué hace posible una confesión así?», como interpeló al auditorio el periodista. La radicalidad de la vida vivida cristianamente, donde, en medio del sufrimiento y el dolor, la tragedia y la injusticia, renunciar a la fe se presenta como la «solución» y el final de una barbarie experimentada en carne propia, hace emerger la pregunta ¿por qué se les pide tanto a estos cristianos hermanos? De nuevo, una enseñanza sobre el modo de usar la razón frente al hecho, a la realidad que miles de personas viven: «Misteriosamente se les pide todo: se les pide la vida, se les pide la casa». En este punto, nos topamos con una fe vivida fielmente, que nos abre los ojos frente a esa fe de buenos propósitos, de buena moral y de normas y cumplimientos: «No serían fieles si para ellos la fe no fuera todo. ¿A quién se le pide todo? A quien reconoce que lo tiene todo», explicó el periodista. De nuevo, la provocación a los ojos del mundo de un testimonio expresado con la verdad de que Cristo vale más que la vida, porque Cristo lo es todo.
El documental Nasarah recoge un modo muy concreto de cómo se vive este cristianismo. Y es que mientras en Occidente estamos tentados y caemos en la tentación de pensar que las desgracias, los males e injusticias son permitidos por Dios, que se olvida de sus hijos; en Oriente, los cristianos se saben acompañados por Cristo en su dolor, y están ciertos de que el Señor es compañero suyo de camino en el dolor de perder todo lo que tienen, de perder a familiares y de huir de sus lugares de residencia. Cristo no es alguien abstracto ni ajeno al dolor, sino compañero de camino.
«Un testimonio no es del que es coherente. El testimonio es del que te dice cómo es la verdad. Esta gente nos dice que la verdad es alguien capaz de atraer tanto tu afecto que, cuando llega el momento, eso vale más que la vida», explicó Fernando de Haro, que habló, en este sentido, de un «apego afectivo a la fe». La vida cristiana que no renuncia a la fe y se arriesga a morir por ella es la «gran provocación» para Occidente. «Estos cristianos de Oriente nos dicen, por su testimonio, cuál es la naturaleza de la verdad. La naturaleza de la verdad es la relación con alguien que satisface tu afecto hasta el punto de hacer posible el martirio», subrayó el director del documental Nasarah y Walking next to the wall, proyectado también la tarde anterior en el Centro Cultural del Arzobispo, sobre los coptos.
En el documental sobre los cristianos de Egipto, su director nos acerca también a la experiencia del perdón, que calificó como «una revolución radical: el perdón como la mayor categoría histórica que hace posible la justicia», señaló De Haro. Como ejemplo de este perdón, concreto, a quien es nuestro enemigo, a quien nos hace daño, el documental Walking next to the wall recoge las palabras de una persona que, ante el impulso de algunas personas de tomarse la justicia por su mano tras la muerte de dos niños, y mientras éstos yacían en el suelo, señalaba: «Este no es nuestro camino. Nuestro camino nunca será la violencia. Nosotros perdonamos».
Merece la pena subrayar que lo que está sucediendo en Oriente Medio no es un choque de civilizaciones, sino una «guerra civil dentro del islamismo político», como explicó el director de ambos documentales. En absoluto es una guerra de religiones entre cristianos y musulmanes, ni un enfrentamiento por cuestiones religiosas, ya que también los musulmanes moderados, vecinos de nuestros hermanos cristianos, han sufrido los ataques del Ejército Islámico.
La experiencia de verdad, de fe y perdón de nuestros hermanos de Oriente, en medio de la barbarie, la muerte, el dolor y el sufrimiento, nos llega como un don para comprender que nuestra vida es de Dios mismo.
Las proyecciones de Nasarah y Walking next to the wall está recorriendo varias ciudades españolas –entre ellas, Madrid, y próximamente en Barcelona-, y la italiana de Rímini, donde se presentó el pasado verano ante un auditorio de miles de personas congregados en un encuentro internacional llamado Meeting por la amistad entre los pueblos. Para la proyección de estos documentales en otros lugares, a través de asociaciones, grupos o instituciones, las personas interesadas pueden ponerse en contacto en el teléfono 91-553-29-68 y en el correo electrónico nmedio@teleline.es.
Por otra parte, continúan destinándose para los refugiados cristianos de Oriente Próximo las colectas de las Eucaristías dominicales celebradas en la S.I Catedral durante este año.
Paqui Pallarés
Publicado en el Semanario Fiesta de Granada y Guadix.
Nº 1108, 28 de junio de 2015