Ya desde el tiempo de los Apóstoles, sobresale y tiene particular relieve el diaconado, que siempre ha sido tenido en gran honor por la Iglesia. Esto es atestiguado por san Pablo Apóstol, tanto en la carta a los Filipenses, donde dirige palabras de saludo no sólo a los Obispos, sino también a los diáconos, como en una carta dirigida a Timoteo, en la cual ilustra las dotes y las virtudes indispensables a los diáconos para que puedan estar a la altura del ministerio que se les ha confiado.
Más tarde, los antiguos escritores de la Iglesia, al elogiar la dignidad de diáconos, no dejan de resaltar las dotes espirituales y las virtudes que requieren para ejercer tal ministerio, es decir, fidelidad a Cristo, integridad de costumbres y sumisión al Obispo.
Por estas razones, el diaconado floreció admirablemente en la Iglesia, dando a la vez un magnífico testimonio de amor a Cristo y a los hermanos en el cumplimiento de las obras de caridad, en la celebración de los ritos sagrados y en la práctica de las funciones pastorales.
Precisamente ejerciendo la función diaconal, los futuros presbíteros daban una prueba de sí mismos, mostraban el mérito de sus trabajos y adquirían también aquella preparación que les era exigida para llegar a la dignidad sacerdotal y al ministerio pastoral.
Siguiendo la estela de la tradición de la Iglesia, el Obispo de Almería, Mons. Adolfo González Montes, conferirá el sagrado Orden del Diaconado a los seminaristas Antonio María García Martínez, natural de Zújar, y a Samuel Olvera Olivares, natural de El Ejido, el próximo día 24 de mayo, a las 11:30h, en la Santa y Apostólica Iglesia Catedral de la Encarnación.