«Dadme una vocación y yo os daré una escuela, un método, una pedagogía». Esta frase del pedagogo S. Pedro Poveda, pronunciada a comienzos del siglo pasado, me vino a la memoria escuchando, el pasado 7 de febrero, a Sor Piedad Rios en el marco de su ponencia en las III Jornadas de Reflexión Pastoral organizadas por la Fundación Victoria. El Centro Adscrito María Inmaculada, de la que Sor Piedad es jefa de estudios, se define como «un centro católico que ofrece formación integral» y que quiere formar «profesionales entusiastas, ciudadanos honrados y cristianos comprometidos», elementos que definen al auténtico educador cristiano, no sólo al profesional de la educación. Por eso la reflexión de la mañana, la participación enlaPastoralUniversitaria o las actividades de voluntariado son parte fundamental del centro y del proceso de enseñanza-aprendizaje que ofrecen como una forma de «aprender a ser» para «ayudar a ser». Maestros vocacionados son cada vez más necesarios en nuestras escuelas.
Artículo escrito por: Carmen Velasco, Delegada Diocesana de Enseñanza