«Encendamos la esperanza: Peregrinos hacia la Luz que viene» es el título del material que ofrece la Acción Católica General para este Adviento 2025. Ya está disponible para la descarga.
Se puede descargar en este enlace y en él encontrarás gestos: la Corona de Adviento que ilumina el camino; la Vigilia de la Inmaculada, que presenta a María como lámpara de esperanza; una meditación sobre el Adviento; materiales para adultos y jóvenes, de domingo a domingo; y material para la infancia.
Con todos estos materiales se pretende recordar que «el Adviento abre ante nosotros el sendero de la esperanza. Se trata de esperar la llegada de Jesucristo a nuestra vida de un modo nuevo y con el corazón bien dispuesto. Es el tiempo de la espera activa, de la vigilancia confiada y de la esperanza que se hace camino. No caminamos solos: el Señor mismo ha querido salir a nuestro encuentro. Él viene, una y otra vez, para renovar la historia, para encender la fe apagada, para levantar la mirada de quienes han perdido el rumbo».
Comienza un nuevo año litúrgico con este Adviento 2025, que se enmarca en el Año Santo, signo de gracia y renovación. «Ser “peregrinos de esperanza” significa ponernos en marcha, reconociendo que nuestra vida es un camino hacia el encuentro con Dios. El peregrino no se instala, no se acomoda: avanza, confía, busca. Vive de la promesa. Así queremos vivir este tiempo: como una Iglesia que espera a que llegue su Señor, que evangeliza y camina en sencillez, con el corazón enamorado y los ojos fijos en la meta. Somos invitados a celebrar, en un único y progresivo movimiento, el Adviento, la Navidad y la Epifanía. Desde el primer domingo de Adviento hasta la fiesta del Bautismo del Señor que es el domingo siguiente a la Epifanía, celebraremos la misma Buena Noticia: la venida del Señor, y es que Cristo ha querido hacerse presente en nuestra historia para experimentar los frutos de su salvación. El Jubileo nos recuerda que toda vida cristiana es un itinerario pascual: salir de la esclavitud de la tristeza o del egoísmo, atravesar los desiertos del miedo y la indiferencia, y entrar en la tierra de la comunión, donde Dios habita con su pueblo. El Adviento es esa travesía interior: una llamada a dejarse guiar por la Luz que no se apaga, a purificar el corazón, y a caminar como familia de bautizados hacia el encuentro con el Emmanuel».


