Artículo escrito por el Cabildo Sacromontano, coincidiendo con la próxima celebración de la Solemnidad de San Cecilio, Patrón de la ciudad y de la Archidiócesis.
Granada y su abadía del Sacro Monte son dos realidades inseparables. Desde que se levantaron sus muros en el monte de Valparaíso, en los primeros años del XVII, se asoma a la ciudad descifrando el misterio de su compleja historia, cristiana y mora. Su existencia remite a los diferentes períodos históricos que conforman el alma de Granada: Los sorprendentes hallazgos en las cuevas ilipulitanas, que impulsaron al arzobispo Pedro de Castro a construir esta casa, nos hablan de sus orígenes cristianos ya en la época apostólica; los textos de los famosos libros plúmbeos, allí ocultados, nos ponen en contacto con la etapa musulmana y nos acercan a la problemática convivencia de los moriscos con los cristianos viejos, tras la reimplantación de la fe evangélica; la arquitectura abacial en la cumbre, mirando a la Alhambra y a la torre de la catedral, nos proponen un camino de concordia y de coexistencia entre los dos credos monoteístas, avalado por la hermenéutica moderna del episodio sacromontano. Este ideal de respeto mutuo, tan justo como necesario, no se desvanece por estar expresado en la literatura plúmbea a través de ficciones históricas, anacronismos y sincretismos doctrinales, fruto de una estrategia apasionada.
La intención del arzobispo granadino, al empeñar la fortuna heredada de su padre en la construcción de la Colegiata y del Colegio en torno a las cuevas, fue celebrar la liturgia cristiana con culto especial a los primeros evangelizadores mártires y difundir la fe a través de la educación de la juventud y la promoción moral del pueblo. Este empeño contrareformista no ignora que en la intrahistoria de esta institución granadina está el ser una síntesis de la Granada antigua, medieval y moderna.
El 1 de febrero, fecha del martirio de Cecilio según la lámina sepulcral, los granadinos suben al monte sagrado, intuyendo que algo muy importante significa y postula este santuario extramuros de la ciudad. Más allá de la romería, eco de las devotas caminatas de las generaciones pasadas, vislumbran su grandeza institucional, su decisivo influjo en el devenir de nuestra historia y su simbolismo religioso que ofrece un camino de sentido y de trascendencia para encauzar el materialismo que nos agobia. Una abadía en el sur remedando otras del centro y norte de España; un sacro monte como otros sacromontes en Europa; una cumbre coronada por la cruz, recordatorio del monte Calvario de Jerusalén: Todo un reclamo de humanismo liberador.
El galopar del tiempo, los infortunios, los nuevos rumbos de la vida social y la precariedad económica de la Iglesia granadina han desfigurado una parte de su estampa original y dificultan el desarrollo de sus fines fundacionales. Se mantiene, no obstante, con dignidad la vida litúrgica en la colegiata. Numerosos grupos provenientes de colegios, parroquias y otras organizaciones sociales de España y también del extranjero admiran en el museo la cuidada selección de documentos de su archivo y biblioteca como también la muestra de piezas artísticas de su valioso patrimonio. Los investigadores sienten atracción por la variada temática que los fondos archivísticos ofrecen. Abundan las tesis doctorales, los artículos en revistas especializadas, las publicaciones sobre la urdimbre sacromontana y últimamente son varias las novelas que tocan el episodio de Valparaíso y sus conexiones con la Granada del setecientos..
Más allá de todo esto, la Iglesia diocesana, con su arzobispo a la cabeza, es consciente del tesoro heredado. Y no ceja en buscar medios que restauren en su totalidad tan emblemática fundación. Pero sus deseos van más allá que sus posibilidades económicas. Hace poco tiempo creó la Asociación de Amigos de la Abadía del Sacro Monte, animada por seglares y con la implicación de la Asociación de antiguos alumnos y la Cofradía del Consuelo. Con los escasos medios que llegan se están realizando obras menores, dirigidas por el entusiasta arquitecto rehabilitador. El Cabildo, por su parte, espera con fe inquebrantable que un día no lejano se reanimará en su totalidad tan singular legado. Sueña, entre otros proyectos culturales, con ofrecer un recinto de sosiego a los que buscan silencio y paz interior.
Si la sociedad granadina y sus gobernantes se implicaran en la ayuda para revitalizar su Abadía, única en Andalucía, todos seríamos beneficiarios de esta herencia espiritual y cultural que nos honra. Si la dejamos languidecer, la honra se tornará en deshonra.
El Cabildo de la Abadía del Sacro Monte