José Antonio Satué: «He percibido ya en Málaga su evidente desarrollo económico pero también problemas sociales de calado»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Por su interés y actualidad, reproducimos la entrevista que el periodista Ignacio A. Castillo publicó en el periódico La Opinión de Málaga.

Lee en este enlace la entrevista en la web de La Opinión de Málaga

José Antonio Satué: «He percibido ya en Málaga su evidente desarrollo económico pero también problemas sociales de calado»

El nuevo obispo de Málaga, cuyo nombramiento ha hecho público este mismo viernes la Santa Sede, señala que la dificultad para acceder a una vivienda o para llegar a fin de mes son realidades a las que la Iglesia no va a dar la espalda y que afrontará desde la «creatividad de la caridad» pero también exigiendo a las administraciones el cumplimiento de sus responsabilidades.

Aunque aún no ha tomado posesión de la sede malacitana, lo que no ocurriá hasta el próximo 13 de septiembre durante una solemne función religiosa en la Catedral, José Antonio Satué ya ejerce de obispo de Málaga y solo unas horas después de conocerse su nombramiento, atiende en una entrevista a La Opinión de Málaga en la que hace referencia a sus sentimientos al asumir su nuevo ministerio en una diócesis que poco o nada tiene que ver ni con la suya de origen (Huesca) ni con la que de Teruel y Albarracín, de la que ha sido pastor durante los últimos cuatro años. Aunque todo apuntaba a su nombramiento, hasta este mismo jueves no se terminaba de despejar la incógnita y este viernes al mediodía la Santa Sede ha hecho pública su designación. Sitúa a la parroquia como centro de la actividad eclesial. Conocido por ser una persona cercana a Juan José Omella, cardenal y arzobispo de Barcelona (Satué sonaba para asumir la mitra barcelonesa) llega a Málaga y continúa así con la tendencia de los últimos obispos no andaluces que toman las riendas de la diócesis, que afronta importantes retos, por lo que necesitará un periodo de adaptación. En su primer mensaje audiovisual a los fieles malagueños, de hecho, ya pedía «paciencia», a la vez que se mostraba ilusionado por aprender a «conocer y valorar la cultura y religiosidad de Andalucía». Su juventud juega a favor de un episcopado largo.

Ignacio A. Castillo

En su primer mensaje a los fieles de Málaga reconocía que sentía «vértigo» ante su nuevo destino. ¿A qué se refería exactamente?

Le contesto con algunos datos: me crie en Sesa, un pueblo de la provincia de Huesca que ahora tiene 100 habitantes, a 900 kilómetros de Málaga. Además, la diócesis de Huesca, en la que estrené mi vida cristiana, y la de Teruel y Albarracín, que me ha enseñado a ser obispo, no alcanzan los 100.000 habitantes; mientras que la de Málaga supera 1.800.000. Por otra parte, soy bien consciente de mis limitaciones y pecados. La suma de estas y otras circunstancias me produce vértigo. Sin embargo es más fuerte la confianza en Dios y en los cristianos y cristianas de Málaga que –estoy seguro– tendrán paciencia conmigo y facilitarán mi tarea.

Algunos medios especializados señalan que, por su vinculación con el cardenal Omella, aspiraba a la archidiócesis de Barcelona. ¿Puede confirmar esto?

Permítame una observación: algunos “medios especializados” que se presentan como católicos no son de fiar, pues habitualmente difunden informaciones que resultan falsas y lanzan rumores interesados. Gracias a Dios, también tenemos medios que informan con seriedad de la actualidad eclesial. Y respondiendo a su pregunta, lo único que puedo confirmarle es que soy amigo del cardenal Omella desde hace más de 30 años, cuando él era sacerdote de Zaragoza y un servidor seminarista de Huesca. También quisiera señalar que desde que comencé a ser sacerdote y con mis muchas limitaciones, he procurado acoger todas las misiones encomendadas con espíritu de disponibilidad pastoral, siguiendo el consejo de “nada pedir y nada rehusar”.

Jesús Catalá ha estado 17 años ocupando la sede malacitana. ¿Se ve usted tanto tiempo entre nosotros?

Con la ayuda de Dios, estaré en Málaga mientras la Iglesia me lo pida. Sí que desearía permanecer más tiempo que en Teruel y Albarracín, donde apenas voy a completar cuatro años. Es necesario tiempo para conocer la realidad, comenzar iniciativas pastorales y darles consistencia. Aprovecho la mención a don Jesús Catalá, para agradecerle públicamente su acogida y su ayuda fraterna en estas últimas semanas.

La diócesis de Málaga es rica en presencia de movimientos eclesiales, ¿cómo valora usted la diversidad de carismas que aportan? ¿Ha tenido contacto con ellos durante su trayectoria?

La diversidad de carismas dentro de la Iglesia Católica es una gran riqueza. Conozco diferentes realidades eclesiales, muchas de ellas presentes en la diócesis de Málaga. Procuraré acompañarlas para ayudarles a crecer y a vincularse afectiva y efectivamente a la vida de las parroquias y de la Iglesia diocesana.

¿Conoce el valor de la piedad popular en Málaga? ¿Le han contado el papel importante que tanto en el culto, la formación y la caridad desarrollan las hermandades de penitencia y de gloria de la diócesis y el importantísimo número de católicos que movilizan?

La religiosidad popular es un caudal de espiritualidad, como han dicho los obispos andaluces. Espero poder contribuir a avivar su potencial, para que estas realidades eclesiales se vinculen más a las parroquias y sigan siendo comunidades de formación, celebración, evangelización, cultura y solidaridad con las personas más desfavorecidas. Procuraré estar cercano, en la medida que la agenda me lo permita, en las diversas actividades de las hermandades y cofradías.

Málaga es una plaza de indudable éxito económico, pero sabemos por Cáritas que incluso gente con trabajo necesita ayuda económica para llegar a fin de mes. La juventud, y la población en general, afronta en Málaga y en España un particular problema de acceso a la vivienda ¿Son cuestiones para reflexionar?

En las últimas semanas he estado atento a los medios locales de Málaga y he podido percibir tanto su evidente desarrollo económico como algunos problemas sociales de calado. La dificultad para acceder a una vivienda y para llegar a final de mes es una realidad a la que no podemos dar la espalda. Desde la Iglesia estamos obligados a una creatividad de la caridad, que nos lleve, por una parte, a exigir a las instituciones públicas el cumplimiento de las responsabilidades que les corresponden y, por otra, a acompañar y promocionar a tantas personas y familias, para que puedan vivir con dignidad.

Hay un evidente proceso de secularización ¿Qué puede hacer la Iglesia para concitar el interés de los jóvenes y, como quería el papa Francisco, de los más alejados?

Desde mi experiencia, me atrevo a señalar tres caminos. Primero, iniciar y profundizar en la experiencia de Dios, pues a veces incluso algunas personas que participan en la vida de la Iglesia y practican actividades piadosas, no tienen el hábito de “tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”, como diría Santa Teresa de Ávila. Segundo: continuar la transformación de nuestras parroquias para que sean verdaderas comunidades y comunidades de comunidades, sin conformarse con ofrecer servicios religiosos. Tercero, buscar en el encuentro y el diálogo con personas que no comparten nuestra fe, pero están interesadas en resolver los problemas de nuestra sociedad y en especial de tantos hombres y mujeres que sufren.

¿Cuáles son los principales retos a los que cree que se va a enfrentar y cuáles son los primeros cambios que considera deberá afrontar?

Conociendo tan poco la realidad de la provincia de Málaga y de la ciudad de Melilla, cualquier respuesta concreta podría constituir un despropósito. Además, estoy abierto a las sorpresas de la vida y de Dios, que nunca defrauda ni se deja ganar en generosidad. Iremos descubriendo y siguiendo las inspiraciones del Espíritu, a través de la oración y el diálogo entre todos los bautizados y bautizadas, sin descuidar la escucha atenta a todas las personas de buena voluntad. En este sentido, la experiencia sinodal impulsada por el papa Francisco reclama promover actitudes y estructuras sinodales en todas las realidades eclesiales.

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