
Un grupo de jóvenes y adultos ha estado preparándose durante un mes para consagrarse al Corazón de Jesús, guiados espiritualmente por el sacerdote José Rodríguez Bonilla. Durante este tiempo, han seguido un itinerario de oración y meditación diaria, complementado con una jornada semanal que incluye una meditación, adoración y celebración de la Eucaristía. Esta preparación no ha sido simplemente para un acto puntual, sino para acoger cada vez más el espíritu de misericordia y compasión de Cristo. Como nos recuerda San Juan, del costado abierto de Jesús recibimos el Espíritu Santo, para que, permaneciendo en su amor, podamos vivir y compartir los mismos sentimientos del Corazón de Cristo.
El itinerario culminó con una emotiva Eucaristía celebrada en la Iglesia del Sagrado Corazón, donde las religiosas Esclavas del Santísimo adoran día y noche al Corazón Eucarístico de Jesús.
Sin embargo, la consagración no concluye aquí. La segunda etapa es asumir el compromiso de ser colaboradores en la obra evangelizadora de la Iglesia. Durante la Eucaristía, el sacerdote José Rodríguez Bonilla recordó a los consagrados que este acto es también una misión: un envío al mundo para ser testigos vivos del amor de Dios, construyendo —como lo expresó bellamente el Papa Pablo VI— una verdadera civilización del amor.