Eucaristía en el 50 aniversario del fallecimiento de san Josemaría Escrivá

La celebración por el fundador del Opus Dei se celebró en vísperas de su fiesta litúrgica, que tiene lugar hoy jueves día 26, en la iglesia del monasterio de San Jerónimo.

En vísperas de la fiesta litúrgica de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, la iglesia del monasterio de San Jerónimo ha acogido la Eucaristía en el año en que se cumple el 50 aniversario de su fallecimiento, acaecido un 26 de junio de 1975.

Presidida por el arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, la Eucaristía fue concelebrada por D. Luis A. Prados Rivera, vicario del Opus Dei para Andalucía Oriental y Melilla; D. David Salcedo, párroco de San Matías; D. Antonio Fernández Siles, párroco de la Abadía del Sacromonte; D. Juan Carlos Hidalgo Zúñiga, capellán del PTS; D. Fernando Roca Palop, párroco de la Natividad de Nuestra Señora de La Rábita; y los sacerdotes de la prelatura D. Evaristo Moreno, D. Tomás Sola Martínez, Catedrático de Didáctica y Organización Escolar, D. José Antonio Senovilla, D. José María Sanchis, D. Francisco José Ramiro, D. Rafael Carrascosa, D. Rafael Martínez, D. Chema Martínez, D. Pedro González y D. José Luis Benito. Una celebración en la que acompañó la ceremonia el Coro Argentum Granada y en la que el Sacramento de la penitencia estuvo disponible con dos sacerdotes atendiendo confesionarios.

Numerosas personas pertenecientes al Opus Dei llenaron el templo, a los que también acompañaron cooperadores, amigos y fieles en general.

HOMILÍA DE MONS. GIL TAMAYO

En sus palabras durante la homilía, nuestro arzobispo D. José María recordó que ese día, el 25 de junio, era el aniversario de la ordenación de los tres primeros sacerdotes del Opus Dei, y que, precisamente hacía 50 años, el 26 de junio de 1975, asistió a la misa celebrada por uno de ellos, D. José Luis Múzquiz, en la casa de retiros de Pozoalbero, cerca de Jerez.

Mons. Gil Tamayo glosó las enseñanzas de san Josemaría Escrivá sobre el alma sacerdotal de todos los bautizados, el sacerdocio común a todos los fieles cristianos, esencialmente distinto del ministerial; pero no por eso menos real. Insistió en la necesidad de rezar mucho por todos los sacerdotes y se refirió a san Josemaría como un don no sólo para el Opus Dei, sino para la Iglesia entera.

Al hablar de la santificación del trabajo, eje del espíritu que transmitió san Josemaría, señaló que era posible si iban muy unidas Eucaristía y vida ordinaria. También bromeó con que ese trabajo que hay que santificar incluye el descanso, el deporte y la vida sana.

ALGUNAS PALABRAS Y PENSAMIENTOS DE SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ

Por su interés, recordamos algunas palabras de san Josemaría sobre el sacerdocio, disponibles también en internet.

Homilía Sacerdote para la eternidad

En los ordenados, este sacerdocio ministerial se suma al sacerdocio común de todos los fieles. Por tanto, aunque sería un error defender que un sacerdote es más fiel cristiano que cualquier otro fiel, puede, en cambio, afirmarse que es más sacerdote: pertenece, como todos los cristianos, a ese pueblo sacerdotal redimido por Cristo y está, además, marcado con el carácter del sacerdocio ministerial, que se diferencia esencialmente, y no sólo en grado[13] del sacerdocio común de los fieles.

(…)

En una palabra: se pide al sacerdote que aprenda a no estorbar la presencia de Cristo en él, especialmente en aquellos momentos en los que realiza el Sacrificio del Cuerpo y de la Sangre y cuando, en nombre de Dios, en la Confesión sacramental auricular y secreta, perdona los pecados. La administración de estos dos Sacramentos es tan capital en la misión del sacerdote, que todo lo demás debe girar alrededor. Otras tareas sacerdotales -la predicación y la instrucción en la fe- carecerían de base, si no estuvieran dirigidas a enseñar a tratar a Cristo, a encontrarse con El en el tribunal amoroso de la Penitencia y en la renovación incruenta del Sacrificio del Calvario, en la Santa Misa.

San Josemaría, Forja, n. 369

Si actúas –vives y trabajas– cara a Dios, por razones de amor y de servicio, con alma sacerdotal, aunque no seas sacerdote, toda tu acción cobra un genuino sentido sobrenatural, que mantiene unida tu vida entera a la fuente de todas las gracias.

San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 106

El cristiano se sabe injertado en Cristo por el Bautismo; habilitado a luchar por Cristo, por la Confirmación; llamado a obrar en el mundo por la participación en la función real, profética y sacerdotal de Cristo.

San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 120

Llamado a servir a Dios con su acción en el mundo, por el sacerdocio común de los fieles, que confiere una cierta participación en el sacerdocio de Cristo, que –siendo esencialmente distinta de aquella que constituye el sacerdocio ministerial– capacita para tomar parte en el culto de la Iglesia, y para ayudar a los hombres en su camino hacia Dios, con el testimonio de la palabra y del ejemplo, con la oración y con la expiación (5).

Para más información sobre el cincuentenario del fallecimiento de san Josemaría Escrivá

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