
La parroquia de Huéscar ha conmemorado un año más la celebración de su Corpus, marcada por la procesión de la Torrecilla y la realización de los altares, una tradición que se mantiene viva, que perdura con el paso de los años y que tiene su vertiente religiosa, cultural y tradicional.
Para Huéscar, el Corpus es uno de los días más grandes del año. El domingo 22 de junio, a las 10 de la mañana, las campanas comenzaron a anunciar la santa Misa. Ese día, la Misa no terminó como siempre, sino que, tras la oración final, comenzó la procesión para acompañar a Jesús Sacramentado y rezar. Es el Santísimo el que pasa por las calles, que están más bellas, adornadas y más limpias que nunca. También desprenden un olor especial a las distintas hierbas aromáticas que se esparcen, con su olor, bendiciendo el sentimiento de todos los allí presente. La Torrecilla, no es lo más preciado de la procesión: la joya va dentro, que es Jesús Sacramentado. Por eso, es especial: la procesión más especial. Todo es solemnidad y vistosidad, como se merece, con fachadas, calles y balcones engalanados.
En la procesión, la carroza con la Torrecilla se adentró en cada uno de los altares. Desde los balcones cayeron pétalos, que se convirtieron en oración, y la capilla musical, volvió a cantar los villancicos del Corpus, que datan de finales del S. XIX y principios del XX, escritos por Juan María Guerrero de la Plaza. Este año ha habido ocho altares, pues esta tradición va cogiendo auge gracias al apoyo de las hermandades y cofradías, Cáritas y grupos de personas que cada año van dejando un «gran nivel» en ellos.
Los actos comenzaron en la víspera, la noche del sábado, cuando la Banda de Música recorrió los distintos altares instalados por el centro de la ciudad. Así lo hizo con los de Calle Mayor, Carril, Plaza de la Aurora y Plaza Mayor. Tras el recorrido de la Banda de Música y la deliberación del jurado, a las 12 de la noche llegó el momento del pasacalles, a cargo los despertadores, que también visitan los ocho altares, interpretando música propia para estas grandes solemnidades.
Desde la parroquia, se agradece su esfuerzo a todos los que hacen posible que esta festividad se mantenga viva en el tiempo. Especialmente, a la Hermandad del Santísimo, al ayuntamiento de Huéscar por su gran apoyo y apuesta por seguir cuidando y mimando las tradiciones de nuestra fe y a todas las personas que han hecho posible que un año más se le haya dado culto al Santísimo Sacramento, como testimonio de fe, amor y adoración.
José Antonio Martínez.
Párroco de Santa María, de Huéscar.