«La Iglesia es más madre que juez»

Archidiócesis de Sevilla
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Sede metropolitana de la Iglesia Católica en España, y preside la provincia eclesiástica de Sevilla, con seis diócesis sufragáneas.

Francisco Gutiérrez, Juez de Primera Instancia del Tribunal Interdiocesano de Sevilla.

El medio pastoral que tienen los obispos para responder a algunas necesidades específicas del cristiano es el Tribunal Eclesiástico. El sacerdote carmelita Francisco Gutiérrez, juez de Primera Instancia del Tribunal Interdiocesano de Sevilla, nos explica cómo funciona este organismo tan fundamental como poco conocido.

Cuando hablamos de la ‘Curia de Justicia’ nos referimos a una instancia diocesana quizás poco conocida ¿Cómo nos la presentaría?

El obispo tiene tres funciones: una es enseñar, su magisterio siempre será necesario; santificar, para eso necesita de los sacerdotes que administran los sacramentos, y la tercera regir. En la función de regir a la comunidad cristiana se ayuda de dos brazos: la parte derecha, la pastoral en la que entran todas las actuaciones, como evangelizar. Y hay otro brazo que suele estar más escondido y, a veces, es la parte del sufrimiento. Éste actúa cuando los cristianos sienten que sus derechos están lesionados o no reconocidos. Esa parte tiene un organismo pastoral que es la Curia de Justicia. La justica en la iglesia es la expresión de la verdad y de la caridad.

¿Qué función tiene el Tribunal Eclesiástico?

Los tribunales sirven para aclarar las dificultades que las personas tienen en el ejercicio de su vida cristiana. Lo más común de los tribunales son las causas matrimoniales, pueden ser separaciones o declaraciones de nulidad, y la Iglesia ha pedido que las separaciones pasen al campo civil, renunciando a ejercitar ese derecho. La otra parte son las declaraciones de nulidad.

¿Hay quizás cierto desconcierto al respecto, por ejemplo cuando se las equipara a los divorcios?

No son divorcios, en los que los cónyuges rompen por decisión propia su relación y el derecho civil garantiza esa ruptura. La nulidad es la declaración del Tribunal de que aquél sacramento no se llevó a cabo con las disposiciones adecuadas.

¿Qué otras causas juzgan?

Cuando un cristiano se asocia a la familia de la Iglesia puede acudir a ella para todo lo que compone la vida del cristiano y no sabe solucionar. Se puede recurrir, por ejemplo, para que el Tribunal aclare un conflicto de un bautizado de la parroquia en colisión con el párroco o con su hermandad.

¿La estructura de los tribunales eclesiásticos se asemeja a la civil?

La Archidiócesis tiene tribunales de apelación como en la jurisdicción civil. Hay una primera instancia, que es la diócesis, y una segunda instancia o tribunal de apelación, que es la metrópolis, o sea, Sevilla y Granada en Andalucía. Y hay un tercer tribunal, que sería como el Tribunal Supremo, en Madrid o Roma. Se crean los tribunales interdiocesanos como una tercera instancia para no tener que ir a Madrid. El Tribunal siempre se compone de tres jueces, un presidente y dos adjuntos, y cada parte tiene su abogado, elegido libremente entre los acreditados en la Curia. Además, el procurador representa a las partes y el fiscal, que es el defensor del vínculo en caso de matrimonio, ayuda a que se aclare la verdad.

Son instancias muy parecidas entonces…

Se parece mucho en su estructura para que no haya colisión, pero la finalidad es distinta. Los tribunales eclesiásticos tratan de ver lo que impide que se viva el proyecto de santificación como hijo de Dios.

¿Encajan el perdón y la misericordia en la dinámica de trabajo de estos tribunales, o sólo se tiene en cuenta estrictamente la justicia?

Son dos cosas complementarias. La justicia, tal y como la interpreta el Código de Derecho Canónico, es el apoyo fundamental tanto del juez cuando instruye la causa como del cristiano que pide que estudien su problema. Sin embargo la ley canónica contempla, incluso en el campo penal, la misericordia, porque trata de hijos que quieren ser mejores, así como la disciplina y la felicitación. La Iglesia es más madre que juez. En el caso de error grande, y de que se impongan sanciones automáticas o excomuniones, la finalidad es siempre curar. Nunca el castigo es por humillar o hacer daño.

Con ocasión de la última asamblea del Sínodo, mucho se ha hablado de la situación en la que quedan los divorciados y casados civilmente.

En un cristiano no tendría que darse ese hecho porque el matrimonio no es un contrato sino un sacramento para toda la vida. Sin embargo en la sociedad se dan esas situaciones. ¿Cuál es su lugar? El Papa San Juan Pablo II lo aclaró en Familiaris Consortio, cuando hablaba de la pastoral de las situaciones anómalas. Recordaba el Papa que aunque se esté en una situación que no es la natural para un hijo de la Iglesia, no por eso se deja de ser hijo de Dios. Decía a los sacerdotes que los atienden pastoralmente que no son personas a evitar, que procuren que no se alejen de la Iglesia, que no son colaboradores del mal. Ni tenerlos en la familia es ser cómplices del mal, porque están en situación de mucho sufrimiento y necesitan misericordia del resto de la familia. Que no se desvinculen de la vida de la Iglesia. Están privados del sacramento de la confesión y la eucaristía, pero pueden rezar, participar de la misa, de la formación y el sacramento de la unción.

¿Cree que habrá cambios significativos en las conclusiones finales del Sínodo de la Familia?

Ha habido un sínodo mediático, porque los periodistas acreditados han entendido lo que han podido y han captado opiniones y creado sus propias conclusiones. Cambios fundamentales no puede haberlos porque la verdad no cambia. La Iglesia tiene su fórmula sobre la familia, y es la fórmula más moderna. Tenga en cuenta que todas esas uniones de hecho ya existían en el mundo pagano -en el matrimonio romano cabía el repudio y el divorcio, subraya-. Lo moderno es el matrimonio cristiano, y el Código de Derecho Canónico dice que el Señor lo ha elevado a la dignidad de sacramento.

¿Se posicionaría entre quienes califican el Derecho Canónico como algo ‘tolerante’ o quienes se quedan con una versión más estricta de la norma?

En la Iglesia ser estricto significa respeto absoluto a la persona y a la ley. Cuando hablamos de tolerancia es cuando caben varias opciones y se puede escoger la que más favorezca, porque son opiniones que son iguales. Luego está la libertad de la conciencia de uno.

¿Cree que en los aires renovadores del Papa hay algo preparado para los Tribunales Eclesiásticos?

El Papa puede ver que en su ministerio pastoral haya cosas que hay que actualizar, cosas que hay que suprimir y que no son necesarias en estos momentos. Puede que se cambie algo en el Tribunal. El Papa se ha quejado de que las causas matrimoniales son muy lentas, y quizás la reforma venga porque se agilicen los procesos. El Papa siempre puede dar una norma, porque tiene una visión amplia de la Iglesia, pero no me consta que en la historia de la Iglesia haya habido cambios radicales.

Loli Ramírez

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