Café de la HOAC sobre la mujer trabajadora: una mirada de esperanza

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

En el marco del Día de la Mujer Trabajadora la HOAC Jaén organizó un encuentro con una mirada de esperanza sobre el papel de la mujer en la sociedad y la Iglesia. Entre el murmullo de bienvenida, sonaba una melodía: ‘Manos de mujer” que evoca ternura, esfuerzo y lucha. Porque en esas manos está la historia de tantas mujeres que, con su trabajo y su entrega, sostienen la vida.

La reunión empezó, con el aroma del café en el aire, para hablar de ellas, de nosotras, de las que cuidan, de las que trabajan en la sombra, de las que construyen futuro sin que su voz siempre sea escuchada en un día de lucha, de reivindicación, pero, también, de esperanza.

María Luisa Rodríguez entonó su canción: ‘Dios es como una mujer’. Porque si Dios es amor que quiere una comunidad de iguales ¿cómo no reconocerlo en esas manos que sanan, que sostienen, que construyen?

Miramos la realidad de frente en una cultura que nos aleja de los problemas reales pero que contrarrestamos con los testimonios de vida que acompañamos y que se contaron en el café. Reflexionamos sobre cómo el trabajo en condiciones dignas sigue siendo un privilegio, cuando debería ser un derecho. Millones de mujeres trabajan sin contratos, sin protección, en la economía sumergida: empleadas del hogar, jornaleras, cuidadoras, siguen esperando justicia. Y en este 8M Iglesia por el Trabajo Decente insta a renovar el compromiso con la justicia social. Pero también nos hablamos unas a las otras de los signos de esperanza. De pequeñas conquistas, como el reconocimiento de derechos para las empleadas del hogar. De mujeres que, en lo cotidiano, siembran dignidad con su compromiso silencioso como el testimonio de Ramona, una mujer de 66 años de Villargordo, sin estudios pero con inquietudes de aprender que trabajó en la aceituna, en una fábrica de conservas, en una mercería y que  enfrentó desafíos cuando su esposo enfermó cuidando a su familia y a la comunidad y que en la actualidad participa en la directiva del hogar del pensionista, viendo su vida como una misión de esperanza y servicio a los demás, guiada por su fe en Dios.

Se narraron testimonios de acoso laboral y de la precariedad vivida en empresas. Se compartió la historia de vida de una mujer en prisión y cómo en esas duras circunstancias encontró a Dios ayudando a otras mujeres de la cárcel. Dos religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos testimoniaron su eclesialidad y compromiso con los más necesitados en nuestra ciudad: Cáritas, prisión, Proyecto Hombre…

Sus historias fueron las de tantas y sus luchas las de todas. Porque cada una de las palabras compartidas recordaron que la desigualdad no es solo una estadística, sino una herida que atraviesa vidas.

En la Iglesia, también, hay caminos por recorrer. María Luisa Rodríguez informó sobre La Revuelta de las Mujeres y la convocatoria del 29 de marzo de 2025 en la que nos visitará una de las teólogas del libro con el mismo nombre, para poder constituir en Jaén ese encuentro que ya se ve necesario. Porque la fe no puede ser un espacio de exclusión, sino de encuentro, de justicia, de dignidad compartida.

Cerramos este café leyendo el manifiesto de ITD con motivo del 8M Por la dignidad de las mujeres. Trabajo decente, no privilegio que denuncia la realidad invisible de la economía sumergida que viven tantas mujeres, con la mirada en el futuro, invitando a pensar en una nueva forma de entender el trabajo. No solo como un medio de producción, sino como un acto de cuidado, de comunidad, de servicio a la vida, recordando así la campaña de la HOAC Cuidar el trabajo, cuidar la vida, porque somos para cuidar, sobre todo, la fragilidad. El cuidado es la regla de oro de la humanidad.

Mientras nos despedimos insistimos en que había que fortalecer espacios de formación cómo éstos en los que cada testimonio ha ido tejiendo una manta para protegerse del frío de la precariedad, de la economía sumergida, de la desigualdad… pero que ha llevado al conjunto de asistentes al convencimiento de que haber compartido experiencias vitales sobre trabajo, sobre familia, manifestando las debilidades, la falta de salud mental, la dificultad en las relaciones familiares…ha vinculado a los participantes porque vida subsiste donde hay  vínculos, comunión y fraternidad. La desvinculación social supone un profundo descuido de la vida.

Se terminó el acto cantando Pan y Rosas, porque las mujeres quieren que el trabajo sea un principio de vida y no un obstáculo para la vida.

Quedó flotando una pregunta en el aire: ¿cómo seguimos caminando juntas? Porque la igualdad no es un destino, sino un camino que seguimos construyendo día a día con nuestras voces, nuestras manos y nuestra esperanza.

                                           HOAC-Jaén

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