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La parroquia de San Antonio de Padua, en Carboneras, vivió el martes 25 de febrero una tarde de profunda emoción y significado. En una iglesia repleta de fieles, el que fuera su párroco y actual vicario de pastoral, D. Francisco Sáez, impartió su bendición y envió en misión “ad gentes” al sacerdote Antonio Manuel Hernández Belmonte, hijo del pueblo. Con este gesto, se hacía realidad el sueño misionero que había latido durante años en el corazón de este sacerdote y que ahora inicia una nueva etapa de entrega en Piura, Perú.
La celebración reunió a un gran número de sacerdotes y fieles provenientes de todas las parroquias donde Antonio Manuel ha ejercido su ministerio a lo largo de 24 años. También estuvieron presentes autoridades de diversos municipios, testimoniando el cariño y la admiración hacia su labor pastoral. Su familia, que lo ha acompañado en todo momento, vivió con emoción este envío misionero, respaldándolo con su cercanía y apoyo incondicional.
Tras recibir la bendición en nombre del obispo, el vicario lo enviaba oficialmente en nombre de toda la diócesis. Con humildad y gratitud, Antonio Manuel pidió a los asistentes que lo llevaran siempre en su oración, para sostenerlo espiritualmente en este nuevo desafío.
Como colofón de este emotivo momento, en la tarde del 26 de febrero, Antonio Manuel regresó a la parroquia para compartir su testimonio con los niños de Primera Comunión. En un gesto cargado de simbolismo, ellos, en nombre de toda la comunidad, le entregaron una estola con el logo del Jubileo de la Esperanza, recordándole que no emprende esta misión solo, sino acompañado por el cariño y la oración de su gente.