Pongámonos serios, ha llegado el fin de año y muchos de los buenos propósitos que nos habíamos marcado han caído por el camino. Siempre nos pasa lo mismo. No hemos sido capaces de dejar de fumar, de perder esos kilos de más, de sacar adelante aquel trabajo académico, reconciliarnos con aquel familiar, controlar el temperamento, ahorrar aquello o simplemente marcarnos un horario de actividad. Si seguimos podríamos enumerar situaciones frustrantes de todo tipo. Es increíble cómo a veces luchamos batallas que sabemos de antemano que vamos a perder. Sin embargo, pienso que es cuestión de perspectiva.
En el fondo todos luchamos contra la entropía y esto no es nada fácil. Para saber en qué consiste nos basta con entender que es el caos o desorden inherente a todo proceso. Las cosas tenderán al desorden de forma natural, pues cuanto más se prolonga una situación más caótica se vuelve. Por ello, mantener el orden requiere de nosotros un compromiso claro de gastar energía en esa labor. Entonces, ¿el caos y la incertidumbre son inevitables en mi vida? Para resumir: sí, lo son. Aunque pretendas vivir toda tu vida en la tensión de querer controlarlo todo no podrás luchar contra la entropía. Se impone, por tanto, un cambio de actitud.
El primer paso es asumir que hay multitud de factores que escapan a nuestro control. Hay que añadir la incapacidad humana de mantenernos en tensión para que todo esté en el sitio en que hemos decidido que esté. Lo siguiente es entender que aquello por lo que tanto se lucha es solo la ilusión de seguridad que necesitamos, pero es solo eso, una ilusión. El último paso es comprender que si Dios te ha dado la vida ¿no es demasiado querer dirigirla tú solo? Pienso que él sabrá mucho mejor lo que conviene. Así que no te preocupes, asume el caos como parte de la experiencia y vivirás más tranquilo. Confía y vivirás más feliz.
Jesús Martín Gómez
Párroco de Vera