Cada año por estas fechas dedicamos un domingo a reflexionar sobre la realidad de la Iglesia en la que vivimos. Este año, el domingo 10 de noviembre, Día de la Iglesia diocesana. Esta Iglesia universal, que Cristo ha fundado, vive en cada una de las Iglesias particulares. Nuestra diócesis de Córdoba comprende toda la provincia civil de Córdoba. Aquí vive y camina la Iglesia santa de Dios, presidida por su obispo, asistida por sus presbíteros al frente de cada una de las parroquias, alentada por los religiosos y religiosas en sus múltiples carismas y sostenida por los miles y miles de fieles cristianos laicos, que viven en el mundo y en las realidades temporales, transformando desde dentro el mundo en que vivimos.
La Iglesia diocesana de Córdoba vive en sus 233 parroquias, que en casi todos los pueblos de la provincia tiene un sacerdote al frente, entregado con alma, vida y corazón al servicio de este Pueblo santo. La primera necesidad, por tanto, es garantizar que pueda haber sacerdotes para todas las parroquias, que celebren la Eucaristía y traigan a Jesús a cada altar, organicen la catequesis de niños, jóvenes y adultos, atiendan a los pobres y a los enfermos, administren el perdón de Dios para todos los que se acerquen a recibirlo, cultiven la piedad popular en cada una de las cofradías y hermandades que viven en nuestros pueblos y ciudades.
El Seminario es la primerísima necesidad, y de ahí saldrán los sacerdotes que atienden al Pueblo santo de Dios. No nos cansemos que darle a la diócesis muchos y santos sacerdotes, de ayudarla a tenerlos con todos los medios a nuestro alcance, particularmente con la oración para que el Dueño de la mies mande trabajadores a su mies, y con nuestra limosna para su sostenimiento económico.
“¿Y si lo que buscas está en tu interior? Todos tenemos una vocación. Busca en tu interior y descubre el plan que Dios tiene para ti”. Con este lema, la Jornada de este año 2024 quiere poner el acento en el tema vocacional. Es decir, Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, se trata de descubrirlo y secundarlo. En el próximo mes de febrero celebraremos festivamente el Congreso de Vocaciones para profundizar en esta realidad de nuestra propia vocación. El Día de la Iglesia diocesana quiere adelantarlo y ponernos en sintonía con el asunto. La vida no discurre por nuestra propia iniciativa, sino que responde a un proyecto de Dios, y cada uno está llamado a aportar su vida en la construcción del Reino, en la nueva evangelización, en la edificación de la Iglesia en el nivel donde se encuentre.
Este año estamos todos impactados por el gran desastre de las inundaciones en Valencia y en otros lugares de España. Todo ello sucede a fin de cuentas para suscitar en nosotros una solidaridad insospechada, como está sucediendo. Estos hechos tan trágicos no son culpa de nadie, y menos aún de Dios, que regula el curso de la historia. La creación entera está toda ella sometida a la frustración a la espera de la libertad gozosa de los hijos de Dios, nos enseña san Pablo: “Toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto” (Rm 8,22). También a la creación, que ha salido bien hecha de las manos de Dios, le afecta el desorden del pecado, y por tanto tiene que ser redimida con la redención de Cristo y la colaboración de todo el que quiera participar.
Os invito a todos a colaborar en la medida de vuestros recursos en la reconstrucción de los pueblos devastados. La colecta de este domingo la enviaremos íntegra al arzobispo de Valencia, como nuestro grano de arena en la reconstrucción de tanta destrucción. Vendrán otras ayudas de las administraciones públicas y de la Iglesia. Por nuestra parte, pongamos todos el amor de quienes quieren aliviar el sufrimiento de tantos hermanos cercanos. Es un imperativo de la caridad cristiana.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
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