El pasado lunes, 4 de noviembre de 2024, la Parroquia de San Ignacio de Loyola acogió una jornada de formación organizada por CONFER Almería y Misión Almería de los Jesuitas, bajo el título Orar la vida con la Palabra. La sesión fue impartida por Víctor Herrero, fraile capuchino, teólogo y escritor, quien, a través de sus poemas, invitó a los asistentes a un espacio de introspección y contemplación de la vida.
La charla fue presentada por el jesuita Daniel Izuzquiza, quien introdujo a Herrero y la profundidad de sus reflexiones poéticas. Durante la presentación, Herrero compartió algunos de sus poemas y reflexiones, ofreciendo una mirada única sobre la oración como un diálogo entre la vida y la contemplación. “Los ojos y la vida se sacian mutuamente”, señaló, describiendo la oración como una conversación continua entre lo que vemos y lo que sentimos. A modo de ejemplo, relató la historia de un niño en un contexto de guerra, que, al ser preguntado por un periodista sobre lo que más extrañaba, respondió con sencillez y nostalgia: «desayunar un trozo de pan tierno, unos lápices y libros». Con estas palabras, Herrero ilustró cómo la poesía convierte la realidad en versos a través de la mirada de quien la vive.
Durante su intervención, Herrero también subrayó la presencia de Dios en la cotidianidad. Relatando su viaje en la mañana por tierras almerienses, afirmó: “Dios no es el Arrecife de las sirenas, pero nos da el Cabo de Gata y se hace presente en él y en plástico que tapa las cubiertas de los invernaderos”, reflexionó, señalando cómo el Creador se manifiesta en la belleza y en lo ordinario.
“La poesía es el arte de la aceptación y la rebeldía”, añadió, recordando las palabras de la poeta franciscana Jane Canion antes de morir: “¡De acuerdo!”. Esta aceptación, dijo Herrero, es un signo de la fe, que, lejos de buscar a Dios, se abre a su misterio, ese misterio que también es capaz de abrir caminos o zanjas en nuestra vida.
Para Herrero, la dinámica de la vida espiritual se asemeja a la poesía: “Te mando lo que no me pertenece”. En este acto de dar y recibir, se encuentra una invitación a permitir que lo que recibimos circule y alcance a otros, como la oración que no se busca sino que nos encuentra, envolviéndonos en el asombro y en la gratitud por estar vivos.
El acto formativo acabó con algunos ecos de las palabras pronunciadas a cargo de los partipantes agradecidos por la bella y profunda reflexión.