La devoción a la Virgen del Rosario en tierras onubenses (Siglo XVI)

La devoción a la Virgen del Rosario en tierras onubenses (Siglo XVI)

Aunque la devoción a la Virgen María por medio del rezo del Santo Rosario se extendió por España en el siglo XV por los dominicos, y en especial por la predicación de San Álvaro de Córdoba, de dicha orden religiosa y de la devoción en tierras onubenses no tenemos datos hasta el siglo XVI[1].

En Lepe, en 1516, fue fundado el convento de varones bajo el título de Santa María de Gracia, por Teresa de Zúñiga, duquesa de Béjar[2].  En 1531 fueron erigidos dos conventos de dominicos: en Gibraleón, bajo la advocación de Santa María del Subsidio[3], y en Niebla con el título de Santo Domingo[4].  En 1570 Matea y Ana Barba de Castilla fundaron en Aracena el convento de dominicos en el Hospital de San Sebastián[5]. El primero de monjas dominicas fue el que Pedro Martín Calvo fundó en Rociana en 1587, bajo el título de Ntra. Sra. del Socoro, comunidad que en 1610 fue trasladada a Almonte[6].

Además de los conventos dominicos, la devoción a la Virgen del Rosario fue fomentada a nivel popular por sus respectivas cofradías. Documentalmente nos constan la Hermandad del Rosario, de Valverde, en 1592; de Zufre y Cumbres de San Bartolomé, en 1593; de Escacena, en 1597; y de Ayamonte e Hinojos en 1598[7]. No obstante, la existencia de imágenes de fechas anteriores nos puede remitir a sus correspondientes hermandades.

Las imágenes de la Virgen del Rosario del siglo XVI que se conservan en la actualidad fueron realizadas según los cánones artísticos del manierismo, propio de la época, caracterizadas por su elegancia, sobriedad y perfil de líneas cerradas. Contamos las de Beas, de hacia 1560; Villanueva de los Castillejos, 1569; Zufre, 1577; y de las dos últimas décadas del siglo, las de Cumbres Mayores, Chucena, Hinojales y Villarrasa. Desapareció la de Aracena, de la que se dice fue donada por San Pio V en diciembre de 1571. Tampoco se conserva la de Paymogo, de 1589. Las de Cumbres Mayores y Zufre son de vestir. Ya hemos comentado la escultura de la Virgen del Rosario, de Miguel Adán, 1569, de Villanueva de los Castillejos[8]. Veamos a continuación la de Chucena, que, con la de Beas, figuró en la Exposición Ave María, celebrada en la Casa Colón, de Huelva, en diciembre y enero de 2003, como acto preparatorio del Cincuentenario de la Diócesis de Huelva[9].

VIRGEN DEL ROSARIO

Parroquia de San Bartolomé. Beas
Escultura en madera policromada. Mide 1,04 m. de alto.
Obra del círculo de Roque Balduque, hacia 1560-1570.[10]


La Virgen, de pie, lleva al Niño Jesús en su brazo izquierdo, mientras que en el derecho ostenta el cetro, como símbolo de su poder de intercesión. Entre Madre e Hijo sostienen el rosario de su advocación. La Virgen viste túnica marfil y manto azul con vueltas rojas, que cae desde la cabeza hasta el brazo izquierdo que sostiene al Niño, vestido y con las tres potencias. Como nota característica de Roque Balduque, observamos el velo que cae sobre la frente y se cruza por delante del pecho, como ocurre en la Virgen de la Misericordia, de Sevilla, de 1558. El Niño fue sustituido en la segunda mitad del siglo XVIII. En 1774, la cofradía encargó un retablo, desgraciadamente desaparecido en 1936. Hoy ocupan su lugar los restos de lo que fue el retablo mayor de la parroquia, de columnas salomónicas, obra de Francisco Barahona, 1709. Habitualmente lleva los atributos de la Mujer apocalíptica: vestida de sol – ráfaga de rayos–, la luna bajo sus pies, y coronada de doce estrellas. Se eleva sobre peana barroca, de ángeles que sostienen la media luna, y querubines en la nube.[11]

VIRGEN DEL ROSARIO

Parroquia de Ntra. Sra. de la Estrella. Chucena
Escultura en madera policromada. Mide 1,15 m. de alto.
Obra del círculo de Bautista Vázquez el Viejo, hacia 1570-1580.[12]


La Virgen María aparece de pie, llevando al Niño Jesús sentado sobre su brazo izquierdo conforme a la iconografía de la Hodegetria o Conductora. Con la mano derecha sostiene un cetro entre sus dedos, y ofrece el rosario, que da nombre a su titulación. Cubre su cabeza con velo blanco, que deja ver parte de sus cabellos. Esbelta, con la rodilla derecha adelantada, en contrapposto, viste túnica dorada y manto azul dorado y estofado, que se cruza por debajo de su izquierda, y cuyos pliegues caen verticalmente, otorgando serenidad a la figura. La ligera inclinación de la cabeza inicia una línea sinuosa, que se continúa por los pliegues del manto. El Niño semidesnudo sujeta en su mano izquierda la bola del mundo. Coinciden las miradas de la Madre y del Hijo, que se dirigen a sus devotos. La composición unitaria, de formas cerradas, nos remiten a los maestros sevillanos del Renacimiento, de procedencia castellana, como Juan Bautista Vázquez, y su círculo, Miguel Adán, Gaspar del Águila, Juan de Oviedo y otros. El estofado del manto muestra decoración de rocallas, lo que revela una intervención en la segunda mitad del siglo XVIII. En 1950 fue restaurada por José Geronés Vallés, quien le puso ojos de vidrio[13].


[1] ROMERO MENSAQUE, Carlos José, “Apuntes para una historia del Rosario en tierras onubenses durante la Edad Moderna”, en Baena en el V Centenario de la Provincia Bética (1515-2015), pp. 197-222.

[2] Analecta Sacri Ordinis Praedicatorum, t. I, 1893, p. 62. ORTEGA, Ángel, OFM, La Rábida. Historia documental crítica, t. IV, p. 35. Sevilla, 1925.

[3] Analecta, o.c., p. 61.

[4] Analecta, o.c., p. 60.

[5] Analecta, o.c., p. 58.GONZÁLEZ TELLO, Víctor, Apuntes históricos de Aracena y su distrito, Original mecanografiado, Aracena, 1949, p. 676.

[6] CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, Historia de la devoción y culto a Ntra. Sra. del Socorro, Patrona de Rociana del Condado, Rociana del Condado, 1989.

[7] GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, Escultura mariana onubense. Huelva, 1981, pp. 485-486. Id. Id., Nuevos datos sobre Escultura Mariana Onubense, Huelva, 1992, pp. 62-67.

[8] https://diocesisdehuelva.es/2024/10/octubre-de-rosarios-y-campanilleros/

[9] CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, Catálogo de la Exposición Ave María, Córdoba, Cajasur, 2002.

[10] GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, en Catálogo Ave María, o.c., p. 122. Fotografía de Pedro Feria, en p. 123.

[11] GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, Escultura mariana onubense. Huelva, 1981, pp. 488-489. Id. Id., GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, Catálogo monumental de la Provincia de Huelva. t. I, Huelva, Universidad de Huelva, 1999, pp. 114-115.

[12] GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, en Catálogo Ave María, o.c., p. 120. Fotografía de Pedro Feria, en p. 121.

[13] GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, Escultura mariana onubense, o.c., pp. 492-493. Id. Id., GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel, Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA, Catálogo monumental de la Provincia de Huelva, o.c., pp. 220.

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