Todos nos cansamos, pero no podemos estar siempre cansados. Una tarde, un día, incluso una temporada, pero la desgana no puede ser una constante. Es cierto que se puede hacer duro el trabajo, el cuidado de los nuestros… pero si siempre estamos apáticos, si nos falta la gasolina, tendremos que preguntarnos por qué.
Leí que en la II Guerra mundial, los japoneses denominaron “Bura Bura” o enfermedad del abandono al fenómeno por el que algunos prisioneros se quedaban en un estado de letargo hasta dejarse morir. No tenían esperanzas de ser liberados, conocían la crueldad del ejército japonés y tiraban la toalla. Los psicólogos dicen que es la dopamina la que nos impulsa a tener ganas, a querer vivir, socializarse, tener sexo… pero hay algo más que se nos escapa: TENER UN PROPÓSITO, una vocación.
Un documental cuenta la historia real de un avión militar que se estrelló en el Ártico. De los 18 pasajeros, 13 lograron caminar hasta una base científica durante 4 días. Pero 5 fallecieron sin estar heridos. Les faltó la motivación para aguantar la dura caminata. A veces, necesitamos recordar los motivos por los que vivir, tener un horizonte de sentido y renovar el entusiasmo de estar vivo y luchar. Os aseguro que nadie tiene ganas de levantarse a las 6 de la mañana para hacer deporte antes de trabajar, y en mi gimnasio esa hora es la primera en la que todas las plazas están cubiertas.
En Pascua leemos que Jesús es el BUEN PASTOR. En aquella época los pastores tenían fama de tramposos y ladrones. Eran asalariados mal remunerados y abandonaban el rebaño ante cualquier peligro. En cambio, Jesús representa la vocación, el sentido de la entrega por excelencia. Lo defiende de los peligros, de las trampas del lobo y no lo abandona nunca.
Escuchaba el otro día a mi obispo Antonio decirles a los chavales que se confirmaban: “Si encontráis vuestra vocación, el proyecto de felicidad que Dios tiene para vosotros, vais a encontrar las ganas y la alegría para vivir. Si no, estaréis siempre desganados y sobrevolando la vida con el piloto automático”. Y es que, como os decía al principio, si en nuestra vida estamos siempre apáticos y cansados, tendremos que reorientar lo que estamos haciendo y el porqué.
Tú, Señor, siempre estás animándonos y diciéndonos que “no dejemos de echar las redes”. Y si me fio de Ti, si escucho tu Palabra de ánimo vuelve la alegría y todo florece cuando Tú lo iluminas. Ayúdame a seguir luchando, a caminar gozoso y con ánimo. Dale el sentido a mi caminar, se TÚ MI GASOLINA.
Ramón Bogas Crespo
Director de la oficina de comunicación del obispado de Almería
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