Esta mañana las noticias nos han traspasado de nuevo el corazón. Las poblaciones de Abla, Gérgal y Alboloduy están conmocionadas. Dos niñas de 4 y 2 años han sido asesinadas por su padre. ¡Cuánto dolor! Sobran las palabras. Ahora sólo el silencio de la consternación… y acompañar, como podamos, a su pobre madre. Abrazos profundamente sentidos y una oración. Luego vendrá el momento de recapacitar y de dar respuestas a tantos por qué. Y las agencias seguían anunciando que una madre había sido apuñalada por su hijo, en la provincia vecina. ¿Qué nos está pasando? No quiero hablar, solo rezar, acoger y llorar, como tantos hoy lo estamos haciendo. Me uno a la madre y a la familia de estas niñas, me uno a estos pueblos, a sus buenas gentes y a sus autoridades. Nada justifica ninguna muerte y menos la de unas criaturas, dos niñas de 4 y 2 años. Hasta los animales defienden a sus cachorros. Solo los monstruos egoístas desconocen las razones del corazón. Al final apretamos los dientes y en este momento sólo nos queda rezar. Después, entre todos, una contestación cívica que solucione tantos conflictos de esta índole, que nos salpican a la cara la sangre de tantos inocentes. Descansen en paz estas pequeñas.
+ Antonio, obispo de Almería