LECTURAS DEL XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (A)

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LECTURAS DEL XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (A)

LECTURAS DEL DOMINGO 29 OCTUBRE

Primera lectura

Ex 22, 20-26

Si explotáis a viudas y a huérfanos, se encenderá mi ira contra vosotros.

Esto dice el Señor: «No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.

No explotarás a viudas ni a huérfanos. Si los explotas y gritan a mí, yo escucharé su clamor, se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos.

Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses.

Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo».

Salmo

– Sal 17

  1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

– Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

– Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos.

– Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu ungido.

Segunda lectura

1 Tesalonicenses 1, 5c-10.

Os convertisteis, abandonando los ídolos, para servir a Dios y vivir aguardando la vuelta de su Hijo.

Hermanos:
Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
No solo ha resonado la palabra del Señor en Macedonia y en Acaya desde vuestra comunidad, sino que además vuestra fe en Dios se ha difundido por doquier, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

Evangelio

– Mt 22, 34-40

Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a

prueba:

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».

Él le dijo:

«“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”.

Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».

Comentario bíblico de Pablo Díez (Ex 22,20-26; Sal 17,2-3a.3bc-4.47.51ab; 1Tes 1,5c-10; Mt 22,34-40)

Para comprender la importancia del doble mandamiento formulado por Jesús, es necesario subrayar que los lectores de Mateo son cristianos procedentes del judaísmo. Por tanto, conocen la tradición interpretativa judía de Dt 6,5. En ella el amor a Dios se manifiesta, ante todo, en los actos de obediencia, piedad y fidelidad a la Torá. Amar a Yahvé significa dedicar la vida a sus mandamientos. “Con todo tu corazón” designa la indivisibilidad de la obediencia. “Con toda tu alma” implica poner en juego todos los aspectos de la existencia. Finalmente, “con toda tu mente” indica el asentimiento intelectual que guía todo el proceso. Este amor evoca el conocimiento de Dios y la obediencia que se le debe dentro del mundo. Esto último hace que el amor a Dios y al prójimo se interrelacionen estrechamente.

De ahí que Jesús cite, tras haber catalogado el amor a Dios como mandamiento principal, el amor al prójimo (Lv 19, 18) como precepto semejante, de igual rango. Este amor tiene un modo de desempeñarse: “como a ti mismo”. El amor propio pasa, de ser un obstáculo para el amor a los otros, a ser su medida y paradigma. El texto de Éxodo nos ofrece una buena muestra de esto al invitar a los israelitas a amar poniéndose en la situación del otro. Se ama al foráneo desde la experiencia de haberlo sido (Ex 22,20). Yahvé exhorta al amor a las víctimas de tragedias humanas como la viudez, la orfandad y la pobreza, poniendo ante los ojos la pavorosa posibilidad de sufrirlas (Ex 22,21-26). En consecuencia, el amor a Yahvé al que el salmista percibe como fuerza (Sl 17,2), auxilio (Sl 17,3) y liberación (Sl 17,4), debe prolongarse con estas notas distintivas en el amor al prójimo.

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