DOMINGO XI TIEMPO ORDINARIO, por Ramón Carlos Rodríguez García

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Lecturas: Ex 19, 2-6a. Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Sal 99. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño. Rom 5, 6-11. Si fuimos reconciliados por la muerte del Hijo, ¡con cuánta más razón seremos salvados por su vida! Mt 9, 36 -10, 8. Llamó a sus doce discípulos y los envió.

Acabamos de concluir las solemnidades que tras el Tiempo de Pascua han inundado nuestras asambleas. Aún resuenan los latidos del pasado viernes con la festividad del Sagrado Corazón de Jesús. Retomamos así el tiempo ordinario como una provocadora oportunidad para descubrir la presencia de Dios en nuestra vida cotidiana. La Liturgia nos invita a celebrar que en lo ordinario se haya lo extraordinario. La Palabra nos ofrece un hilo conductor para mostrar su fuerza y actualidad. Del mismo modo que en el Antiguo Testamento Moisés fue elegido por Dios para inaugurar una nueva etapa de la Historia de la Salvación, el evangelista nos muestra que es Jesús, el Hijo de Dios quien elige a doce para generar un nuevo pueblo. Dios no elige personas capacitadas, Él capacita a los elegidos. Lo sigue haciendo en cada miembro de nuestras comunidades, con quienes quiere seguir contando, por pura misericordia, en la obra salvadora de Dios. Nuestra respuesta tiene que ser un eco agradecido y amplificado de la alegría que emana del salmo.

Este domingo escuchemos junto a los Apóstoles cómo nos sigue llamando. Dios sabe pronunciar nuestro nombre para recrearnos como discípulos. No muestra indiferencia ante nuestras carencias y sufrimientos, al contrario, nos hace partícipes y sembradores de generosas esperanzas, ante un mundo famélico y extenuado que pretende caminar sin el Pastor. Transforma nuestra mirada para descubrir en cada rostro el corazón de un hermano.

Al abandonar el templo, acepta el reto de sentirte enviado…misionero…mensajero de su Reino. Portamos algo que no es nuestro y que delicadamente ha sido depositado en nuestro itinerario. Para ello es preciso vivir en la conversión constante, solicitar la locura evangelizadora, huérfana de miedos y represores complejos, ante un mundo escéptico e ingenuamente autosuficiente. Pero sobre todo emociónate al saber que Dios confía en ti y que te llama a proclamar la Buena Noticia. Aprendamos a mirar el mundo como el Pastor que ofrece la ternura donde el sufrimiento se desboca.  Gracias Jesús por ser el Pastor que nos cuida y que nos enseña a cuidar a los demás.

Ramón Carlos Rodríguez García

Rector del Seminario

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