El culto a San Sebastián es muy antiguo y está muy extendido, especialmente en el occidente cristiano. El mártir, según la tradición, era invocado contra la peste y, por ello, muy pronto comenzó a erigirse ermitas a la entrada de las urbes medievales dedicadas al santo protector, a fin de que las distintas epidemias no entraran y afectaran a los vecinos.
Es el caso de Huelva, cuya ermita, además, presidía el cementerio, antes de la nueva ubicación del municipal de Nuestra Señora de la Soledad. Muy pronto, la devoción a San Roque fue declinándose hacia el soldado romano, dos veces mártir, pues tras lograr sobrevivir al asaetamiento ordenado por el emperador Maximiano, fue martirizado por los azotes de sus propios compañeros de milicia, hasta la muerte. Aunque su fiesta es el 20 de enero, Huelva lo celebra el siguiente domingo, con la Solemne Misa de Función Principal, presidida por nuestro obispo, José Vilaplana Blasco, y la procesión por las calles del centro de la capital.
Pero no es el caso exclusivo de Huelva. Otras localidades de la diócesis veneran también al santo como patrón y organizan entorno a la onomástica sus fiestas patronales. Es el caso de la entidad local autónoma de La Redondela, que celebró este pasado domingo la Eucaristía en la iglesia de Nuestra Señora de los Doce Apóstoles y posteriormente procesionó la imagen del santo por las principales calles del lugar. O el caso de las localidades costeras de Punta Umbría, que anticipó la fiesta al sábado 18 de enero, o Cartaya, cuya tradición se remonta al 1516 y que, además, ha proclamado al santo patrón de la Policía Local.
Otras localidades de la provincia, como Aljaraque, San Bartolomé de la Torre -con sus tradicionales danzas de las espadas o el recorrido de los Ramos por todo el pueblo-, Villanueva de las Cruces –que también cuenta con la danza de los garrotes-, o en Rociana del Condado, con las «tostá» de los calatravas, etc., son ejemplos de la expansión de esta devoción por nuestra tierra.
