Baza por el Rosario se ha vuelto a reunir este sábado 11 de febrero, Festividad de la Virgen de Lourdes y Día del Enfermo. Constituye la tercera celebración de la Inmaculada Concepción que celebramos durante el Año Litúrgico. La primera es la Virgen de la Medalla Milagrosa, aparición que en 1830 impulsó fuertemente este privilegio mariano, pues la Virgen dio esta jaculatoria. “¡Oh María concebida sin Pecado!”, pidiendo que se inscribiera en la Medalla. Todavía no se había proclamado la definición dogmática que llegaría el 8 de diciembre de 1854. La segunda, la fiesta propia de la Inmaculada Concepción, el día 8 de diciembre. En ese día, 8 de diciembre de 2022, todo este grupo, no muy numeroso, se consagró a la Virgen María.
Este sábado 11 de febrero hacía un frío que calaba hasta los huesos. Todo se puso en contra. Hasta se estropeó el pequeño altavoz, que siempre llevamos. Pese a esas pequeñas dificultades ardía nuestro corazón en amor a la Virgen María, que nos había convocado en este Plaza del Arco de la Magdalena. Nos unimos a los jóvenes que, en Madrid, rezaban a la misma hora por sus calles. Miles de jóvenes. Aquí, en Baza, cinco personas, que lo dejaron todo, para ponerse a los pies de la Virgen María. ¿Dónde están los buenos costaleros, los penitentes, los cofrades y los hermanos, los catequistas y todos los hijos de este buen pueblo de Baza? ¿Dónde? No tenemos respuesta. Ni nos importa. Seguiremos, como nos ha pedido la persona de más de edad de nuestro grupo, un hombre de 92 años, recio como su tierra aragonesa, que nos acompaña y que nos anima a seguir. Se llama Eloy.
En esta ocasión ofrecimos una jornada de ayuno por la vida, en la víspera de la Virgen de Lourdes, como nos han pedido los obispos franceses. Ayunar por la vida, en esta ofensiva abortista que vivimos. Quisimos poner flores blancas a los pies de la Virgen, en esta plaza bastetana, como un recuerdo a los 90.000 bebés que mueren todos los años en España antes de nacer. Pedimos que Nuestra Madre los acoja, pues estamos seguros que sus almas están en el Cielo. Han recibido un bautismo de sangre. Como los santos inocentes. No solo se les priva de la vida, sino también de la otra vida igualmente importante, la de la gracia divina. La Virgen María, que es Madre, acogerá a todos estos niños privados de la vida antes de nacer. Su sangre clama ante Dios como la sangre del justo Abel.
El Rosario fue fervoroso. Como siempre. También pedimos por los enfermos y por los moribundos. También son hijos muy queridos de la Virgen María. Nos unimos así a la plegaria del Papa. El Papa Francisco invocó en esta festividad “la protección de la Virgen Inmaculada, para que conserven siempre un corazón alegre y los sostenga en el camino de la vida”.
Terminamos con pena. Baza no responde a la llamada de Nuestra Madre del Cielo. Ella nos pidió en Fátima el rezo del rosario y consagrarnos a su corazón Inmaculado. Antes, en Lourdes apeló a la penitencia. Repitió esta palabra hasta 3 veces. Penitencia, Penitencia. Hemos terminado y queremos hacerlo con esa oración de la pequeña Bernardita.
“¡Qué feliz era mi alma, oh buena Madre, cuando tenía la dicha de contemplarte! ¡Cómo me gusta recordar esos dulces momentos pasados bajo Tus ojos llenos de bondad y misericordia para con nosotros! Sí, tierna Madre, te inclinaste al suelo para aparecerte a una niña débil y comunicarle ciertas cosas, a pesar de su gran indignidad. Además, ¡qué razón de humildad no tiene! Tú, la Reina del cielo y de la tierra, fuiste lo suficientemente buena para usar lo que era más débil según el mundo. Oh María, dale a quien se atreve a llamarse tu hijo esta preciosa virtud de la humildad. Haz, oh tierna Madre, que tu hijo te imite en todo y para todo; en una palabra, que sea un niño según tu Corazón y el de tu amado Hijo. Que así sea.”
El día 22, Miércoles de Ceniza, comienza la Cuaresma. Con ese espíritu penitencial volveremos el día 4 de marzo a este Arco de la Magdalena. Sin importarnos el frío o la escasa aceptación que está teniendo este Rosario público. Seguiremos. Con fidelidad. Con constancia. Somos hijos de María y tenemos que actuar en consecuencia. Con amor. Sin reprochar nada. Acogiendo a todo aquel que quiere ponerse a los pies de Nuestra Madre. Os esperamos a todos el día 4 de marzo.
José Gabriel Concepción
Baza
