La Archidiócesis hispalense está de enhorabuena porque desde esta mañana cuenta con ocho nuevos sacerdotes que servirán a la Iglesia diocesana con ilusión y entrega.
La ceremonia ha tenido lugar en la Catedral de Sevilla y ha sido presidida por el arzobispo, monseñor José Ángel Saiz, y concelebrada por el rector del Seminario diocesano, Antero Pascual; el deán de la Catedral, Teodor León; y el secretario general de la Archidiócesis, Isacio Siguero. Además, se ha retransmitido online por el Canal de Youtube de la Seo.
En la misma ha participado una amplia representación del clero diocesano, la comunidad del Seminario Metropolitano y multitud de familiares, amigos y allegados de los ocho ordenados: Aniceto Vadillo (36 años), de la Parroquia de la Asunción, de Osuna; Alejandro García (27), de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, de Sevilla; Javier Sancho (27), de la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima, de Los Rosales; Jesús García (25), de la Parroquia de San Marcos Evangelista, de El Saucejo; Manuel Robledo (28), de la Parroquia de Santa María la Mayor, de Sanlúcar la Mayor; Manuel Mena (28), de la Parroquia Santa María de la Mesa, de Utrera; Rubén Blasco (38), de la Parroquia de Omnium Sactorum, de Sevilla y Victoriano Martín (35), de la Parroquia de Nuestra Señora de la Antigua y Beato Marcelo Spínola, de Sevilla.
Ser sal y luz del mundo
Monseñor Saiz ha comenzado su homilía dando gracias a Dios “que nos sigue bendiciendo con nuevas vocaciones”, para a continuación hacer una reflexión a raíz del Evangelio del día: “Jesús nos enseña en qué consiste ser cristiano: ser la sal de la tierra y la luz del mundo”. Al respecto, explicaba, la sal tiene múltiples significados en las distintas culturas (“conserva los alimentos, da sabor, cicatriza heridas, es signo de hospitalidad y de sabiduría…”). Se trata, por tanto, de un elemento “cuya presencia es discreta, pero si está ausente se echa a faltar”. De igual forma, ha señalado, “la gran misión del discípulo de Jesús es dar sabor, vigor y consistencia a la vida, a la familia, a la sociedad, a una humanidad que lo necesita; ofrecer esperanza y gozo sereno, ser testigo del amor de Dios”.
Por otra parte, “el discípulo también está llamado a ser luz del mundo”. Tras hacer un breve recorrido por algunos pasajes de la Sagrada Escritura en los que está presente la imagen de la luz, el arzobispo ha profundizado “en este misterio que san Pablo recoge en la segunda carta a los Corintios: la luz de Dios brilla en la faz de Cristo y de ella se irradia al corazón de los apóstoles, y por los apóstoles al mundo. Como Cristo es la luz del Padre, los apóstoles son la luz de Cristo”. En esta línea, ha apuntado, “solo podemos ser la luz en la medida que vivamos unidos a Cristo” y experimentemos “un encuentro personal con Él”.
Asimismo, ha ofrecido a los nuevos sacerdotes otros consejos para mantener esa unión: la oración, la celebración de los misterios de la fe, el sacrificio y el compartir solidario. “El contenido de vuestro ministerio se concreta en el oficio profético, sacerdotal y de servicio”, ha añadido el prelado dirigiéndose expresamente a los ordenandos. Igualmente, les ha recordado que el presbítero debe transmitir la Palabra “en forma de proclamación, enseñanza e iluminación de las situaciones de la historia. En esta transmisión no debéis olvidar nunca que no sois dueños de la Palabra, sino servidores”.
Consejos del pastor
Por otra parte, ha enumerado una serie de actitudes a la hora de conducir una comunidad: “Hacerlo con espíritu de servicio, hasta dar la vida, como el Señor. Animando y garantizando los distintos carismas. Acogiendo, discerniendo y coordinando los distintos dones. Ejerciendo esta guía con libertad y humildad. Acogiendo especialmente a los más pobres y necesitados”. Todo ello –ha asegurado- se apoyará únicamente en la celebración de la Eucaristía, “raíz, centro y sentido principal de vuestra vida sacerdotal”.
Finalmente, monseñor José Ángel Saiz ha pedido a los ocho nuevos sacerdotes “seguir el ejemplo de Cristo Buen Pastor, que no vino a ser servido, sino a servir hasta dar la vida”.
Para acabar su homilía, el arzobispo hispalense ha querido dirigirse a los jóvenes para que vivan “intensamente la vida” y busquen “la verdad y el bien”. Además, les ha invitado a no tener miedo “si en algún momento del camino sentís que el Señor os llama a dejar las redes y a seguirle con una dedicación de totalidad”.
Tras la ordenación y la imposición de manos por parte no solo del arzobispo sino de gran parte del clero diocesano, los nuevos sacerdotes se han mostrado visiblemente emocionados.
Está previsto que las próximas semanas se anuncien sus primeros destinos pastorales.
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