“La contrariedad educa porque estimula la inteligencia”

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“La contrariedad educa porque estimula la inteligencia”

Todo padre o madre quiere educar en valores como el esfuerzo, la constancia o la tenacidad para conducir a sus hijos a la vida adulta y garantizar su bienestar. Un  sistema educativo cambiante y las tendencias sociales dominadas por la influencia de las nuevas tecnologías actúan en contra de este deseo, por eso se hace necesario un acompañamiento real y efectivo en que también los padres sientan que no están solos

Para abrir la ventana de la espiritualidad en la vida de sus hijos y encontrar en cada obstáculo una oportunidad de crecimiento hace falta formación y confianza. Este paradigma no puede emerger en solitario en la familia: la escuela y la parroquia son bastiones indispensables para el crecimiento integral de la persona. El Filósofo y teólogo Francesc Torralba, perfila para IV Encuentro Familia-Parroquia- Escuela un modelo educativo integral donde la persona no puede ser separada de su espiritualidad, del afecto y los valores

 

¿Cómo influyen las emociones y las palabras en la labor educativa?

Influyen decisivamente porque enseñamos más en el aula con lo que hacemos que con lo que decimos. Con nuestros gestos, con nuestra actividad, con nuestra actitud vamos transmitiendo valores y virtudes. Los alumnos se fijan mucho en nosotros, somos muy observados y eso nos exige coherencia con lo que decimos y con el ideario la institución educativa en la que estamos actuando. No solo somos observados en el aula, también lo somos en el barrio o en un fin de semana cuando nos encontramos con un alumno o ex alumno en distintos entornos. Es una tarea que exige un gran compromiso con la coherencia personal.

Como padres, ¿cómo generar palabras que activen el interés en nuestros hijos?

Esta es la cuestión de la persuasión, de la seducción. Primero, tenemos que situarnos en su piel, en su mundo; a veces, estamos en universos paralelos, no conocemos sus referentes. Desconocemos su música, sus tatuajes, sus youtubers, sus influencers y nos quedamos en un mundo aparte. Debemos esforzarnos por conocer ese Universo, conocer el microcosmos  en el que están y luego acercarnos para abrir puertas, para descubrir ese horizonte sin destruir su mundo, sin criticarlo o no darle ningún valor, sino para ver qué hay de valioso en él. Tenemos que conocer los referentes en que se ubican y en las canciones y música que tienen memorizadas.

En un mundo dominado por las pantallas, ¿con qué instrumentos contamos los padres a la hora de “emocionar” a nuestros hijos en nuestra tarea educativa?¿la tecnología es rival o aliado de la educación actual?

Debe ser aliada, si lo planteamos como rival es fácil que perdamos la batalla. Los hijos son ya nativos digitales, manejan con destreza la tecnología y los padres, – mucho menos los abuelos-, no tienen esa misma habilidad. Es fundamental entrar en este escenario y tutorizarlo bien. No se trata de plantear un mundo pretecnológico, pero sí de encarnarse en este mundo y tratar de inocular en él valores, convicciones y actitudes que creemos fundamentales. Hay que persuadirles con su mismo lenguaje, pero sin olvidar otros lenguajes como el del cuento, la música, la palabra y el gesto. Hay otros lenguajes, incluso el lenguaje del silencio, porque no todo es lenguaje tecnológico. Tenemos que ayudarles a descubrir otros lenguajes porque son seres políglotas, con capacidad de articular y expresar lo que sienten y lo que viven con lenguajes distintos.

¿Cuál debe ser el papel del maestro en el desarrollo de la inteligencia espiritual?

Es decisivo, porque el maestro no puede dar lo que no tiene. Es fundamental que conozca bien la materia y que, además, sepa didáctica para poder seducir a sus alumnos, porque si se trata de despertar el interés en los alumnos, y el propio docente no es capaz de activar su propia inteligencia espiritual, es muy difícil que pueda hacerlo. Tiene que tener ese autoconocimiento para poder desarrollar o desplegar esa inteligencia en el niño. Ocurre lo mismo que con la música. Cuando uno quiere activar la inteligencia musical en el alumno, el profesor debe estar entusiasmado con la música, así, los alumnos lo ven y experimentan la irradiación porque el entusiasmo también se contagia, afortunadamente.

En su opinión, ¿qué fruto dará la reforma educativa que permite promocionar con suspensos y llegar a la selectividad con asignaturas pendientes?

El fruto será desastroso porque la cultura del esfuerzo es fundamental. Si no hay esfuerzo, es difícil conseguir cualquier resultado en la vida: mantener una familia, mantener un negocio o ser un buen profesional requiere esfuerzo. Si el esfuerzo es permisivo, el músculo del esfuerzo se atrofia y es terrible porque para desarrollar cualquier proyecto en la vida es imprescindible el esfuerzo, superar contrariedades y activar la imaginación. Necesitas la ayuda de los demás y de la inteligencia cooperativa. En contra, si se planeta el sistema educativo con unos estándares de mínimos, el esfuerzo desaparece y se van pasando etapas. Sin embargo, más tarde, en su proyecto vital tendrá que esforzarse mucho y tendrá el músculo atrofiado. Le faltará la constancia y el ejercicio, que es lo que tenemos que conseguir. Necesitamos que vayan superando contrariedades para que vayan activando ese músculo y no les sorprenda al salir de esa burbuja que se llama escuela.

Ante este desastre, ¿los padres que podemos hacer en el ámbito familiar?¿podemos enseñar el esfuerzo y de qué manera?

De entrada, superando el paternalismo. Sucumbimos a la frase “ya lo haré yo”. Soy padre de cinco hijos y me lo intentado aplicar, a veces, por las prisas,  acabamos haciendo cosas por ellos. Eso impide que los niños no se pueden empoderar, no puede adquirir esa habilidad porque siempre se la han resuelto. Y llega el momento en que los niños pueden hacer muchas cosas. Si no dejamos que lo haga, al final no se esfuerza, se va atrofiando y prolongando su minoría de edad. Que alcancen a mayoría de edad implica que hagan cosas por si mismos, y esto requiere paciencia, acompañamiento y tolerancia al error. Esta paciencia, este tiempo es fundamental, pero hay que reconocer los logros pero hay que introducir contrariedades. La contrariedad educa porque estimula la inteligencia, el ejercicio y  la tenacidad y buscas con otros resolver esa contrariedad y acudir a la inteligencia cooperativa para saltar esos obstáculos.

¿La contrariedad no es igual que fracaso?

No, contrariedad es un obstáculo que uno se encuentra. Esa contrariedad estimula la inteligencia y la creatividad. Lo que ocurre es que cuando uno se enfrenta a una contrariedad puede tener éxito o puede fracasar. ¿Qué podemos hacer con ese fracaso?: una opción es la derrota; la segunda opción es aprender y cuestionarse qué se ha hecho mal. El fracaso bien digerido es la clave del éxito, lo que pasa es que hoy tememos como a la peste al fracaso. En la sociedad del éxito nadie fracasa, y mucho menos mi hijo. Puede fracasar el profesor, el sistema, el amigo; pero mi hijo no fracasa nunca. Se trata de asumir que el hijo es vulnerable, puede fracasar pero la cuestión es saber qué hacemos con ese fracaso, cómo podemos convertirlo en una oportunidad para aprender de ese fracaso académico, afectivo o empresarial, porque si no uno repite los errores si trata de imputarlos a los demás.

La crisis global causada por la pandemia de la COVID-19 nos ha permitido redescubrir valores como el cuidado o la humildad, ¿podremos conservarlos como plataforma de una nueva convivencia?

Sería lo ideal. Este aprendizaje colectivo que hemos hecho a consecuencia de la crisis debería dejarnos la herencia de valores como, la humildad, el cuidado, la responsabilidad, la solidaridad o el sentido de atención al medioambiente. Sin embargo, con frecuencia hay amnesia y hay olvido de lo aprendido. Nos pasa a título individual y colectivo. Cuando uno tiene un susto en su salud se da cuenta que no tiene que repetir su estilo de vida: debe dejar de fumar, comer más saludable o hacer más ejercicio. Ocurre que con frecuencia se olvida el susto y se regresa a los estilos de vida incorrecto. A medida que uno se aleja del momento agudo de la crisis, se relaja. Y esto puede pasar, de hecho, creo que ya está pasando. Deberíamos albergar bien esa herencia, esos valores que hemos aprendido para transmitirlo a las generaciones que vienen para que puedan enfrentarse a un futuro tan difícil como el que se les avecina.

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