«Veo el Sínodo como un soplo del Espíritu y una oportunidad preciosa para construir la Iglesia que realmente necesitamos en el mundo de hoy»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Eva Fernández, presidenta nacional de la Acción Católica General, visitó recientemente la diócesis de Málaga para participar en un Encuentro Interparroquial. Natural de Santiago de Compostela, es enfermera, está casada desde hace nueve años con su esposo Andrés, cocinero, y llevan tres años viviendo en Madrid, desarrollando este servicio a la Acción Católica General.

¿Cómo ve el camino sinodal que estamos recorriendo?

Yo lo veo como un soplo del Espíritu y como una oportunidad preciosa para construir la Iglesia que realmente necesitamos en el mundo de hoy. El Congreso de Laicos nos puso en camino y es providencial que el Papa ahora nos ofrezca profundizar en la sinodalidad y en el discernimiento. Yo creo que no hemos podido tener más suerte. Lo veo como una oportunidad muy bonita, la verdad.

¿Cuáles diría que son los retos que tiene actualmente la Acción Católica General?

Yo creo que uno de los retos es que las personas vean que somos un instrumento al servicio de la parroquia, completamente abierto y, que lo que buscamos es ayudar a cada uno, y a nuestra comunidad, en ese crecimiento de fe, a descubrir su misión y vocación tanto en el mundo como en la parroquia. El reto está en que las personas, de una manera natural, inicien ese proceso para toda la vida, tanto niños, como jóvenes y adultos. Que veamos de forma natural que en nuestra vida diaria necesitamos un equipo que nos acompañe y nos ayude a vivir con coherencia. Realmente, el reto está en transmitir que realmente necesitamos esa formación y ese acompañamiento para ser los cristianos que nuestro mundo necesita, poder dar respuesta e instaurar el Reino de Dios en nuestro mundo. Lo estamos trabajando mucho, lo estamos comunicando, pero a los laicos, sobre todo a los adultos, nos cuesta ver que necesitamos cuidarnos. Cuidamos a otros y nos insertamos en múltiples tareas, pero nos cuesta entender que necesitamos un equipo o un grupo para crecer en la fe y descubrir lo que Dios quiere de ti.

¿Cómo ve la Acción Católica General en Málaga?

Pues con mucha ilusión. Creo que están haciendo cosas muy bonitas y que sí que están mostrando ese proceso abierto a todos: si te quieres asociar o no, tú formas parte también de este proyecto y tienes voz. Tanto la Comisión Diocesana anterior como la actual está formada por personas que tienen un amor a Dios increíble y lo transmiten por todos los poros de la piel. Estoy convencida de que le espera un camino muy bonito para poder acompañar a los laicos de las parroquias de aquí, de Málaga… convencidísima.

¿Algún consejo o recomendación para vivir la fase sinodal diocesana? 

En primer lugar, tranquilidad. Quizás no nos dé tiempo a enviarlo a que llegue a Roma, pero si el fruto que se saca es ser capaces de empezar a dar pasos en la sinodalidad, eso ya sería genial. Y, por otra parte, también pediría sinceridad porque el camino sinodal no es fácil. Tenemos que saber realmente de dónde partimos: si no estamos trabajando sinodalmente, que lo reconozcamos y, si estamos haciendo cosas buenas, que las potenciemos, y a partir de ahí, intentar escuchar a todos. Hace unos días alguien me preguntaba: “¿cómo podemos llegar a los del tercer banco?”, es decir a la gente que viene los domingos y se va, que no aparece más por la parroquia, ¿cómo podemos hacer para que ellos opinen?, y, ¿cómo podemos hacer que los de las periferias puedan opinar? Pienso que esos son los dos retos: llegar a los del tercer banco y llegar a los que no están. Tenemos que tenerlos en cuenta, que no nos escuchemos a nosotros mismos, a los que estamos como agentes de pastoral y, a partir de ahí, empezar a construir, aunque sean pequeñas cosas y pequeños pasos. Y que recemos mucho, por nuestros párrocos y por nuestros pastores, que yo creo que nos necesitan y necesitan de nuestra oración.

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