Victoria Díez nació en Sevilla en 1903. Desde muy joven destacó por su entrega a los demás y una profunda manifestación de fe. Con vocación para la enseñanza fue maestra laica, miembro de la Institución Teresiana.
En 1928 recibe su nombramiento para Hornachuelos (Córdoba), con apenas 25 años, donde desarrolló una intensa actividad: creó la catequesis infantil e impulsó la Acción Católica (AC). Además, sorprendió con su novedoso sistema pedagógico: clases de gimnasia rítmica y al aire libre, excursiones, clases de canto y pintura; cursos nocturnos para mujeres trabajadoras y una biblioteca para antiguas alumnas. También ayudó a las familias necesitadas del pueblo.
El 11 de agosto de 1936, recién estallada la guerra civil española, Victoria fue conducida junto con 17 hombres a las afueras del pueblo, en una marcha en la que alienta a todos diciendo “Ánimo, adelante, Cristo nos espera”. Un día más tarde, con sólo 33 años, fue fusilada junto al resto de sus compañeros.
El proceso ordinario sobre el martirio de Victoria Díez se abrió a finales del año 1965, coincidiendo con el traslado de sus restos a Córdoba. Casi 30 años más tarde, en 1993, el papa Juan Pablo II la nombró beata.
La fama de la joven sevillana ha trascendido las fronteras de España y hoy es celebrada y recordada en distintos lugares del mundo donde se admira su labor como maestra joven y comprometida y se tiene como modelo de vocación laical por vivir la llamada a la santidad desde la vida corriente.
En la Archidiócesis de Sevilla, concretamente ostenta el patronato de una red de colegios diocesanos, englobados en la Fundación Diocesana de Enseñanza ‘Victoria Díez’.
Once son los centros educativos que actualmente conforman esta Fundación, unos colegios que originalmente dependían de parroquias e instituciones religiosas, y que se agruparon antiguamente en la Fundación de Escuelas Parroquiales, constituida en 1995.
El trabajo de la actual Fundación se orienta en mantener una misma identidad corporativa para todos los centros agrupados, así como servir de cauce para una gestión más homogénea, garantizar la formación del profesorado y cuidar el carácter familiar de estos colegios.
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