El santo cura de Ars en la parroquia de Santa Rosa de Lima

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Coincidiendo con la fiesta litúrgica de san Juan María Vianney, el santo cura de Ars, la parroquia de Santa Rosa de Lima expuso en veneración pública una reliquia del santo.

La reliquia llegó al templo malacitano el pasado verano, procedente de la Basílica de Ars y recogida por un miembro de la comunidad parroquia, José Borja. En dicha basílica se venera el cuerpo incorrupto de san Juan María Vianney, el santo cura de Ars. 

Patrón de los párrocos

El 4 de agosto se celebra la memoria de san Juan María Vianney, más conocido como “el santo cura de Ars”, que fue proclamado en 1929 patrono de todos los párrocos del mundo.Nació el 8 de mayo de 1786 en Dardilly, cerca de Lyon. De familia campesina pero muy religiosa, no pudo ir al colegio, pero aprendió muchas oraciones de memoria. A los 17 años sintió la llamada al sacerdocio con lo que empezó un auténtico calvario debido a su bajísimo nivel cultural e intelectual. Y es que, solo gracias al empeño de algunos de sus superiores que vieron en él la auténtica vocación consiguió a duras penas acabar sus estudios y ordenarse sacerdote con 29 años. Enviado a la pequeña aldea de Ars, que contaba con 230 habitantes, fue todo un ejemplo de santidad, volcándose en el servicio al pueblo, a los más necesitados, a los huérfanos, a los enfermos, catequizando a niños y adultos, convirtiendo a muchos con la fuerza de su predicación… Pero si por algo destacó fue por ser un auténtico misionero de la misericordia divina, pasando hasta 16 horas al día en el confesonario. Siendo de origen tan sencillo y humilde, conseguía que llegaran hasta Ars multitudes desde todas partes de Francia para confesar con él y escuchar sus sabios consejos.

El martirologio romano dice de él que «durante más de cuarenta años se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia que le fue encomendada; con su ardiente caridad, alimentada en la fuente de la Eucaristía, brilló de tal modo que difundió sus consejos a lo largo y a lo ancho de toda Europa y con su sabiduría llevó a Dios a muchísimas almas».

Murió a los 73 años y el santuario que se levantó sobre su tumba recibe, cada año, a 450.000 peregrinos.

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