Cáritas invirtió en 2020 más de 386 millones de € para apoyar a 2,8 millones de personas con problemas crecientes de desempleo, ingresos, vivienda y salud mental

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Los graves efectos sociales de la pandemia causada por el coronavirus en las personas más vulnerables queda reflejada en los datos recogidos en la Memoria anual 2020 de Cáritas Española que se ha presentado esta mañana en Madrid.

Esta radiografía sobre el impacto de esta crisis sanitaria, social y económica adquiere toda su dimensión en el informe elaborado a partir de datos de las personas acompañadas por las 70 Cáritas Diocesanas de toda España y que, junto con la Memoria, han puesto sobre la mesa los responsables del Observatorio de la Realidad Social (ORS) de Cáritas con un título elocuente: “Del tsunami al mar de fondo: salud mental y protección social”.

Manuel Bretón, presidente de Cáritas Española; Natalia Peiro, secretaria general; y Raúl Flores, coordinador de Estudios han sido los encargados de presentar esta rendición de cuentas durante una rueda de prensa celebrada hoy en Madrid en la sede de la institución.

Los recursos invertidos

Según los datos aportados por Natalia Peiro, en el último año Caritas ha invertido 386.7 millones de euros en sus diferentes recursos y proyectos dentro de España y en acciones de cooperación internacional en terceros países.

Este importante esfuerzo económico (unos 50 millones más que en 2019) ha sido posible gracias al generoso apoyo de miles de socios, donantes y colaboradores privados, que han aportado más de 273 millones. Junto a ello, destaca también el esfuerzo de las distintas Administraciones públicas durante la pandemia, que aportaron a los programas de Cáritas un total de 113.5 millones de euros.

Esta procedencia de los recursos económicos de Cáritas mantiene la misma tendencia de los años precedentes, dentro de una horquilla que se mantiene entre un 70-71 por ciento de fondos privados y un 29-30 por ciento de subvenciones públicas.

Los apartados que han exigido mayor esfuerzo financiero durante 2020 están estrechamente relacionados con los focos de emergencia social donde nuestra Confederación ha tenido que marcar las prioridades marcadas por la pandemia. Así, en los programas de Acogida y asistencia se invirtieron 92.4 millones de euros, seguidos, de los capítulos de Economía solidaria (empleo, economía social y comercio justo, 85.6 millones), Mayores (36.2 millones), Personas en situación de sin hogar (35.3 millones) y Salud (drogodependencia, VIH-sida, apoyo psicológico y salud mental, 11.8 millones), por citar los más destacados.

Mención especial merece el apartado de los proyectos y estrategias en Cooperación internacional, a las que en 2020 se destinaron más de 19 millones de euros.

Aun cuando el último año se multiplicaron a causa de la Covid las respuestas a las demandas de emergencia y poner en juego un importante incremento de recursos económicos, ha sido posible mantener el objetivo de austeridad en el apartado de Gestión y administración en las mismas cifras de años anteriores: un 6,4%. Es decir, de cada 100 euros invertidos en acciones de lucha contra la pobreza, únicamente sólo se han destinado a gastos de gestión 6,4 euros.

La Memoria recoge también los datos de las personas que están detrás de toda esta actividad confederal, sostenida gracias a 81.182 personas voluntarias y a 5.324 trabajadores contratados.

Las personas acompañadas

Como señaló Natalia Peiro, “los datos de esta Memoria sólo tienen un sentido y una razón de ser: la de los rostros y nombres anónimos de los cientos de miles de personas y familias que han demandado el apoyo de Cáritas”. “Por los motivos de todos conocidos –explicó–el último año marca un punto de inflexión en el número de personas acompañadas, que experimenta un incremento importante con relación a los años anteriores.

En total, la Confederación Cáritas apoyó en 2020 a 2.856.986 personas (2,4 millones en 2019). De ellas, 1.769.799 dentro de España y 1.087.187 participantes en Cooperación internacional.

La gran mayoría de las personas atendidas en España lo fueron a través de los programas de Acogida y asistencia (1.425.991 personas, el 80,6% del total).

Los proyectos de Familia, infancia y juventud prestaron apoyo a 88.740 personas; en los programas de Economía solidaria a 79.359 personas; en el apartado de Personas en situación de sin hogar fueron 43.899 usuarios; en el de Personas inmigrantes, 42.411; en el de Mayores, 17.748; y en el de Mujer, 9.560, entre otros.

El reto de la pandemia

En palabras de la secretaria general, “la pandemia ha situado a Cáritas ante un reto desconocido, al que hemos respondido con una flexibilidad y creatividad enormes. Esta crisis nos ha obligado a reinventarnos, a repensar nuestras actuaciones, acogida y acompañamiento para asegurar procesos integrales, centrados en las personas y en el acceso a sus derechos, a través de una diversidad de proyectos, desde recursos residenciales, centros de día, ayuda a domicilio a trabajo de calle, grupos de autoayuda o procesos de animación comunitaria, entre otros”.

La Memoria destaca las líneas de trabajo que tuvieron mayor relevancia durante 2020:

Impulso al derecho a la alimentación y el vestido y la dignificación del acceso de este derecho a través de iniciativas como las tarjetas solidarias o espacios con corazón, entre otras.

Prevención y acompañamiento a la soledad no deseada, sobre todo en programas de mayores.

Acompañamiento a las personas en situación administrativa irregular, que son personas invisibilizadas en nuestra sociedad.

El apoyo prioritario a la realidad de muchas personas sin hogar o de personas que viven en infraviviendas, lugares poco salubres y dignos para una vida con cierta seguridad en una pandemia de esta naturaleza.

La respuesta al impacto de la pandemia en los más de 40 países donde Cáritas Española impulsa proyectos de cooperación para afrontar un agravamiento sin precedentes que la Covid ha supuesto para crisis humanitarias ya existentes (Sahel, Siria, Venezuela), así como al aumento en la vulnerabilidad de las comunidades de la Amazonía o los refugiados rohingya en Bangladesh.

Daños en empleo, ingresos, vivienda y salud mental

En su intervención para exponer las claves del estudio “Del tsunami al mar de fondo: salud mental y protección social”, Raúl Flores aseguró que “la COVID-19 ha sido como una ola gigante, un tsunami que ha pasado por encima de toda la sociedad, pero que, al analizar las condiciones de vida de las personas a las que acompañamos desde Cáritas, que representan a las familias más vulnerables de nuestra sociedad, pone en evidencia que estas son, una vez más, las grandes perdedoras de esta crisis”.

La diagnosis realizada por el equipo de Estudios de Cáritas confirma los importantes efectos laborales, económicos, educativos, relacionales y de salud que están soportando las capas sociales más vulnerables. El foco se dirige, especialmente, al impacto sobre el acceso al empleo, los ingresos, la vivienda y la salud de las familias en situación más débil.

Con relación al empleo, al analizar desde el periodo pre-crisis hasta el momento actual, se observa cómo la tasa de paro es más del triple entre la población atendida por Cáritas que en el conjunto de la población. De hecho, entre las personas de referencia de las familias acompañadas por Cáritas, sólo el 23% han logrado mantener su empleo durante todos estos meses, el 57% han entrado y salido del mercado laboral alternando momentos de empleo con fases de desempleo (un hecho cotidiano más allá del contexto actual de crisis) y, lo más preocupante, el 20% para quienes la posibilidad de lograr un empleo siempre ha estado lejos. Son más de 95.000 personas acompañadas por Cáritas las que, al margen de la situación y el contexto económico, nunca logran acceder a un empleo.

Otra realidad analizada es la de los ingresos dignos, una línea de flotabilidad muy difícil de lograr para muchas familias. Según los datos del ORS, cerca de 315.000 personas (21%) acompañadas por Cáritas viven en hogares que en ninguno de los meses en los que han sido consultados, ni antes de la pandemia ni a lo largo de la misma, han conseguido unos ingresos que les permitiera salir de situaciones de pobreza.

Por otro lado, alrededor de 26.000 personas (14%) viven en hogares que antes de la crisis no vivían en situación de pobreza y ahora sí lo están. Se trata de un grupo que puede ser definido como uno de los grandes perdedores o damnificados de esta crisis, familias que han perdido sus ingresos y se ven ahora ante el abismo de la pobreza.

Además, la presencia de menores de edad en el hogar se muestra como un factor diferencial: la tasa promedio del 47% de pobreza se eleva al 55% en los hogares donde viven menores, una realidad que afecta al 59% de los hogares monoparentales y al 81% de las familias numerosas.

La vivienda es otro de los grandes problemas agudizados con la pandemia. Desde que comenzara esta crisis una de cada cinco familias atendidas por Cáritas ha cambiado de vivienda. Entre las múltiples causas que alegan para ese cambio destaca que un 50% que afirman haberlo hecho porque no podían seguir pagando la vivienda en la que residían. Es preocupante que, a pesar de los esfuerzos económicos que realizan las familias, aún haya más de 220.000 familias (45,8%), que no pueden hacer frente a los gastos de suministros básicos de agua, energía o internet.

El informe analiza, además, la importancia de otras dimensiones radicalmente importantes para la vida y para el bienestar que afloran en estos momentos, que tienen que ver con las percepciones, las preocupaciones, la salud mental y las redes de apoyo.

Las percepciones. Si para 9 de cada 10 residentes en España la percepción mayoritaria de que la situación económica del país actualmente es mala o muy mala, entre las familias vulnerables la percepción es que ese golpe no ha sido tan grave y un 26% incluso califican la situación económica de España como buena. Para ellas, los cambios económicos del contexto no suponen un impacto tan grave, dada su precaria situación de partida.

En el caso de la población más vulnerable, está preocupada por su trabajo y economía personal (52%), por su estado anímico (20%) y por la posible pérdida de empleo (12%), en caso de haberlo. Esto contrasta con las preocupaciones del conjunto de la población, más atenta a las restricciones derivadas del control de la COVID, como la distancia con los seres queridos (39%), las restricciones de movimientos (38%) o los confinamientos (18%). Es decir, dos líneas de preocupación diferenciales, capacidad económica y estado de ánimo, frente a libertad de movimiento y estar cerca de los seres queridos.

Cuidado de la salud. Llevamos 15 meses soportando unas condiciones vitales que han impactado en la salud mental de toda la población, pero de manera muy especial a la población vulnerable. Casi la mitad de la población vulnerable se ha sentido estresada, preocupada y sin control sobre esas preocupaciones, triste y deprimida. La mitad de la población en situación de exclusión tiene miedo a perder su trabajo y tres de cada cuatro familias temen perder o ver mermados sus ingresos.

Asimismo, desde que comenzó la pandemia el 40% de las personas vulnerables han sufrido uno o más ataques de ansiedad o pánico, 2,5 veces más que en la población general, y sus niveles de estrés, preocupación y tristeza se duplican respecto al conjunto de la población en España. La pobreza, por tanto, no solo impacta en las condiciones de vida materiales, sino también en la salud integral y en el bienestar emocional.

Redes de apoyo. Un elemento importante para paliar las situaciones de pobreza económica o de pérdida de salud mental son las redes de apoyo, tanto materiales como emocionales. Para la población atendida por Cáritas, esas redes relacionales cada vez tienen menor capacidad de ayuda: el 14% de la población atendida por Cáritas no cuentan con ningún tipo de apoyo ni para su soporte emocional o de cuidado, ni en la esfera más material (préstamo de dinero o apoyo en la búsqueda de empleo), ni en el asesoramiento a la hora de realizar trámites o gestiones. Este porcentaje se duplica, alcanzado casi el 28%, para quienes sufren situaciones de pobreza económica.

No abandonar a nadie a la deriva

“Se habla de “vuelta a la normalidad” –señala Raul Flores— pero quizá debamos empezar por re-pensar esa normalidad y plantear que lo que tenemos delante es una oportunidad de crear un escenario diferente, de construir una normalidad que difiera en algunos puntos sustanciales de lo que conocíamos y donde los derechos humanos sean garantizados de forma eficaz para todas las personas”.

Para ello, “es necesario que las políticas sociales sean integrales, que pongan en el centro de a las personas y sus derechos”. En concreto, desde el ORS de Cáritas lanzan las propuestas de:

– reivindicar, proteger y desarrollar: el derecho a un trabajo digno,

– el derecho a la vivienda y el derecho a la energía y al agua,

– el derecho a un sistema de garantía de rentas que proteja,

– el derecho a lo digital

– y el derecho a la salud mental, con especial atención a quienes más han sufrido esta crisis, lo que pasa por el cuidado mutuo y el aprendizaje de que la salud mental no es solo individual, sino social.

Todos estos derechos han sido reforzados mediante la reciente ratificación efectiva y plena por parte del Reino de España de la Carta Social Europea revisada, lo que ha supuesto la consecución de la primera de las 8 Propuestas políticas presentadas por Cáritas ante las elecciones legislativas de 2019.

“Se trata, en definitiva –subrayó el coordinador de estudios de Cáritas— de derechos que pueden condensarse en un derecho emergente y urgente, que es el derecho al cuidado, que más allá del auto-cuidado, también necesario, se centre en el cuidado mutuo como expresión de reconocimiento de nuestra vulnerabilidad y de nuestra interdependencia”.

Invitación de Manuel Bretón a “ser más pueblo”

En esa misma línea se manifestaba el presidente Manuel Bretón al abrir la rueda de prensa subrayando la oportunidad, que en medio del dolor y la pérdida, está suponiendo esta crisis para que “nuestra institución tenga más ganas, si cabe, de luchar por recuperar la vida de los que más han sufrido y sufrirán las consecuencias que esta pandemia deja en nuestro país y también lejos de nuestras fronteras”.

Recordaba, a ese respecto el lema “Seamos más pueblo” de la campaña del Día de Caridad celebrada días atrás y la invitación a “ser `el pueblo más grande del mundo´, el Pueblo de Dios unido, que camina en la solidaridad y en la justicia”.

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