Beata Gianna Beretta, la medicina al servicio de la vida

Diócesis de Málaga
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El testimonio de la doctora italiana beata Gianna Beretta Molla (Milán, 1922) es especialmente edificante en momentos como los que estamos viviendo en España tras la aprobación de la ley de la eutanasia.

Unos días antes del parto, le dijo a su marido: “Si tuvieseis que elegir entre el niño y yo, ninguna duda: elegid -y lo exijo- al niño. Salvad al niño”.

Mientras que el ejercicio de la medicina ha quedado devaluado al recaer sobre la comunidad médica la responsabilidad de provocar la muerte de los pacientes, la biografía de la doctora Beretta nos habla del compromiso con la vida, del infinito valor de todo ser humano en cualquier etapa de su existencia, y del amor de una madre por sus hijos. Gianna vivió su fe desde pequeña y, en su etapa universitaria, realizó su apostolado como miembro de la Acción Católica y en la Sociedad de San Vicente de Paúl. Especializada en Pediatría, ejerció su profesión como una misión cristiana en medio del mundo. Prefería entre sus pacientes a los pobres, las madres gestantes, niños y ancianos. Llamada al matrimonio, se casó con el ingeniero Pietro Molla en 1955. En 1961, en el segundo mes de embarazo de la que sería su cuarta hija (había tenido anteriormente un niño y dos niñas), le diagnosticaron un tumor en el útero. Renunció a abortar y, tras una operación muy peligrosa tanto para ella como para la criatura, consigue llevar el embarazo a término. Una peritonitis séptica acabó con su vida a los pocos días del parto. Tenía 39 años.

«Salvad a mi hijo, lo exijo»

Gianna era la décima de trece hijos y su deseo al casarse fue el de ser, a su vez, madre de muchos hijos. Su felicidad iba en aumento con el nacimiento de cada uno de sus tres hijos, pero la cruz le esperaba en el embarazo del cuarto. Antes de ser operada del voluminoso fibroma que le descubrieron en el útero, le suplicó al cirujano que salvara la vida que llevaba en su seno. Tras el éxito de la operación, y hasta que llegó el momento de dar a luz, rezó pidiendo por la vida y la salud de su bebé. Unos días antes del parto, le dijo a su marido: “Si tuvieseis que elegir entre el niño y yo, ninguna duda: elegid -y lo exijo- al niño. Salvad al niño”. Por expreso deseo, murió en su casa repitiendo expresiones como: “Jesús te amo”, “Mamá ayúdame” o “María”.

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