Recibir un sacramento participando

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

El sacerdote Javier Sánchez nos invita a vivir los sacramentos como «humildes tesoros» en la sección «Vivir la liturgia»

Los sacramentos son preciosos y humildes tesoros, dones del Señor, que se nos dan para vivir en gracia, para santificarnos. No los tomamos por nosotros mismos, se nos entregan, para que los recibamos como un Don.

La santa liturgia por ello tiene como protagonista central a Jesucristo que nos comunica, por su Misterio pascual, su propia vida, y el Espíritu Santo, que se derrama abundantemente en cada sacramento con gracias y efectos distintos.

El peligro ya difundido es querer hacer de la liturgia un acto, con tono catequético, lúdico, distraído, donde al final es la propia comunidad la que se celebra a sí misma, desplazando a Cristo y su Espíritu. Eso se muestra cuando la liturgia olvida su sacralidad, devoción, espiritualidad, y adopta las formas de fiesta humana, sin un hondo espíritu religioso, de fe, de adoración.

Forma excelente de participación en la liturgia es recibir algún sacramento (Bautismo, Confirmación, Matrimonio…), que requiere discreción, fe y plegaria y ese es su modo peculiar y único de participación plena, consciente, activa, sin que eso suponga erigirse además en monitores, lectores, etc. Su modo de participación concreto es vivir con paz y con devoción el sacramento que están recibiendo.

Por ejemplo, las “primeras comuniones”. Los niños participan a su modo propio, es decir, uniéndose a Cristo y recibiéndole por primera vez en el Sacramento eucarístico: así participan plenamente. Podrán –como los neófitos o los confirmandos- aportar la materia del sacrificio, presentando el pan y el vino. Los niños participan del modo que les es propio y único: comulgando por vez primera, con tranquilidad. Otros adultos desempeñarán los ministerios: canto, lecturas, acólitos, etc., para que los niños vivan bien la Misa.

Otro  ejemplo: el sacramento del Matrimonio espera una participación real de los esposos, según su modo propio: responden al escrutinio del sacerdote “acerca de la libertad, de la fidelidad, de la disposición para recibir y educar a los hijos” (CE 607), pronuncian el consentimiento y reciben la solemne bendición nupcial, puestos de rodillas (RM 81), como una solemne plegaria de consagración, mientras oran intensamente. Otros serán ministros de la celebración: lector, salmista, acólito, ministros de la comunión, etc., no los mismos esposos.

La pastoral litúrgica debe permitir que, tras una sólida catequesis, cada uno comprenda que participar es recibir el Sacramento como un don y que recibiéndolo, ya participa en grado excelente. Por tanto, es ayudar a que vivan intensamente la liturgia sacramental.

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