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Dos Carmelitas han sido ordenados presbítero y diacono en la Catedral de Baeza

Pocas veces la Catedral de Baeza ofrece estampas tan místicas como las de esta mañana. Una jornada muy otoñal, con el cielo cubierto y amenaza de lluvia, y la plaza de Santa María, casi desierta, esperaban la llegada de la comunidad Carmelita de la vecina Úbeda, dos de sus frailes iban a ser ordenados diácono y presbítero, respectivamente.
El Obispo de Jaén ha sido el encargado de la ordenación de los dos jóvenes, con muy distinto origen: Fr. Daniel Bae Jeong, natural de Corea y Fr. Luis Carlos Muñoz Mories de Ávila, quienes han estado acompañados de una veintena de carmelitas; entre otros, el Provincial de los Carmelitas, Fr. Antonio Ángel Sánchez Cabezas, así como miembros del Carmelo seglar y algunos familiares.
Han sido los familiares y amigos los encargados de las lecturas; los salmos han sido cantados por sus compañeros de orden y el Evangelio lo ha proclamado el joven que pronto sería ordenado sacerdote.
Antes de la homilía, los dos candidatos a las órdenes han sido presentados por su superior ante el Obispo. Primero uno, el aspirante al diaconado y después que iba a ser ordenado presbítero han subido la escalinata del presbiterio para el rito de la llamada, la petición de ordenación y la elección.
Homilía
San Juan de la Cruz y San Juan de Ávila han centrado las palabras del Obispo dirigidas a estos dos jóvenes. “Habéis elegido este lugar por vinculación afectiva con esta tierra heredera de un rico Renacimiento, no sólo en sus nobles edificios y monumentos sino, también, porque es tierra de santos, de entre los más grandes de la cristiandad. Podríamos evocar a muchos con aureola o sin ella, pero prefiero quedarme con dos que están especialmente vinculados con la Iglesia de Jaén, en las ciudades de Baeza y Úbeda. Son dos ciudades hermanas en la santidad de San Juan de Ávila, maestro de sacerdotes y apóstol de Andalucía, y de San Juan de la Cruz, sacerdote que es maestro de espiritualidad y alta mística”, ha expresado el Obispo de Jaén.
Luego, evocando a Jeremías, – “No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte. Voy a poner mis palabras en tu boca”- el Prelado del Santo Reino les ha dicho que “siempre habéis de hablar de la Palabra que Dios pone en vuestra boca. Y esa es tan sublime, que ¿quién puede decir que la conoce y la controla? Y, además, le tenéis que hablar al misterio de cada persona en sus circunstancias y necesidades. Y en el misterio del corazón humano sólo se entra bajo la acción del Espíritu; sólo él hará, como ha dicho Pablo que vuestra palabra sea sin cobardía, que manifieste la verdad, y que ilumine cada conciencia en Dios. Esto que os digo es válido para los dos”. Para después, animarlos a Vivir “vuestro sacerdocio, forjando en vuestro corazón esta donación de vida a imitación de Jesús. Si lo hacéis así, apuntaréis siempre a lo más alto, lo más perfecto, lo más santo”.

A continuación, Monseñor Rodríguez Magro ha recordado la petición a Dios de San Juan de la Cruz en su primera celebración Eucarística, y apoyándose en la vida perfecta del santo carmelita, les ha dicho: “San Juan de la Cruz nunca se conformó con lo poco o con lo menos; al contrario, se sintió llamado a lo más; porque había recibido una gracia de máximos y, por ello, estaba dispuesto a responder al máximo. Se dice que San Juan de la Cruz buscó mucho e intensamente, hasta que encontró un heraldo de Dios, que le mostrara lo que quería de él. Y San Juan de la Cruz encontró a Santa Teresa, y esa llamada de Dios siguió toda su vida en un crecimiento y en una reforma continua”, para continuar su predicación, animándolos a vivir un sacerdocio santo. “Si San Juan de la Cruz tuvo como heraldo de Dios a Santa Teresa, vosotros, sacerdotes para este tiempo, tenéis como heraldo a una Iglesia creativa y renovada que, desde hace ya mucho tiempo, se ocupa de mostrarle a los sacerdotes un itinerario claro e integral de santificación. Todo tenderá a la transformación progresiva de nuestras personas para que os conforméis según el modelo de Cristo, Buen Pastor”.
Para concluir sus palabras, Don Amadeo ha puesto a los jóvenes bajo el manto protector de María, Madre del Carmelo.

Rito de la ordenación

Fr. Daniel de la Cruz y Fr. Carlos Luis de San José han sido interrogados por el Obispo, para después realizar sus promesas, entre otras la obediencia al Obispo diocesano y sus superiores.
El siguiente momento en la ordenación han sido el canto de las letanías. Con los dos aspirantes postrados bajo el presbiterio, se han implorado la intercesión de los santos para que Dios derrame generosamente sus dones sobre los elegidos.
Al concluir, primero el diácono y después el presbítero han recibido la imposición de manos y la liturgia de ordenación. En el caso del neopresbítero, además, sobre su cabeza han impuesto las manos el resto de los sacerdotes convocados a la celebración.
Una vez revestidos con la casulla y con la dalmática, respectivamente, han recibido de manos del Obispo los signos de su ministerio: el Evangeliario para el diácono y el cáliz y la patena para el nuevo sacerdote.
Después en el sacrificio del altar han participado, ya convertidos uno en ministro de la Eucaristía y el otro con el ministerio del servicio de la mesa. La Comunión también la han dado los recién ordenados.
Antes de la bendición del Obispo, el misacantano Fr. Luis Carlos de San José ha querido tener unas palabras de agradecimiento a sus familiares y a todos aquellos que lo habían querido acompañar en este camino vocacional. Recordando su Ávila natal y mencionando a Santa Teresa, ha expresado el gozo de servir a Dios y a la Iglesia.
Su primera Misa solemne tendrá lugar el próximo domingo, solemnidad de Cristo Rey en la ciudad que lo vio nacer.

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