Homilía del Obispo de Málaga en la Coronación de la imagen de la Virgen de Caños Santos y clausura de la misión popular.
Lecturas: Est 8, 3-8. 16-17a; Sal 66, 2-7; Sant 2, 14-18; Jn2, 1-11.
1. En el relato del libro de Ester, que hemos escuchado, la reina, postrándose a los pies del rey y llorando, le suplicó que evitara el desastre que el general Amán había decidido contra los judíos, maquinando su destrucción (cf. Est8, 3). El rey extendió su cetro de oro hacia Ester, acogiendo su presencia y escuchando su petición (cf. Est8, 4). La reina Ester no podía ver, ni permitir, la destrucción de su pueblo (cf. Est 8, 6). Los cristianos somos tentados de muchas maneras por el maligno, para que abandonemos la vida de gracia y el seguimiento del Señor Jesús, perdiendo lo mejor que hemos recibido. Esto significaría la destrucción de nuestra propia vida.
Pero tenemos una Reina, más poderosa que Ester, que tampoco desea ver la aniquilación de sus hijos por manos del maligno. El rey celestial escucha con bondad la intercesión de la Virgen María, nuestra Madre y Reina. Ella ama a sus hijos, engendrados con el amor de Madre de todos los hombres, que fuimos encomendados a Ella por el Hijo de sus entrañas, cuando ofrecía en la cruz el sacrificio de su vida (cf. Jn 19, 26). La liberación de la amenaza fue para los judíos una jornada de luz y alegría, de regocijo y de gloria (cf. Est8, 16-17). Para todos nosotros la fiesta de hoy es de gran alegría, de alabanza y de gloria a Dios. Así lo hemos cantado con el salmo(cf. Sal 66, 4-5).
2. En este marco singular de Cañete la Real vamos a coronar hoy la imagen de la Virgen de Caños Santos, nuestra madre y medianera de la gracia. Ella ejerce su intercesión con un estilo mucho más profundo y significativo que la reina Ester por su pueblo. El Concilio Vaticano II explicó cuidadosamente el significado y el contenido de la mediación de la santísima Virgen: «La función maternal de María para con los hombres de ningún modo oscurece ni disminuye la única mediación de Cristo, sino que muestra su eficacia. En efecto, cualquier influjo salvador de la santísima Virgen en los hombres nace, no de alguna necesidad objetiva, sino del beneplácito divino y deriva de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en la mediación de él, depende totalmente de ella, y de ella obtiene toda su eficacia; en modo alguno impide la unión inmediata de los creyentes con Cristo, sino que la favorece» (Lumen gentium, 60).
3. Honramos a la santísima Virgen de Caños Santos como madre y medianera de la gracia, porque Dios-Padre, por misterioso designio de su providencia la asoció a la obra de la redención humana (cf. Oración colecta y prefacio de la Misa de Santa María, que lleva este título). Madre de la gracia es la Virgen de Caños Santos, porque llevó en su seno al Dios y hombre verdadero y nos dio al mismo Autor de la gracia.
Medianera de la gracia es la Virgen María, porque estuvo asociada a Cristo en la obra de procuramos la gracia suprema, esto es, la redención y la salvación, la vida divina y la gloria sin fin. El Evangelio nos ha narrado el primer milagro de Jesús, realizado en las bodas de Caná de Galilea, gracias a la intercesión de su Madre (cf. Jn2, 7-9). Distintos elementos del relato –la abundancia de vino, las alusiones a la nueva Alianza, la mención de la hora y sobre todo el banquete de bodas– hacen de estos signos una manifestación mesiánica (cf. Jn2, 11); es decir, muestran que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. La intercesión de su Madre adelanta la hora de esta manifestación mesiánica.
En el Prefacio alabaremos a Dios, quien en su inefable bondad ha hecho a la Virgen María colaboradora del Redentor, para ejercer una función maternal en la Iglesia: de intercesión y de gracia, de súplica y de perdón, de reconciliación y de paz. Su generosa entrega de amor de madre depende de la única mediación de Cristo y en ella reside toda su fuerza. En la Virgen María se refugian los fieles, que están rodeados de angustias y peligros, invocándola como madre de misericordia y dispensadora de la gracia. Así lo hacéis hecho vosotros, queridos fieles y devotos de la Virgen, que os acercáis a Ella para pedirle su protección e intercesión en todos los momentos de vuestra vida; no solo cuando lo pasamos mal, cuando enfermamos, cuando tenemos dificultades; a la Madre hay que acudir siempre, también en los momentos de alegría. La Virgen de Caños Santos, encontrada como dicen, en una cisterna de agua, es como un canal, que deriva toda la gracia del manantial, que es Jesucristo; Ella distribuye a sus hijos el agua saludable, pero el manantial es Jesús.
4. El pueblo fiel de Cañete la Real y de las comunidades cristianas vecinas se ha preparado largamente para esta hermosa efeméride de la coronación de la imagen de la Virgen de Caños Santos, celebrando un Año Jubilar, concedido por la Santa Sede, desde el día 1 de enero al 31 de diciembre de 2012.
Para profundizar en la fe se han tenido unas conferencias sobre la devoción a la Virgen, sobre el Año Jubilar, sobre el sacramento de la reconciliación y de la eucaristía y sobre la historia de la Virgen de Caños Santos. En el plano litúrgico ha habido varios actos marianos y celebraciones del sacramento de la confirmación en distintas localidades (Serrato, Cuevas del Becerro y Cañete la Real).
En cuanto a la expresión de la piedad popular se han celebrado varias peregrinaciones (Cenobio de Caños Santos, Fátima), procesiones, rosarios y conciertos. Y en el aspecto social se ha potenciado la acción caritativa y social de la parroquia, con actos y gestos fraternos con los más necesitados (colectas, compartir el salario y otras iniciativas).
La fe necesita ser expresada en obras, como hemos escuchado en la carta de Santiago: «¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras?» (Sant2, 14). «Lafe, si no tiene obras, está realmente muerta» (Sant2, 17).
Quiero felicitar al Rvdo.D. Jesús Hernández Pérez, párroco de Cañete la Real, Cuevas del Becerro y Serrato, por su interés y esmero en llevar a cabo tantas iniciativas, animando a sus feligreses a tomar parte en ellas y a implicarse de manera más coherente y comprometida en la vida de fe. La larga preparación ha contado, en estos últimos días, con una Misión popular, que culmina hoy; y que ha sido dirigida por los religiosos Oblatos de María Inmaculada, aquí presentes y a quienes agradezco su valiosa colaboración.
5. La Virgen María, al final de su peregrinación en este mundo, fue coronada en el cielo por Dios-Trino, haciéndola participe plenamente de su amor; porque la mejor corona es el amor. Dios coronó a la Virgen en el cielo.
La coronación de la imagen de la Virgen de Caños Santos es una manifestación de nuestro amor hacia Ella; un amor, que llena nuestros corazones y que hoy se desborda en esta celebración. Hacemos un gesto de fraternidad, congregándonos en torno a Ella como si fuéramos una corona humana, que la aclama como Reina y la acoge como Madre.
Pero esta expresión de amor hacia Ella se ha de traducir también en amor a los hermanos y continuar nuestra entrega y ayuda diaria a los más necesitados: niños, enfermos, ancianos y pobres. La mejor corona somos sus hijos, unidos en amor mutuo y solidario, estrechando lazos de fraternidad y comprometidos en la ayuda generosa al necesitado.
La imagen de la Virgen de Caños Santos merece ser coronada, ateniéndonos a la antiquísima devoción, que las gentes de estas tierras le profesan desde hace cinco siglos, cuando la encontraron en un «cistero o caño de agua dulce».
Con ocasión de diversos avatares históricos la imagen de la Virgen es traída y llevada a Cañete la Real, hasta que en 1814 se firma la escritura de compromiso entre los franciscanos y el pueblo de Cañete. Ya aquí es nombrada Patrona y posteriormente Alcaldesa honoraria. Y hoy, en 2012, q
uinientos años después de su aparición, culminamos este largo proceso y presencia materna de la Virgen de Caños Santos con su coronación. ¡Demos gracias a Dios! A todos vosotros os felicito por todo lo que habéis hecho como preparación a esta coronación.
6. Pedimos a la Virgen de Caños Santos que la coronación de su imagen deje en nuestra memoria y en nuestro corazón una huella imborrable, que nos recuerde siempre que somos hijos amados y que debemos corresponder como tales.
Debemos caminar cada día junto a nuestra Madre, venerándola como Reina y Señora de nuestras vidas, en el seguimiento de su Hijo Jesucristo y en comunión con toda la Iglesia.
Queridos fieles, devotos de la Virgen de Caños Santos, mantengámonos firmes en la fe, en la esperanza y en la caridad, de la mano de María, para poder compartir un día, con Ella, la victoria de su Hijo y conseguir también la corona de gloria, que no se marchita (cf. 1 Pe 5, 4). Se lo pedimos a Dios por intercesión de nuestra Madre, la Virgen de Caños Santos. Amén.
+ Jesús Catalá Ibáñez
Obispo de Málaga
Cañete la Real, 16 septiembre 2012