El sacerdote y periodista Antonio Gil ofrece una serie de apuntes y reflexiones de la situación actual en su artículo semanal «Al trasluz».
ANTONIO GIL
Sacerdote
La prestigiosa revista La Civiltá Cattolica ha venido publicando durante los meses de confinamiento una serie de apuntes y reflexiones, desde la orilla de la esperanza y la fe. Escogemos, muy síntesis y en forma de decálogo, algunas de las claves más importantes para nuestra vida cristiana.
Activemos los verdaderos anticuerpos de la comunión y de la unión. No somos lobos para los demás, sino hermanos.
Cuidemos el sistema sanitario público y privado. No hagamos ideologías de recortes que matan. No olvidemos que, lo que está en juego, es la sociedad misma.
La pandemia ha sido global. Hay que afrontarla siempre con realismo, sin ocultar realidad ni cifras, reforzando las redes de ayudas, especialmente a los más pobres y desfavorecidos.
Asumamos los retos y las consecuencias psicológicas: Hay que poner en práctica la resilencia o resistencia, el control de la situación en pequeñas cosas, hacer de esta prueba una oportunidad para crecer.
La pandemia ha golpeado al poderoso primer mundo. Esta crisis, o nos hundirá más o nos dará impulso para afrontar nuevos desafíos.
El papa Francisco nos ha dicho que este «tiempo de prueba es tiempo de elección», tiempo de reconducir la ruta hacia el Señor.
Hemos de vivir la pandemia como una oportunidad para purificar nuestra fe.
El Señor nos ha pedido «aprender a vestir la debilidad del mismo Jesucristo», a configurarnos con Él y a un más sincero seguimiento.
El confinamiento ha sido para nosotros, un «tiempo de silencio, de reflexión y de oración». Y, consecuentemente, de solidaridad.
Las «restricciones sufridas» han de tener siempre una base jurídica y proporcionada al peligro. Todos los excesos deben ser corregidos. Las celebraciones del culto pueden no ser posibles, pero las iglesias nunca pueden «estar cerradas, ni los ministros escondidos».
