Gabriel Leal Salazar es miembro de la asociación de sacerdotes Iesus Cáritas, inspirada en la espiritualidad de Carlos de Foucauld, y así vive la noticia de su próxima canonización.
Mi nombre es Gabriel Leal Salazar y pertenezco a la Asociación Pública de Sacerdotes Diocesanos Iesus Caritas, extendida por todo el mundo. Acoge a sacerdotes diocesanos que quieren vivir su ministerio al estilo de la vida sencilla de Nazaret, una de las grandes intuiciones de Carlos de Foucauld. Su estructura es mínima, funciona con fraternidades de base, con un responsable para España, y otro a nivel general. Nuestros compromisos son: vivir la espiritualidad diocesana con una absoluta disponibilidad al Obispo y a la Diócesis y, en lo que de nosotros depende, buscar las formas de apostolado más sencillas y cercanas a la gente pobre. Como medios para alcanzarlo tenemos el compromiso de realizar un día de retiro al mes, practicar la adoración eucarística, la reunión de fraternidad mensual y asistir a los encuentros nacionales que se celebran una o dos veces al año. En las reuniones de base practicamos la revisión de vida. En Málaga somos tres, y dentro de nuestra fragilidad, intentamos estar muy cercanos a los pobres y llevar un estilo pastoral sencillo y cercano.
¿Cómo definiría a Carlos de Foucauld?
Yo lo definiría con una frase suya. Él decía: “he perdido el corazón por este Jesús de Nazaret muerto en la cruz hace casi 2000 años y desde entonces no he buscado otra cosa más que imitarlo en la medida que lo permite mi debilidad”. Es un apasionado de Cristo. Cuando se convierte, dice: “cuando descubrí que Dios existía, entendí que no podía vivir más que para Él”. Y desde entonces va buscando imitarlo en todo lo posible. Esto le lleva a un recorrido largo, que va desde la Trapa a Jerusalén… hasta que descubre que este “vivir como Jesús en Nazaret” es vivir con los últimos. Esto le hace acabar en Tamanrraset (Argelia). Es un apasionado por anunciar el Evangelio, aunque es verdad que no lo anuncia con un apostolado activo, de la Palabra, sino con la presencia, con la cercanía, con la amistad, abriendo y desbrozando caminos para cuando sea posible anunciar el Evangelio. Yo diría que es un enamorado de Cristo, y ese amor y la pasión por la gente, especialmente por los más solos y abandonados, le convierten en un misionero que va ofreciendo la fraternidad. El amor a todos los hombres, él quiere ser el hermano universal de todos y cada uno de los hombres.
¿Qué aporta la espiritualidad de Carlos de Foucauld, su legado, a la realidad concreta de Málaga?
La espiritualidad de Foucauld aporta siempre, pero en estos tiempos de crisis o de poca relevancia pastoral en general más si cabe. Primero, una pastoral sencilla: nuestro horizonte es realizar nuestro ministerio al estilo de Jesús de Nazaret, que llevó una vida oculta y sencilla, intentando hacernos accesibles a todos, la universalidad en el amor; y aporta una fuerte experiencia de Dios. Para nosotros la Eucaristía celebrada y adorada es central, así como el intento de estar disponibles para el encuentro con Dios en el desierto. A medida que esto lo practicamos, nos van transformando, y se hace presente en los trabajos que realizamos. Algo muy importante es estar para lo que la Diócesis nos necesita. Nuestra espiritualidad no es más que un acento dentro del clero diocesano, no es una alternativa. Esta disponibilidad se muestran en las muchas tareas que nos encomiendan nuestros pastores. Eso sí, en cuando nos es posible, debemos buscar el último lugar.
¿Cómo recibió la noticia de su próxima canonización?
Me enteré de su pronta canonización por un amigo, y luego por la fraternidad, y ha sido una enorme alegría por lo que puede significar de impulsar un estilo pastoral más sencillo, más cercano, más próximo a los pobres, y al mismo tiempo, más sólido, más profundo, más enraizado en la Eucaristía y en el Señor Jesús. Ya tuve la suerte de estar en la beatificación y fue un impulso enorme, y si Dios me permite asistir a la canonización, espero que sea una ocasión de renovación de la fraternidad sacerdotal y, en concreto, de la española.
Ana María Medina