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“Un Año Jubilar es un año de gracia especial siempre”

La Basílica donde se custodian los restos mortales del Santo Maestro en Montilla ha acogido este domingo la misa de clausura del Año Jubilar de San Juan de Ávila, presidida por el Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, quien ha ensalzado la figura de este Maestro de Santos y ha dado gracias a Dios por los dones recibidos durante estos meses.

Un año de trece meses en el que miles de peregrinos han ganado el jubileo. Así ha sido el Año Jubilar de San Juan de Ávila que se ha visto alterado por la pandemia, pero que ha dejado numerosas actividades culturales y escolares para conocer la figura del Santo Maestro, un referente intelectual de la España del siglo XVI, como ha recordado el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, quien en la tarde de este domingo ha presidido la misa de clausura del Año Jubilar de San Juan de Ávila en la Basílica montillana abierta a la participación de todos los creyentes que han deseado estar presente en la celebración hasta completar el 50% del aforo del templo en el que se custodian los restos mortales de este Maestro de Santos, debido a las restricciones establecidas para evitar la propagación del Covid-19.
En su homilía, el Obispo ha ensalzado la figura de San Juan de Ávila recordando que cada vez es más conocido en todo el mundo, especialmente tras su declaración como Doctor de la Iglesia en el año 2012. “Su figura ha vuelto para tener el prestigio y el provecho espiritual que todos esperamos y para que se difunda por el mundo entero”, ha manifestado. Asimismo, el pastor de la Diócesis ha querido aclarar que “la clausura del Año Jubilar no quiere decir que se cierra ninguna puerta, menos el corazón de Dios, sino que un Año Jubilar es un año de gracia especial siempre, tanto para Montilla como para la Iglesia universal”.
Haciendo un recorrido por los numerosos acontecimientos que se han vivido en torno a su figura, el prelado ha relatado cómo los fieles han podido venerar a San Juan de Ávila todo este tiempo, a pesar del confinamiento, no sólo en la diócesis de Córdoba, sino en países como Rusia, Chica o Polonia, donde ya se está traduciendo la biografía del Maestro. “Es un santo universal y cada vez más conocido, ojala cada vez sea más leído y que sus costumbres y sus enseñanzas que ha dejado como un tesoro a la Iglesia, sean preciadas”, ha indicado. Igualmente, ha querido aclarar que cuando recordamos a San Juan de Ávila “no estamos venerando un objeto de museo, sino que estamos tratando con una persona viva, así nos lo dice la Iglesia al beatificarlo y santificarlo”.
Monseñor Demetrio Fernández ha pedido a los fieles seguir las doctrinas y costumbres del patrón del clero secular español, para “empaparnos cada vez más de su enseñanza” y ha instado a leer sus obras y caer en la cuenta “del tesoro que supone San Juan de Ávila para la diócesis de Córdoba y el mundo”.

Tal y como ha avanzado el pastor de la Diócesis, el Año Jubilar es un año para darle gracias a Dios por este santo y por las gracias que ha ido concediendo, por lo que en agradecimiento y para que se siga difundiendo su figura, desde la diócesis de Córdoba ha partido el relicario del Maestro que recorrerá próximamente América del Sur, Estados Unidos, América del Norte, Filipina, Italia y muchos otros lugares. “Los santos son santos y nos enseñan cosas buenas siempre, pero San Juan de Ávila además es Doctor de la Iglesia y hay que darlo a conocer en el mundo entero”, ha indicado. Además, ha anunciado algunos de los trabajos que se están desarrollando desde la diócesis de Córdoba como es el proceso de beatificación de Ana de la Cruz tras su vinculación a San Juan de Ávila. “Los santos van siempre en pelotón y llevan consigo personas en torno a ellos como un remolino de santidad y son modelos para los cristianos de hoy y de siempre; este es el caso de San Juan de Ávila y Ana de la Cruz”.
Para concluir, el Obispo ha querido recordar que en este día en el que además se celebra Pentecostés y el día del Apostolado Seglar y la Acción Católica General, es un día para caer en la cuenta que “es el Espíritu Santo el que nos mueve, purifica nuestros corazones y nos da fortaleza, esperanza y nos ayuda a caminar”.

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