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El Obispo preside la celebración del Miércoles de Ceniza en la Catedral

Comenzaba la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza y el Obispo congregaba en la Catedral a numerosos fieles, así como a autoridades civiles y militares y representantes de Cofradías y Hermandades, que quisieron participar en el rito de la imposición de las cenizas.
Acompañada por el Vicario General y Deán de las Catedrales, por algunos miembros del Cabildo catedralicio, el Delegado Episcopal de Cofradías, el Capellán de la Agrupación de Cofradías y Hermandades de la ciudad de Jaén, así como otros sacerdotes diocesanos, el Obispo presidió la celebración eucarística, anterior al tradicional Vía Crucis de inicio de la Cuaresma. Este año ha sido la imagen del Jesús del Gran Poder, con sede canónica en la parroquia de la Santa Cruz la talla escogida por las Cofradías de la ciudad para presidir el citado Vía Crucis. Junto a ella, en el presbiterio, se situó el Santo Rostro.
En su homilía, el Obispo comenzó diciendo que «Dios también tiene mucho que ver con nuestro tiempo, con nuestros días, con nuestra vida, porque Dios es nuestro destino y eso, necesariamente, para los que tenemos fe es algo que nos tiene que marcar».
Animó a los fieles a detenerse en su ajetreada vida para aprovechar esta Cuaresma y conocer «lo que quiere Dios de nosotros, porque lo que quiere es bueno».
Don Amadeo explicó que con la Cuaresma comienza «el tiempo de conversión», para añadir que «el primer paso en este tiempo es mirar a nuestro interior. Por eso, como os vamos a decir en el rito de la ceniza, convertíos y creed en el Evangelio y aprovechad este tiempo de gracia, nos acerquemos al sacramento del perdón, además hacerlo con la oración, la limosna y el ayuno» – en definitiva, resaltó el Prelado jiennense– «vivir una vida más activa y más completa, porque la santidad es nuestra meta».
Antes de concluir, señaló que el modelo de vida de los cristianos «es el Evangelio», para exhortar a los fieles congregados que «debemos vivir de forma sencilla, pobre, austera», a lo que añadió, «Dejaos de apariencias, nos dice hoy el Señor, buscad lo esencial de vuestra vida cristiana y no busquéis nunca notoriedad, la vida cristiana es servicio a los demás en el nombre de Cristo para que el bien de Dios penetre poco a poco en nuestra sociedad».
Después de las palabras del Obispo, se inició el rito de la imposición de las cenizas, que antes fueron bendecidas, y que proceden de las palmas del Domingo de Ramos del pasado año. Primero se la impusieron a Don Amadeo, quien a su vez hizo lo propio con el resto de los concelebrantes y los seminaristas.
Ya a los pies del altar, cientos de jiennenses se acercaron a recibir ese signo de preparación, conversión y esperanza, con la mirada ya puesta en el misterio redentor de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Cuando concluyó la celebración eucarística, dio comienzo el tradicional Vía Crucis por algunas calles de la ciudad, con gran participación de fieles.

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