Los hermanos y devotos del Cristo de la Expiración que se dieron cita en la capital italiana el pasado día 17 cumplieron lo que hace no demasiado tiempo pasaba por ser un sueño. Un proyecto con una profunda carga de historia y espiritualidad, bajo el prisma del jubileo y enmarcado en el magno entorno imperial de la antigua metrópolis. Los itinerarios habituales entre Triana y Sevilla dieron paso a otro marco excepcional, sin duda especial. Todo sucedió en Roma, donde se oficializó la persecución de la fe para terminar honrando la memoria de aquellos mártires que dieron la vida por Jesucristo, muchos de ellos en el interior de un Coliseo ahora dedicado a la Pasión de Cristo.
La mayor parte del público, en un importante porcentaje procedente de las provincias de Sevilla, Málaga y León, se congregó sobre todo en la parte final del foro romano, en las inmediaciones del Coliseo y el Arco de Constantino, para contemplar el paso de los cortejos procesionales. Un transcurrir que deparó instantáneas que, a buen seguro, alimentará la cartelería cofrade de más de un curso cofrade.
El trono del Jesús Nazareno de León, con su cortejo de hábito negro, abrió la participación española en la Gran Procesión. Tras los cofrades leoneses, la cruz de guía de la hermandad de la calle Castilla, con la nueva insignia que en lo sucesivo recordará este acontecimiento cada Viernes Santo. Y detrás del Cristo de la Expiración, los cofrades malagueños de la Virgen de la Esperanza, un imponente trono que portaba a una de las principales devociones marianas de la capital de la Costa del Sol.
El momento fue único, y así lo reconocían los cofrades de la corporación trianera, conforme enfilaban el paso hacia el palco ubicado en el lateral elevado del Circo Máximo. Un palco repleto de autoridades. La representación Vaticano corrió a cargo de monseñor Rino Fissichela, pro prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Junto a él, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, sus obispos auxiliares, monseñor Teodoro León y monseñor Ramón Valdivia. La representación del gobierno de España la ostentó la vicepresidenta María Jesús Montero, que ocupó su lugar en la tribuna junto al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y los alcaldes de Roma, Sevilla y Málaga, Roberto Gualtieri, José Luis Sanz y Francisco de la Torre, respectivamente.
El Consejo de Hermandades de Sevilla estuvo igualmente representado por su presidente, Francisco Vélez, y el vicepresidente, José Roda. Junto a este, el presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido, entre otras autoridades llegadas a Roma desde la capital hispalense.
El presidente de la Junta de Andalucía fue invitado a llamar el paso del Cachorro delante del palco principal. La Domus Aurea y las laderas del Circo Máximo enmarcaban la silueta del crucificado de Ruiz Gijón, mientras la locución oficial del acto se deshacía en calificativos para elogiar la expresividad del Cachorro.
Tras los aplausos del público que se congregó en torno al palco, un contratiempo. La lluvia sorprendió a la comitiva trianera mediado su recorrido por el Circo Máximo, circunstancia que motivó la lógica preocupación al no haber un lugar cercano para resguardar tanto el paso como el cortejo. Fueron tan solo unos minutos de incertidumbre que antecedieron a una mejoría meteorológica que propició un camino de regreso en el que destacó el transcurrir por las inmediaciones del Coliseo a los sones de la marcha ‘Amarguras’.
Al término de la gran procesión hubo que lamentar el fallecimiento de un joven de Los Palacios en un accidente en el que también resultó herido otro joven de la localidad de Montellano. El arzobispo se trasladó de forma inmediata al hospital en el que se encontraba internado el herido para interesarse por su estado y acompañar a los familiares.
Tiempo habrá para evaluar lo que ha sucedido en Roma. Lo que nadie podrá obviar es que la Iglesia ha dado un lugar concreto al fenómeno de la piedad popular, y que las hermandades de Sevilla han tenido un protagonismo tan lógico como digno de mención. Y, como había subrayado José Luis Aldea, hermano mayor de la hermandad trianera, el Cristo de la Expiración –“verdadero Evangelio esculpido”, en palabras del arzobispo- ha mostrado al mundo desde la cuna de la Cristiandad cómo alimenta su fe un sector importante del Pueblo de Dios que peregrina en Sevilla.
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Galería fotográfica de la procesión
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