¿Qué hacemos con los jóvenes? ¿Cómo acompañar vocacionalmente?

En obediencia a los temas planteados para este trienio, esta vigésimo sexta Asamblea General de la Familia Francisca de España ha girado en torno al mundo de los jóvenes. Dos cuestiones de suma importancia han servido como esquema de trabajo y su guía ha sido la rica exposición de Koldo Gutiérrez, Salesiano y director de la revista «Misión Joven»: ¿Qué hacemos con los jóvenes? ¿Cómo acompañar vocacionalmente? Sin olvidar un hecho eclesial de primera magnitud que hemos vivido en España con rico sentido de familia y que hondea como telón de fondo en este encuentro de hermanos: la JMJ Madrid 2011.

Hemos de ser conscientes de la necesidad urgente de estructurar nuestra acción pastoral volviendo con valentía a lo esencial. ¿Desde donde hemos de acompañar? Sin duda desde el principio, desde «el primer suelo» desde donde el joven se siente como tal, formando parte de una sociedad y una Iglesia con características propias, en las que no siempre encuentra su lugar y en donde, tal vez no encuentra respuestas a sus preguntas y en muchas ocasiones se le dan respuestas a preguntas que tal vez nunca se ha formulado.

Sin complejos, Koldo ha reiterado en sus exposiciones una invitación a volver la vista y el oído, la mente y el corazón a las enseñanzas del Magisterio, a redescubrir la rica actualidad de un mensaje que incide en la importancia de una formación que estimule una madurez efectiva en los distintos aspectos vivenciales de nuestros jóvenes.

Es necesario buscar espacios que favorezcan la vida interior, que favorezcan el verdadero crecimiento humano, y es necesario situarnos, en actitud de escucha obediente, ante la Palabra de Dios.

A toda la Iglesia y a toda Familia Franciscana se nos presenta un reto tal vez difícil pero que no por ello deja de ser apasionante: acompañar a nuestros jóvenes desde la toma de conciencia de su propio yo a la mas pura actitud evangélica del «heme aquí».

Nos inundan mil preguntas, se nos plantean mil desafíos, pero queremos dar respuestas que manifiesten nuestro deseo de testimoniar a Cristo, anunciar con nuestra vida los valores del Reino y proponer el modelo de vida de Francisco, Clara y de todos nuestros hermanos y hermanas fundadores, como respuesta válida hoy en la Iglesia para los jóvenes de nuestro mundo.

Nos reconocemos enviados al mundo, hemos de anunciar la Buena Noticia no desde las atalayas de nuestras estructuras e instituciones, sino desde la presencia tangible en medio de lugares y circunstancias en los que nuestros jóvenes viven. Hemos de huir de una espera infecunda y frustrante y apostar por convocar y provocar desde nuestra experiencia, desde nuestra vida, en muchas ocasiones el pudor nos paraliza quedando asimismo paralizada nuestra principal tarea: «Id al mundo entero y proclamad en Evangelio».

Es preciso que revisemos nuestras estructuras, es necesario que optemos por compartir la misión, es urgente que iniciemos un camino de conversión que nos devuelva el sentido original de nuestras vidas: ser sal y ser luz.

Tal vez muchos de nosotros hemos caído en un activismo que se ha ido convirtiendo, en muchas ocasiones llevados por la urgencia de cubrir necesidades básicas, en algo primordial y que ha ido relegando a un segundo lugar nuestra actividad pastoral más mistagógica. Hermanos, no podemos obviar ni olvidar esa dimensión mas genuina de todo hombre en la que habita el misterio. Estamos llamados a devolver razones y esperanzas y a enseñar que la escucha y la contemplación ensanchan el alma, que las actitudes de Paz y Bien no son un sueño ilusorio sino un hermoso proyecto de vida que compromete nuestro ser y actuar, que Jesús de Nazaret, lejos de llenar nuestras vidas de frustraciones y miedos, nos aporta todas las herramientas necesarias para vivir una vida en plenitud.

Nos comprometemos en crear espacios de encuentro, lugares y momentos en que nuestros jóvenes y nosotros mismos nos sintamos, no individuos ni elementos aislados, sino hermanos en fraternidad; hombres y mujeres dispuestos a compartir vida y misión en donde no haya lugar para la soledad ni el desaliento, lugares en los que queda manifiesta la presencia y la bondad de nuestros Dios, donde el Amor Primero, el mas importante en nuestra vidas, sea amado, orado, celebrado y proclamado.

Familia Francisca de España

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