Varios presbíteros de nuestra diócesis han celebrado recientemente sus bodas de oro sacerdotales

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

Varios presbíteros de nuestra diócesis que están cumpliendo este año medio siglo de ministerio, han celebrado recientemente sus bodas de oro sacerdotales. Concretamente, Asterio Cabrera celebró sus 50 años de cura ayer domingo, 1 de julio, en la parroquia de San Juan Bautista, en Puntallana. Por su parte, Julián de Armas hacía lo propio el viernes, en la parroquia de Nuestra Señora de Los Remedios (Catedral de La Laguna).

Por otro lado, Luis Pérez también celebró sus 50 años de ordenación sacerdotal el sábado 30 de junio en la parroquia del Dulce Nombre de Jesús, en La Guancha. Y, como informamos en su momento, Antonio Hernández celebró sus bodas de oro como presbítero hace una semana en el Santuario de Las Nieves, en La Palma.
Julián de Armas y Antonio Hernández celebraron este significativo hecho donde están prestando actualmente sus servicios y Asterio Cabrera y Luis Pérez, en los municipios de donde son naturales.
Durante este año, hemos podido hablar en diversas ocasiones con estos sacerdotes para conocer mejor sus testimonios. En este sentido, Asterio Cabera, por ejemplo, expresó que su ministerio ha sido muy fructífero porque ha tenido la suerte de estar comprometido en varias facetas. “Estuve destinado en islas menores, luego fui a Madrid para reciclarme, en San Matías dejé 20 años de mi vida, también estuve en Ofra, luego en San Juan de la Cruz y San Martín de Porres y, por último, en San Sebastián”.
Pero, sin duda, algo que ha marcado profundamente el ministerio de Cabrera ha sido la pastoral penitenciaria. “El trabajo en la prisión ha sido para mí una riqueza ya que he vivido el evangelio en plenitud. He descubierto la importancia del diálogo. Aprender a escuchar a los demás ha sido fundamental para mí y para ellos. Un diálogo manifestando en cercanía, escucha y amor. Los abrazos más importantes que me han dado en mi vida me los han dado internos. Ha sido muy revelador ver como algunos han reconocido sus fracasos y errores en la vida y luego se han reencontrado consigo mismos para, posteriormente, por medio del sacerdote, expresar su perdón al Señor”.
Por su parte, Julián de Armas ha indicado que todo el empeño que ha podido poner a lo largo de estos años, se ha puesto con la satisfacción de haber prestado distintos servicios a la comunidad diocesana. “No sé si lo he hecho bien pero siempre he intentado entregarme en plenitud. Para mí ha sido muy importante la obra social dedicada al cuidado de mayores en los centros de acogida de El Sauzal y en Icod de los Vinos”. Asimismo, De Armas dedicó 18 años de su vida como capellán del Hospital Universitario. “Lo que intenté siempre fue darle al servicio religioso una impronta diferente, centrada en la labor pastoral”. Cabe señalar también que otra dimensión importante en el ministerio de De Armas ha sido las peregrinaciones a Tierra Santa, unas 54 en total. “He llevado aproximadamente a unas 8000 personas a Tierra Santa. Sin duda, esto ha sido una gran oportunidad que me ha brindado Dios para conocer mejor a Jesucristo y darlo a conocer a los demás.
Por otro lado, Luis Pérez reconoció recientemente sentirse abrumado por esta celebración de sus bodas de oro sacerdotales ya que cuando mira atrás, no le parece que haya pasado tanto tiempo. “Cuando uno está en el Seminario, los años de estudios se hacen, en ocasiones, muy largos, pero después que te ordenas todo pasa muy rápido. Cincuenta años abrumado porque es un regalo de Dios el hecho de permanecer fiel a él. Esto no es un mérito mío, dicho sea de paso, sino que es un inmenso don de Dios”.
Por último, el sacerdote Antonio Hernández, actualmente rector del Real Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, en La Palma, entre otras encomiendas, ha realizado a lo largo de su ministerio una labor muy comprometida en la rehabilitación de jóvenes drogodependientes a través del programa educativo terapéutico “Proyecto Hombre”. “En su momento sentí que había que dar una respuesta al problema tan destructivo que era y sigue siendo las drogas en los jóvenes”, expresó Hernández. “He sido testigo de mucho sufrimiento en los jóvenes y en sus familias. Al principio pensé que no podría con esta labor pero a medida que iba pasando el tiempo, vi que era posible salir adelante con la ayuda de Dios y eso me dio mucha fuerza. Me fui entusiasmando y me formé en este campo. En Proyecto Hombre he estado vinculado más de 25 años. He visto como jóvenes han salido de las drogas y han podido reinsertarse en el mundo laboral. Por todo ello no puedo menos que dar gracias a Dios”.

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