Testimonio de un joven misionero

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

El misionero palmero Jesús Calero trabaja desde 2008 en varios proyectos de ayuda al desarrollo en el Chad, uno de los países más conflictivos del África central

Vocación de servicio, así titula José Luís Cámara, su amplio reportaje en el rotativo “DiariodeAvisos” sobre un misionero, natural del municipio palmero de El Paso, del que se ocupa también la revista diocesana ‘Iglesia Nivariense’ en su número cien.

Medio siglo de violentos conflictos y más del 80% de la población viviendo bajo el umbral de la pobreza. Así se escribe la historia del Chad, país al que llegó hace dos años el misionero palmero Jesús Manuel Calero Perera. Su historia es una más entre los cientos de relatos de vidas anónimas, cuyo único denominador común es la vocación de servicio y el trabajo desinteresado por los más desfavorecidos.

Nacido en el municipio de El Paso en 1981, Jesús entró en el Seminario Menor de Tenerife con sólo 11 años. "En 2001, año en el que empecé a estudiar Teología, mi corazón comenzó a preocuparse mucho por los problemas del mundo. Y la idea de ser misionero no me dejaba tranquilo", relata a DIARIO DE AVISOS. Con la ayuda de uno de sus profesores, empezó a discernir la vocación misionera, que se acrecentó cuando dos años más tarde viajó hasta Madrid "para hacer una experiencia de vida comunitaria con los misioneros javerianos (de la orden de San Francisco Javier, fundada por el obispo italiano Guido Maria Conforti)". En la capital terminó sus estudios, antes de trasladarse a Italia, donde hizo el noviciado. "Fue una experiencia muy fuerte, sobre todo los cuatro meses de trabajo en un centro para menores inmigrantes; luego, el segundo año trabajé en distintos proyectos con indigentes, muchos de ellos con graves problemas de adicciones", subraya.

Labor amenazada
Terminado el noviciado, el joven palmero sugirió a sus formadores la posibilidad de partir hacia África. "Y mi deseo se cumplió. En 2007 llegué a Camerún, donde permanecí nueve meses aprendiendo francés", explica el misionero canario, quien fue destinado al Chad en 2008. Los primeros seis meses de estancia en el país del Sahel los dedicó al estudio del árabe chadiano, la lengua más hablada en la zona. Desde diciembre de ese mismo año empezó a trabajar con los jóvenes de las aldeas más desfavorecidas. "Nuestra zona de trabajo es muy grande. Llevamos a cabo distintos proyectos de escolarización en la ciudad de Bongor, una de las más pobladas del país con unos 35.000 habitantes; y además tenemos más de quince pequeños poblados", asegura Jesús Calero. Su labor y la de la decena de misioneros que aún continúan en el país tras la última crisis de Darfur (Sudán) en 2007 -que traspasó la frontera y desestabilizó al país, con cientos de miles de refugiados viviendo en campamentos-, es muy complicada. "La situación política da mucha pena. La gente dice que las guerras aquí son como la estación de lluvias, que cada año llega y se va", arguye Jesús Calero, que recuerda que el Chad es rico en petróleo, pero más de la mitad de la población vive con menos de un euro al día. "La corrupción es exagerada, y la esperanza de vida apenas supera los 47 años", agrega el misionero tinerfeño, quien, no obstante, deja claro que "no todo es negativo". "No dejan indiferente los valores de la tradición, la religiosidad, la diversidad de culturas y lenguas y, en particular, impresiona la cantidad de jóvenes, casi el 60% de la población, que son el futuro de África".

En un país eminentemente musulmán, los cristianos apenas llegan al 10%. "Nuestra diócesis tiene sólo 60 años", expone al citado periódico Jesús Calero, quien relata que "se cuida mucho el catecumenado a partir de los textos de la Biblia".

En la actualidad, Jesús trabaja en distintos proyectos de ayuda al desarrollo, centrados en la educación, el desarrollo rural y la prevención del sida. "En el país hay más de 250.000 afectados por el VIH, que ha dejado a más de 85.000 huérfanos en los últimos tres años", concluye.

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