El equipo de restauradores de Elisa Campos y Pedro Torres devolvió a la capilla el esplendor sus pinturas murales sobre las virtudes teologales. A mediodía de este domingo se procedió al traslado, desde el templo matriz de S. Pedro de Güímar, de la imagen de S. Pedro, “el Chiquito”, donde ha sido custodiado durante los catorce meses que han durado las obras de restauración de las pinturas murales de la Capilla de San Pedro Arriba (1765).
Una vez llegó la imagen a la plaza del templo, el Vicario General, Antonio Pérez, hizo entrega de los nombramientos de los nuevos mayordomos y camaremas, tanto de la imagen como de la ermita. Fue un momento emotivo para recordar a la familia Miranda, sacristanes y camareros durante muchas décadas han custodiado la Capilla y cuya última representante, María Miranda Rodríguez, falleció justamente durante la realización de estas obras de restauración, a ella se refirió en varias ocasiones el párroco, Rubén Fagundo. A continuación se procedió a la apertura de las puertas de la capilla, pudiéndose observar entonces las obras de restauración.
El Vicario, durante la homilía de la Misa, haciendo referencia a las pinturas murales pidió a todos “alimentar la fe, consolidar la esperanza y fortalecer el amor”. Pérez hizo una llamada a mantener la esperanza en tiempos de crisis, en muchos ámbitos de la vida, y a “no perder la fe, pues vale la pena ser creyentes, proponer la fe en Jesús y vivir la caridad”, ya que, por mucho que quieran rebajarla, la caridad, el amor- indicó- “es la columna vertebral, el corazón mismo de la fe católica, el cual ha de expresarse en servicio por los demás y en trabajo esperanzado por un mundo y una Iglesia nueva y mejor. “Cuando todo desaparezca, enfatizó, quedará la caridad”.
Tras la Eucaristía, el párroco y el alcalde elogiaron, en sendas intervenciones, el celo de este barrio de Güímar, el cual ha hecho posible que hayan sido restaurados estos murales, y al mismo tiempo la talla del Cristo de la Columna que tanta devoción despierta en los fieles que se acercan a la Semana Santa de Güímar. Un almuerzo fraterno, puso fin a primera hora de la tarde, a una emotiva jornada.
Los murales que se han restaurado son obra de Ubaldo Bordanova, un pintor madrileño de la segunda mitad del siglo XIX, conocido en Canarias por su trabajo en el templo del Salvador de Santa Cruz de la Palma. Estos habían sufrido daños y se resentían de la humedad, del paso del tiempo, y estaban oscurecidos. Los murales representan las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Los trabajos fueron realizados por el equipo de restauradores de Elisa Campos y Pedro Torres, el cual devolvió a la capilla el esplendor sus pinturas murales.
Dicha restauración, por la que han luchado intensamente tanto los vecinos del barrio como los distintos grupos del Consistorio municipal, ha sido sufragada por la Consejería de Cultura del Cabildo de Tenerife. El edificio, que desde el 21 de febrero de 2006 cuenta con la categoría de Bien de Interés Cultural, fue construido en el año 1794 y desde ese momento cumple con la función de ser el centro de las celebraciones de San Pedro en los años pares.
Entre sus bienes muebles destacan un cuadro de la Cátedra de San Pedro, la imagen de San Pedro El Chiquito (réplica del patrón del municipio realizado por Ezequiel de León en 1956) y dos espléndidas esculturas que participan en la Semana Santa güimarera y que cuentan con una gran devoción el citado municipio: el Cristo Atado a la Columna (Miguel Espuig, Valencia 1960) y la Virgen de las Aguas (Francisco Romero Zafra, Córdoba, 2006).