El próximo 28 de septiembre, a las 17:00 h, en el monasterio de la Inmaculada Concepción de Garachico, tendrá lugar la profesión de votos solemnes de Sor María Kimberline Gisel Santana. La ceremonia será presidida por el obispo Nivariense, Eloy Santiago.
Actualmente, en la comunidad de Concepcionistas Franciscanas hay seis hermanas profesas, cinco hermanas solemnes y dos hermanas temporales. Las edades oscilan entre 80, la mayor, y 35, la más joven.
Santana es natural de Venezuela. Durante varios años estuvo integrada en las comunidades neocatecumenales donde fue madurando su camino de fe. “El origen de mi vocación nació gracias a mi madre que fue quien me llevaba a misa de pequeña. Recuerdo rezar con ella muchas veces el Rosario. Yo me arrodillaba ante el Sagrario y sentía que el Señor me reconfortaba. Con el tiempo sentí la llamada a ser monja. Creo que me pasó como el profeta Jeremías. El Señor me sedujo y yo me dejé seducir”.
Según añadió Kimberline, cuando notificó la noticia de que quería ser monja, su familia se llenó de gozo. En cambio, sus amistades reaccionaron con extrañeza. “Yo era una chica sencilla que estudiaba y lo normal, o lo esperado, era casarse. Para mis amigos, esta decisión fue algo extraña, pero no se opusieron ni me dijeron nada negativo. Al contrario, siempre he estado muy apoyada por ellos”.
Para esta joven venezolana, la vida en el monasterio le ha reportado muchas satisfacciones. “Nosotras también somos una Iglesia en salida porque tenemos en el corazón al universo entero. Nos entregamos a toda la humanidad a través de la oración. Predicamos desde la escucha atenta de la Palabra de Dios. La guardamos en el corazón como María y luego la proclamamos. En el monasterio contamos con la fuerza del Espíritu porque somos humanas y tenemos debilidades como cualquier persona, pero todo lo ponemos en manos del Señor”.
En relación a las vocaciones de los jóvenes, Kimberline expresó que debemos escuchar más y acompañar mejor. “Yo creo que hoy día hay muchos jóvenes que se hacen preguntas, pero tienen miedo de responder a la llamada o no han encontrado a personas que sepan escuchar. A todos estos jóvenes les diría que, como San Pablo, abran las puertas a Cristo. Que no teman. En el camino del discernimiento la Iglesia siempre acompaña”.