Se ha desarrollado una nueva edición de la Marcha Diocesana de oración por la paz. En las últimas peregrinaciones, la ruta se realiza entre Chimisay (el Socorro) y Candelaria, pasando por Chinguaro. El obispo Álvarez saludó poco después de las ocho a los participantes que oraban antes de comenzar la peregrinación.
En esta edición dos son las intenciones fundamentales, por una parte, orar por la paz sobre todo en el Congo y Sudán del sur, siguiendo la invitación del papa Francisco. Y, por otra, a partir del lema de la jornada del primero de Enero: “Migrantes y refugiados. Hombre y mujeres que buscan la paz”, tener presente singularmente esta realidad.
A lo largo del recorrido se van jalonando distintos momentos de reflexión y oración, hasta llegar a la Basílica donde se celebrará la eucaristía con la que concluye esta acción pastoral.
En la zona de Chinguaro se desarrollaron distintas dinámicas teniendo como telón de fondo la cuestión de las migraciones. Cuando se llegó a la Basílica de Candelaria, se celebró la eucaristía presidida por el obispo Álvarez. Después de la homilía, el prelado nivariense invitó al sacerdote congoleño Jean Médard Luboya, a dirigirse a los presentes para comentar la situación por la que atraviesa la República Democrática del Congo.
“Para la Iglesia católica en la República Democrática del Congo, el reto de promover la no violencia activa, el diálogo respetuoso y la coexistencia pacífica se remonta a antes de que el país obtuviera su independencia hasta llegar a nuestros días”, dice Mons. Marcel Utembi Tapa, Arzobispo de Kisangani y Presidente de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO) en su mensaje, recibido en la Agencia Fides con motivo del Día de Oración por la Paz en el Mundo y en particular en la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, que se celebró el 23 de febrero.
“Nuestro país ha experimentado muchos tipos de violencia a través de guerras convocadas con todo tipo de nombres: guerra de independencia, guerra de liberación, guerra por los recursos naturales, guerra de ocupación, guerras de represalias, etc. Esta situación ha causado muchas víctimas, se calcula que son millones”, recuerda Monseñor Utembi Tapa, subrayando que esta pesada carga representa un gran desafío para la Iglesia. “Frente a este tipo de situación, no es fácil promover la no violencia activa, el diálogo respetuoso; no es fácil esperar vivir en paz. En este contexto es en el que la Iglesia en la República Democrática del Congo intenta cumplir su papel profético por un pueblo que aspira a la justicia, la paz, el bienestar, la reconciliación y el estado de derecho”.