El anuncio y la celebración de la fe llevan a una vivencia comprometida con los más débiles. Dos ámbitos de cercanía con los que sufren los representan la pastoral de la salud y la pastoral penitenciaria, que muestran especialmente esta labor de la Iglesia.
Fuera y dentro de la cárcel
Acompañar a la población reclusa, compuesta por 58.517 personas, y sus familiares es uno de los objetivos de la Pastoral Penitencia. Pero su misión no acaba detrás de las rejas. Cuando se abren las puertas de la prisión muchas de estas personas se enfrentan a un mundo desconocido, distinto totalmente al que dejaron atrás al entrar en la cárcel. Sin ningún entorno, ninguna red social, ni familiar, ni de amistad, ni económica. Entonces ¿Qué haces con estas personas?
A este interrogante da respuesta Nuria Ortín, directora de la Fundación Obra Mercedaria: cuando salen de prisión nosotros los acogemos y ya no son números, sino que son personas con nombres. La Fundación que dirige es un trampolín para que vuelvan a insertarse en la sociedad, para que vuelvan a tener otra oportunidad.
Nuria Ortín: «La Vida es intentar ver más allá»
Nuria Ortín, además, batalla por «cambiar estigmas y frases que están en la sociedad, que están hechas y dichas, pero que tienen poco de ciertas». Ha empezado por sus hijos, que ya entienden que la gente necesita tener segundas oportunidades. «Y para mí era el primer paso. Si soy capaz de cambiar la imagen a mis hijos de estas personas que estamos intentando ayudar, pues a lo mejor lo podemos hacer a nivel de toda la sociedad».
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«Al final la vida es intentar ver más allá, ver el rostro más humano, el rostro que en la Merced llamamos de la misericordia, del saber perdonar, de que todos somos vulnerables y que al final podemos reconducir nuestras vidas.
Con esas personas vulnerables es con las que trabajamos en la Fundación Obra Mercedaria, es lo que nosotros abanderamos, recuperar las libertades y las dignidades de las personas en mayúsculas».