Carta Pastoral del Obispo de Tenerife.
Queridos diocesanos, hermanos y hermanas en el Señor:
Durante la semana del 3 al 8 de marzo, junto con otros obispos de España, estaré en Roma realizando la «Visita ad Limina Apostolorum» que, de acuerdo con una antigua tradición, los obispos debemos hacer cada cinco años para honrar los sepulcros de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y encontrarnos con el sucesor de Pedro, actualmente el Papa Francisco, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal.
Para nuestra diócesis, la última visita ad limina fue el año 2005 y la realizó mi predecesor, de feliz memoria, nuestro querido D. Felipe Fernández. En septiembre de ese mismo año fui ordenado obispo y después de ocho años al frente de la Diócesis Nivariense, ésta es mi primera visita ad limina. Voy a ella mucha ilusión y espero, con la gracia de Dios, obtener abundantes frutos espirituales.
La expresión latina «ad límina» tiene difícil traducción al castellano, pero la más aproximada sería «al umbral» o «ante la entrada» y, en nuestro caso, significa que los obispos hacemos la visita «a los umbrales» de las tumbas de San Pedro y San Pablo» para venerarlos, celebrar allí la Santa Misa y rezar el Credo de nuestra fe.
La visita, en sus diferentes momentos litúrgicos, pastorales y de fraterno intercambio, tiene un preciso significado para el obispo: acrecentar su sentido de responsabilidad como Sucesor de los Apóstoles y fortalecer su comunión con el Sucesor de Pedro, nuestro Papa Francisco, que es el principio y fundamento visible de la unidad de toda la Iglesia.
La figura del Papa nos recuerda que no estamos solos sino que, por la fe y el bautismo, formamos la gran familia de los hijos de Dios que es la Iglesia extendida por toda la tierra, con gentes de toda lengua, raza y condición. Aunque está asentada en distintos países y regiones del mundo, la Iglesia no tiene fronteras, pues los fieles cristianos estamos unidos por la misma fe en un solo Dios y Padre, en un solo Señor Jesucristo y en un mismo Espíritu.
Por eso, la visita constituye un momento importante para la vida de la misma Iglesia Diocesana, la cual, por medio del obispo, consolida los vínculos de fe, de comunión y de disciplina que la unen a la Iglesia de Roma y al entero cuerpo eclesial. Dicha visita, también, representa un momento fundamental para el ministerio del Papa que recibe a los obispos, no sólo como expresión de mutuo afecto sino, también, para tratar con ellos las cuestiones que se refieren a su misión eclesial y pedir la cooperación de las iglesias diocesanas del mundo entero con la Iglesia de Roma, que las preside a todas en la caridad.
En la visita ad límina, «se encuentran dos personas, el obispo de una diócesis y el Obispo de Roma, sucesor de Pedro, cada uno con su responsabilidad inderogable; pero se encuentran no como personas aisladas; cada uno representa a su modo el ‘nosotros’ que es la Iglesia, el ‘nosotros’ de los fieles y el ‘nosotros’ de los obispos» (Directorio para la visita). El encuentro del obispo con el Papa expresa y acrecienta visiblemente la comunión de todos los fieles y de todos los obispos en la Iglesia una, santa, católica y apostólica.
Antes de realizar la visita, hemos enviado a Roma un informe extenso sobre el estado de nuestra diócesis en los últimos ocho años y nuestras perspectivas de futuro sobre la vida de las parroquias, el Seminario, la catequesis, la acción socio-caritativa, los sacerdotes, la administración de los bienes eclesiásticos, la educación católica, el contexto social, político, económico y cultural, etc. A través de este informe, el Papa conoce lo que es la vida la diócesis y puede ofrecernos una palabra de luz y de aliento para seguir adelante con la misión evangelizadora que el Señor nos encomendó.
Los encuentros fraternos con el Romano Pontífice y con sus más estrechos colaboradores de la Curia Romana serán para mí una ocasión privilegiada, no sólo para hacer presente la situación de la propia diócesis y sus expectativas, sino también para tener mayores informaciones sobre las esperanzas, alegrías y dificultades de la Iglesia universal, y para recibir oportunos consejos y directivas sobre los problemas de la diócesis que tengo a mi cargo.
A esta visita el obispo no va a título individual, sino como vicario de Cristo en la Diócesis y pastor de todos los diocesanos. Por eso, llevo en la mente y el corazón las ilusiones y las esperanzas, las angustias y los sufrimientos de todos. De todo ello voy hablar con el Papa y a ponerlo en la oración ante los sepulcros de San Pedro y San Pablo. Y, como no, le haré partícipe al Papa la admiración y el afecto que le profesamos; que somos muchos, incluso personas ajenas a la vida de la Iglesia, los que le respetamos, escuchamos y valoramos, y la daré las gracias por su sencillez y libertad para exponernos el mensaje del Evangelio.
Queridos hermanos y hermanas, les invito a todos a unirse de corazón a esta visita ad límina y a venir espiritualmente conmigo a Roma para renovar juntos nuestra fe común, el amor a nuestra madre la Iglesia y la adhesión a la persona y el ministerio del Papa Francisco. En Roma pediré, para mí y para todos ustedes, la fuerza y valentía que tuvieron los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, para testimoniar la fe en Nuestro Señor Jesucristo con autenticidad y perseverancia.
Les pido que recen al Señor para que, con esta visita ad límina, se afiance en mí y en todos los diocesanos la comunión con el Papa, y para que nuestra Diócesis Nivariense se renueve constantemente a la luz del Evangelio y encuentre siempre nuevos impulsos de vida.
Por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia y Reina de los Apóstoles, pidamos al Señor que nos conceda a todos caminar alegres en la esperanza y firmes en la fe, y comunicar al mundo el gozo del Evangelio, como nos pide con insistencia el Papa Francisco.
Gracias por vuestra fe y vuestras oraciones. De todo corazón les bendice,
† Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense