Carta del obispo de Tenerife, Mons. Bernardo Álvarez
Queridos diocesanos:
De nuevo, MANOS UNIDAS, nos llama a participar en la lucha contra el hambre en el mundo. Desde hace 61 años, esta Asociación de la Iglesia Católica en España, trabaja para concienciarnos a todos sobre el grave problema de la pobreza y miseria en que viven millones de personas en todo el mundo y, a su vez, recauda fondos para llevar adelante -en los países más empobrecidos- proyectos de promoción humana en orden al desarrollo integral de las personas más necesitadas.
Este año, con el lema “quien más sufre el maltrato del planeta no eres tú”, se nos quiere hacer caer en la cuenta de la íntima relación que hay entre “hambre y pobreza” y “el deterioro del planeta”. Denuncia así que las poblaciones más vulnerables son las más afectadas por la actual crisis medioambiental.
En la presente campaña, MANOS UNIDAS sale al paso de esta realidad y quiere ayudar, con proyectos concretos de desarrollo integral y sostenible, a poblaciones empobrecidas por las consecuencias del cambio climático. Sobre el tema en cuestión puede encontrarse amplia información en la Web: https://www.manosunidas.org/
Cuestiones tan serias como la contaminación, el cambio climático, el agotamiento de los recursos, la destrucción de los ecosistemas, las inundaciones y las sequías extremas, la desforestación y el aumento de zonas desérticas… son fenómenos que en gran medida proceden del modo de vida -consumista y derrochador- de los países ricos, pero que tienen su mayor incidencia en los países y poblaciones más pobres.
El papa Francisco, en la encíclica Laudato si’, ya puso en evidencia esta realidad:
“Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. No tienen otras actividades financieras y otros recursos que les permitan adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones catastróficas, y poseen poco acceso a servicios sociales y a protección […]. Lamentablemente, hay una general indiferencia ante estas tragedias, que suceden ahora mismo en distintas partes del mundo. La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil” (Laudado si’ 25).
La solución a estos problemas pasa por el compromiso de los países y organismos internacionales, donde afortunadamente vemos que se van dando algunos pasos. Pero, también importa lo que podemos hacer cada uno ya que, en último término, es nuestra forma de vivir lo que condiciona todo, en un sentido u otro.
Para dar respuesta de modo personal y concreto, MANOS UNIDAS nos propone el viernes 7 de febrero como “Día del Ayuno Voluntario”. Se nos invita a realizar voluntariamente la experiencia de “vivir en necesidad”, que es la situación obligada de millones de personas. Lo podemos hacer ese o cualquier otro día, o varios días al año. Tal vez, “privándonos de lo que constituye nuestra vida ordinaria”, podemos comprender mejor a quienes carecen de lo más esencial para llevar una vida humana digna: falta de alimentos y vestido, de vivienda, de atención sanitaria, de educación, de trabajo digno, de transportes, de medios de comunicación, de paz social…
El “hambre y la pobreza en el mundo” es una realidad que no podemos mirar con indiferencia, como si no fuera con nosotros. El problema del hambre no tiene su origen en la falta de recursos, sino que es una consecuencia del mal uso y desigual distribución de los bienes que son de todos. La desigualdad en la distribución de los bienes de la tierra es una lacra que se puede superar con tal de que nos pongamos en marcha con entrega y audacia. La solidaridad es un valor universal que tiene que realizarse entre las personas y, también, entre los países. Todo lo que somos y tenemos es gracias a los demás. Nadie puede pretender reservar los bienes propios para su uso exclusivo, sino que, ante la indigencia de las personas y los pueblos, los que tienen más deben compartir con los que tienen poco o nada. MANOS UNIDAS es un medio para ello, para eso ha nacido y para eso trabaja.
El “Día de ayuno voluntario” es una expresión simbólica mediante la cual se nos está invitando a llevar una vida más austera, a no gastar en cosas superfluas, y a destinar lo que ahorramos para ayudar a quienes carecen de lo necesario para vivir. En nuestra sociedad, marcada por el consumismo y la cultura del derroche -en la que se tira sin aprovecharlo el 30% de lo que producimos- corremos el peligro de replegarnos en nuestro egoísmo al confundir el deseo de “ser más” con el “deseo de poseer más”. Cuando las personas sólo buscan sus intereses materiales se hacen insaciables, acrecientan su voracidad y son indiferentes a las necesidades de los demás.
El Papa Francisco lo resume así:
«Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir. En este contexto, no parece posible que alguien acepte que la realidad le marque límites. Tampoco existe en ese horizonte un verdadero bien común. Si tal tipo de sujeto es el que tiende a predominar en una sociedad, las normas sólo serán respetadas en la medida en que no contradigan las propias necesidades. Por eso, no pensemos sólo en la posibilidad de terribles fenómenos climáticos o en grandes desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas de crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, inevitablemente provoca violencia y destrucción recíproca» (Laudato si’ 204).
“Ayunar, ahorrar gastos, para dar a los necesitados”. La otra acción concreta, en la que estamos llamados a participar, es la aportación económica para realizar los distintos proyectos de desarrollo que MANOS UNIDAS lleva a cabo en las regiones más empobrecidas del planeta. Invito a todos los fieles de nuestra Diócesis Nivariense y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a ser generosos y participar de manera efectiva con sus donaciones en la lucha contra el hambre en el mundo. Podemos hacerlo en la colecta de todas las misas que tienen lugar el 8 y 9 de febrero, o ingresando directamente los donativos en las cuentas de MANOS UNIDAS en las diferentes instituciones bancarias.
Seamos generosos, pues, al hacerlo, no solo ayudamos a muchas personas sino a nosotros mismos, pues ninguna obra buena quedará sin recompensa y se cumplirán aquellas palabras del Señor, que nos recordaba San Pablo: “Hay más alegría en dar que en recibir” (Hech. 20,35).
† Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense