Plántale cara al hambre. Siembra

Carta del obispo de Tenerife, Mons. Bernardo Álvarez Afonso. Queridos diocesanos:

Con el Año de la Misericordia, el Papa Francisco pide «que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales… Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza… Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio» (El rostro de la misericordia, 15).

Esta exhortación del Papa encaja perfectamente con el trabajo de MANOS UNIDAS, una organización católica española nacida hace más de cincuenta años para ayudar al desarrollo en los países del Tercer Mundo. Tanto las obras de misericordia corporales (dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos); como algunas espirituales (enseñar al que no sabe, dar consejo al que lo necesita, corregir al que se equivoca, consolar al triste, perdonar las ofensas), constituyen el contenido básico de la actividad de MANOS UNIDAS.

Bajo la consigna de la promoción integral de las personas que se encuentran en situación de pobreza y marginación, y siguiendo los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, MANOS UNIDAS sale al paso de la dramática situación de precariedad y sufrimiento que afecta a más de la mitad de la población mundial.

A lo largo de 56 años ininterrumpidos, ha venido realizando la «campaña contra el hambre» para sensibilizar a la población española y recaudar fondos para los proyectos de desarrollo en los campos de la alimentación, la salud, la educación, la promoción de la mujer, la vivienda, el cuidado de la maternidad, etc. Las «manos unidas» de millones de colaboradores, han hecho posible una fructífera labor en las zonas más pobres de la tierra. La seriedad en la programación, el seguimiento y la ejecución de los proyectos, junto con la transparencia en las cuentas, es lo que hace que MANOS UNIDAS cuente con una amplia confianza de la población y que obtuviera en 2010 el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

Sin duda, MANOS UNIDAS, hace de mediación para que los españoles, «abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y nos sintamos provocados a escuchar su grito de auxilio» (Papa Francisco).

MANOS UNIDAS trabaja todo el año, pero es especialmente en febrero cuando la «campaña contra el hambre» adquiere su mayor visibilidad. En efecto, el segundo viernes de febrero (este año el día 12) tiene lugar el «Día del Ayuno Voluntario». Se nos invita a comer lo mínimo y a privarnos libremente de todo lo que podamos y así –por un día- experimentar la necesidad de uno o varios bienes a los que estamos acostumbrados. Es un gesto de solidaridad con los que «pasan hambre» y, al mismo tiempo, lo que ahorramos lo ofrecemos para la «campaña contra el hambre».

También, ese segundo fin de semana de febrero, tiene lugar en las misas de todas las iglesias y capillas, la colecta para los proyectos de MANOS UNIDAS. Asimismo, a lo largo de varios meses, en los colegios públicos y privados, tiene lugar la campaña de sensibilización de los más jóvenes y los alumnos van haciendo sus aportaciones para la «campaña contra el hambre». Trabajo encomiable de los profesores que merece nuestro mayor reconocimiento y gratitud.

El lema de este año, «Plántale cara al hambre: SIEMBRA», hace referencia a algo tan cercano a la experiencia común como es el hecho de «la siembra». En el campo de la agricultura, para conseguir los frutos deseados, se empieza por sembrar. Pues, algo así hay que hacer para erradicar el hambre y la miseria de millones de personas en todo el mundo. Hay que sembrar.

¿Sembrar qué? Todos conocemos el refrán: «El que siembra vientos, recoge tempestades». Es un aviso para que pongamos cuidado, pues si sembramos una mala semilla, el fruto obtenido será malo. También, si no sembramos nada no podemos esperar obtener frutos.

El Papa Francisco, con su encíclica Laudato si’, sobre el cuidado de la naturaleza, nos recuerda que en nuestro planeta todo está conectado y que la desnutrición crónica que sufren 800 millones de personas tiene mucho que ver con un tipo de desarrollo contaminante y derrochador.

¿Cómo es posible que entre el 30 y el 40 por ciento de los alimentos que se producen en todo el mundo vayan a la basura? ¿Cuánto gastamos en cosas superfluas que apenas utilizamos?

Sembrar, para obtener buenos frutos en la erradicación del hambre en el mundo, comienza por mirar cada uno en qué tendríamos que cambiar nuestra forma de vivir. El Papa nos urge a vivir una ecología integral, capaz de acabar con la pobreza y la exclusión, una ecología en la que no se descarte a nadie, que promueva el cuidado de la naturaleza como casa y bien común de todos.

Es evidente que, si sembramos los vientos del consumismo, materialismo e indiferencia religiosa, egoísmo, armas, contaminación, derroche de los recursos naturales, etc., el resultado no pude ser otro que las tempestades de la desigualdad, la pobreza, el terrorismo y las guerras, la emigración forzosa, el cambio climático, en definitiva miseria y sufrimiento de una gran parte de la humanidad. Como dice, también, otro refrán, «de aquellos polvos, vienen estos lodos».

A todos nos gustaría que desaparecieran estos males, realidades que en mayor o menor medida todos padecemos o acabaremos padeciendo. Pero, para ello hay que tener mucho cuidado con lo que se siembra.

«Plántale cara al hambre: Siembra», sí. Siembra amor y solidaridad, respeto por la vida y la dignidad de todas las personas, esfuerzo y trabajo responsable, educación integral, conocimiento de Dios, igualdad y justicia, diálogo y consenso, etc. y brotarán los frutos de la fraternidad, el desarrollo para todos, la paz y la concordia, la cooperación entre los pueblos, el servicio y la gratuidad, el cuidado de los más débiles, etc.

Sí. Siembra tu dinero, tu donativo generoso, en los proyectos de solidaridad de MANOS UNIDAS y cosecharás la promoción y el desarrollo de muchas personas que gracias a tu cooperación podrán salir de la miseria, superar sus precarias condiciones de vida y mirar al futuro con esperanza; personas que al mejorar su condiciones alimentarias, de salud, de educación, de vivienda, de comunicaciones, etc. se convertirán en protagonistas de su propio desarrollo y el de sus países. ¿Puede haber una inversión más rentable?

Así, de modo invisible pero real, colaborando con MANOS UNIDAS cumpliremos el deseo del Papa Francisco para este Año de la Misericordia, en referencia a los que viven en la miseria: «Que nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad».

† Bernardo Álvarez Afonso

Obispo Nivariense

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