«Manos Unidas» por la justicia y la igualdad

Artículo del Obispo de Tenerife, Mons. Bernardo Álvarez.

Desde sus inicios, hace ya 53 años, la organización católica «Manos Unidas» ha tenido siempre como objetivo la lucha contra el hambre, la miseria, la enfermedad, el subdesarrollo, la falta de instrucción, etc. en los países más pobres del mundo. Pero, su método de trabajo no es sólo aportar recursos para responder a situaciones de emergencia. Su consigna y tarea prioritaria es luchar contra las causas que generan el empobrecimiento al que se ve sometido casi un 70% de la población mundial.

Para ello, en los últimos años, Manos Unidas ha tenido como referente práctico los llamados «objetivos del milenio», que fueron programados por las Naciones Unidas con la sana intención de acabar con la pobreza severa antes de 2015. Cosa que, a la vista de la situación mundial, no se va a conseguir porque los países ricos, no sólo no han incrementado su cooperación al desarrollo del Tercer Mundo, sino que en muchos casos han disminuido la ayuda que prestaban.

No obstante, hay que seguir trabajando para que todos los seres humanos, sean de la nación que sean, tengan garantizados sus derechos fundamentales y puedan vivir conforme a su dignidad. El que no se pueda hacerlo todo, no significa que no se pueda hacer nada. Manos Unidas es consciente que no puede resolver todos los problemas de la pobreza en el mundo pero, por su experiencia a lo largo de más de medio siglo en la lucha contra el hambre, sabe que es mucho lo que se puede hacer con los donativos, grandes y pequeños, de miles de personas solidarias.

Fiel y constante en su compromiso, Manos Unidas lanza su Campaña nº 54 para el año 2013, como siempre, en una doble dirección: sensibilización sobre la situación de la pobreza en el mundo y petición de dinero para financiar en África, América, Asia y Oceanía casi 700 proyectos de desarrollo agrícola, sanitarios, educativos, sociales y de promoción de la mujer. Concretamente, en nuestra Diócesis, haremos la colecta para este fin en todas las misas del 9 y 10 de febrero. Además, quien lo desee puede entregar su donativo directamente en cualquier parroquia indicando que es para Manos Unidas, o ingresarlo en la cuenta correspondiente de las entidades financieras colaboradoras.

A nivel de concienciación, la Campaña de este año está centrada en el tercer objetivo del milenio, orientado a «promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer». Bajo el lema «No hay justicia sin igualdad», se hace una llamada a la conciencia de la sociedad para que defienda y trabaje de modo efectivo por el desarrollo integral de cada persona, hombre y mujer, y el ejercicio de todos sus derechos fundamentales, gravemente conculcados en muchos lugares del mundo. Particularmente, en numerosos países, la mujer padece una grave desigualdad y es víctima de la violencia física y moral, sexual y psicológica, incluyendo la violación como arma de guerra.

Manos Unidas apuesta por «la justicia y la igualdad» en todos los ámbitos, pero en esta ocasión quiere llamar especialmente nuestra atención sobre la discriminación de la mujer. Siendo como es un agente fundamental de la producción de bienes y del desarrollo, en amplias zonas del planeta, la mujer es objeto de explotación económica y padece la vulneración de sus derechos esenciales como el de su libertad, la capacidad para tomar las mismas decisiones que el hombre o para ser titular de los mismos bienes. En relación con la educación, las dos terceras partes de las personas analfabetas en el mundo son mujeres, lo que agrava la posibilidad de afrontar la vida en pie de igualdad con los hombres.

Manos Unidas es consciente de que la mujer es un agente fundamental de desarrollo familiar y social, por eso entiende que la desigualdad que padecen millones de mujeres en todo el mundo y que les impide el ejercicio de sus derechos, además de ser un atentado a su dignidad humana, es un factor que incrementa la pobreza y la inseguridad alimentaria en el mundo.

Del papel y protagonismo de la mujer depende en gran medida la erradicación de la pobreza. Por eso, acabar con las raíces de la discriminación de la mujer y colaborar en proyectos que impulsen el desarrollo integral de todos, debe ser el objetivo de nuestro compromiso solidario. Colaborar con los proyectos de Manos Unidas es un camino seguro para ello. Por eso, a todos los católicos, y a quienes no lo son, les pido que no sean indiferentes ante la miseria humana y compartan sus bienes los necesitados contribuyendo en la Campaña de Manos Unidas.

† Bernardo Álvarez Afonso

Obispo Nivariense

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